domingo, 11 de agosto de 2013

Torneo inicial del fútbol argentino de primera división 2013, también bautizado: “Nietos Recuperados, salvo Matías Reggiardo Tolosa”


En 2009 el  gobierno nacional en medio de la batalla contra el grupo Clarín pergeñó un plan ambicioso y efectista, estatizar la televisación del deporte más popular de todos, el fútbol, de este modo se le quitaba un negocio espectacular que tenía ese grupo y se ganaba una herramienta de comunicación para el gobierno. En aquel momento llovían las críticas por los gastos para el Estado que semejante plan implicaría, y frente a esas críticas se aseguraba desde el gobierno con total vehemencia que el llamado “Fútbol para todos” era un negocio fabuloso para los privados y que lo tenía que ser también para el gobierno, que el gobierno no pondría dinero y que lo recuperaría en su totalidad con la venta de publicidad.
Como es una costumbre este tipo de afirmaciones no suelen ser reales y solo se trata de promesas y hoy, a 4 años de los anuncios, el gobierno ha gastado un estimado de más de 4.000 millones de pesos si se tienen en cuenta los fondos directos abonados a los clubes, los costos de producción y transmisión y el espacio cedido en su totalidad al gobierno para publicidad oficial que podría haberse facturado de haberse vendido. En el último año debemos tener en cuenta además dos hechos novedosos e inéditos, primero, los chivos que en plena transmisión hacen comentaristas y relatores elogiando acciones de gobierno o preanunciando invitados o temas a tratarse en el programa ultraoficialista de propaganda 678, y más increíble aún, la programación de partidos en coincidencia horaria con la emisión del programa periodístico de Jorge Lanata, Periodismo para todos, para tratar de quitarle puntos de ráting.
La empresa TyC Sports hacía contratos ruinosos con la Asociación del Fútbol Argentina (AFA) de Julio Grondona, quien se beneficiaba personalmente en perjuicio de los clubes. Estos contratos eran de plazo muy largo y no preveían renegociación anual o competencia entre varios oferentes. Por otro lado una gran parte de los dirigentes del fútbol argentino administraron en forma fraudulenta a sus clubes. La violencia en los estadios nunca dejó de incrementarse, y en los 90 se pasó de los simples hechos de violencia entre hinchas enfervorizados que eran los tradicionales “barras” a verdaderas organizaciones delictivas que tienen varias fuente de ingreso vinculadas al delito, desde la recaudación por “cuidar autos” en los recitales en connivencia con la policía, la reventa de entradas que reciben de la dirigencia hasta el involucramiento en la política, trabajando como “seguridad” o incluso la participación en porcentajes de pases de jugadores.
Grondona llegó a la presidencia de la AFA por medio de la designación por parte del contralmirante Carlos Alberto Lacoste, interventor de facto designado por la dictadura militar y vicepresidente del Ente Autárquico de Organización del Mundial 78. La dictadura había destituido ilegalmente a las autoridades legítimamente constituidas de la AFA y su interventor había designado arbitrariamente un nuevo presidente, es por ende Grondona el último funcionario de facto de la Argentina. Claro está que una vez sentado en ese sillón y con las tácticas económicas y políticas aseguradas ha conservado el puesto hasta la actualidad.
Julio Humberto Grondona, al realizar un pacto con Nestor Kirchner para entregarle el fútbol al gobierno, aseguró su continuidad al incluir el blindaje político mediático y judicial como parte del pacto, realizando de esta manera su última gran movida estratégica para asegurar la perpetuidad de su poder. El gobierno que más hizo por la revisión de lo hecho en los 70 sufriría una conveniente amnesia selectiva a la hora de hablar del presidente de la AFA.
Las estrecheces económicas que pasaban los clubes durante el reinado del monopolio del cable sobre el fútbol se acabarían con el nuevo pacto, dado que los aportes del gobierno serían mayores al que otorgaba la empresa, pero a cambio de ello y a la luz de que serían fondos públicos los involucrados, se suponía que el gobierno supervisaría y controlaría la administración de los clubes para que se acabaran los negocios de los dirigentes enriquecidos en clubes en banca rota. A su vez, al estar la financiación del fútbol en manos del gobierno, se suponía que un nuevo capítulo en el combate de la violencia debía comenzar. Pues bien, nada de eso ocurrió, los dirigentes corruptos siguieron haciendo negocios fraudulentos ahora ya al calor de fondos públicos más holgados, la violencia continuó y se incrementó y lejos el gobierno de combatir a los barras brava, los utiliza como mano de obra para apretar trabajadores del Indec y les dio fondos para viajar al mundial de Sudáfrica. Marcelo Mayo, el militante K y barra brava, lo reconocía descaradamente y no dudaban en llevar banderas de Hinchadas Unidas Argentinas en los estadios. Cristina Fernández se refería a estos energúmenos como: “En la cancha colgados del paravalanchas y con la bandera, nunca mirando el partido, porque no miran el partido, arengan, arengan y arengan, la verdad, mi respeto para todos ellos”, durante la presentación del sistema AFA plus. Indudablemente no se refería al hincha promedio de futbol que a diferencia del barra sí mira el partido. Todo el mundo sabe cuál es el lugar central de privilegio en el centro de la tribuna y junto a las banderas, parados en el paravalanchas y sin mirar el partido que ocupan estos personajes.

