lunes, 12 de agosto de 2013

Colchón político

El asunto hace tiempo que lo preocupa y, lo que es peor, lo entristece. Lo cierto es que cada mañana que marcha caminando hacia el colegio se topa con más gente durmiendo en la calle. Primero fue un muchacho a quien en el barrio conocen hasta por el nombre; después se sumó otro, que se acomoda en la puerta del edificio del banco abandonado de la calle Rondeau y La Rioja. Durante meses fueron dos o tres más, a lo sumo, pero en el último tiempo se fue sumando una docena que renuevan sus caras periódicamente.


Desde hace una semana hay una familia completa durmiendo entre cartones, acá a la vuelta, así que ya es tema de conversación en su casa cada vez que llueve o hace mucho frío. Una helada mañana pasó y le dejó un alfajor de chocolate al lado de uno que dormía sepultado entre trapos.

Pero también hay motivo para el humor. Ayer nomás vio a un tipo bastante viejo durmiendo sobre un colchón que se había armado con los afiches políticos que había logrado arrancar de la pared. Como en época de elecciones una cartel se pega sobre otro a una velocidad que se acelera a medida que se acerca la fecha del voto, el tipo se armó un pegote de papel de varios centímetros de grueso que seguramente casi se desprendió solo.  Con su compañero no paraban de reírse: el hombre apoyaba la cabeza sobre la mullida pila de papel y engrudo, y casi parecía que, entre sueños,  la Stolbizer le daba un beso en la oreja.


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