En este contexto descripto el día jueves 1 de agosto se comunicó desde la sede de la AFA que el torneo inicial se denominaría “Nietos Recuperados” haciendo alusión al símbolo de la incansable y admirable lucha de Abuelas de Plaza de Mayo. Siendo yo uno de los 107 nietos restituidos no puedo en el presente contexto hacer otra cosa que salir a expresar mi abierto rechazo a esa denominación. Por un lado, claro está, porque todo el aparato comunicacional del gobierno utiliza abiertamente al fútbol como una herramienta de propaganda política, lo cual deja enmarcados a la totalidad de los nietos dentro de esa política partidaria, y por otro lado, claro está también, porque quien conduce los destinos de la AFA jamás mostró el menor interés en nada relacionado con los Derechos Humanos ni muchísimo menos, y de hecho colaboró abiertamente en la organización del mundial que acalló los gritos de las salas de tortura con los gritos que venían de los estadios.
No puedo aceptar que este fútbol que ha consolidado la impunidad de los violentos llevados a los mundiales y con empleos en la política lleve nuestro nombre como símbolo, no acepto formar parte del nombre que se le da a un torneo de fútbol organizado por una entidad que ha decidido que las amenazas de muerte a un árbitro en el vestuario no merecen sanción. Me niego a formar parte de un fútbol que permite, habilita y justifica que la parcialidad de un equipo en el clásico frente a su rival interrumpa el encuentro intencionalmente con pirotecnia desplegada en todo el estadio frente a la tolerancia, permisividad y complicidad de la policía, los dirigentes y muchos medios de comunicación, en un estadio que se supone está lleno de cámaras.
Me resisto a ser parte del un título que pretende lavar con derechos humanos la suciedad de las oficinas de la calle Viamonte adonde el poder eternizado por los métodos mafiosos del “todo pasa” ha llegado para quedarse.
Puedo anticipar las críticas que recibiré por semejante atrevimiento, se me dirá que el título ayuda en la búsqueda de otros nietos y en la difusión del trabajo de Abuelas, sinceramente no puedo vislumbrar cómo y tampoco creo que en nombre de esa buscada y necesaria difusión debamos asociar nuestro nombre a cualquier cosa.
No quiero que se malinterprete mi mensaje ni que se asuma que estoy en contra del deporte más popular y de la legítima pasión que despierta siendo yo mismo un futbolero incurable; siempre quise rescatar la pasión legítima del hincha que alienta y necesita de una vez por todas de una decisión política que quite a los delincuentes organizados disfrazados de hinchas de los estadios
Es por todo esto que le pido o mejor dicho le exijo a la AFA me quite del colectivo que implica el título en la figura de los Nietos. En lugar de llamarse “Nietos Recuperados” el torneo debería llamarse “Nietos Recuperados, salvo Matías Reggiardo Tolosa” lo agradecería y claro está que habrá otros que se sumarán a mi iniciativa y otros que elijan seguir siendo parte del nombre.

Matías Ángel Reggiardo Tolosa
Nieto restituido por Abuelas de Plaza de Mayo


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