jueves, 30 de diciembre de 2010

La Asociación Gremial Docente de la UBA denuncia despidos en el Colegio Nacional de Buenos Aires

Comunicado de prensa

En el día de ayer, 29 de diciembre, los docentes y toda la comunidad del nacional Buenos Aires, fueron víctimas de  un nuevo e incalificable atropello: 27 docentes preceptores fueron cesanteados (se les informó que no se les renovaba el contrato) y que "debían" presentarse con su curriculum el 1° de febrero.
Otros colegas y funcionarios fueron cambiados de sus tareas habituales sin aviso ni consulta previos.
Así  "inauguran" su gestión y "nos regalan en las fiestas" las nuevas autoridades impuestas por el Consejo Superior con la oposición de estudiantes, docentes, padres y no docentes.
Tipifican el autoritarismo y la cobardía, junto con el desprecio a las más elementales normas de la relación laboral y académica y el desconocimiento de los derechos laborales y gremiales: La realizan un 29 de diciembre cuando todos preparaban las fiestas. Sin aviso ni consulta, sin fundamento alguno de la medida. cabe consignar que estas designaciones de suplencias venían siendo renovadas automáticamente en los últimos años desde su designación desde hace dos, tres y cuatro años.

El punterismo comiteril, las áreas de influencia y patronazgo se enseñorean en la UBA, siendo parte constitutiva de políticas para su destrucción.
La AGD UBA denuncia este atropello, encara y plantea a los gremios que militan en el Nacional la acción común en todos los planos para revertirlas de inmediato.
Reclamamos la continuidad en sus cargos para todos los colegas y el respeto a sus funciones.


lunes, 27 de diciembre de 2010

Sinécdoque Nueva York, de Charlie Kaufman

Antes fueron sus aclamadas aventuras como guionista en ¿Querés ser John Malkovich?, El ladrón de orquídeas, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y algunas otras. Ahora a Charlie Kaufman le llegó la hora de sumar la dirección a su habilidad para la escritura cinematográfica; el resultado se llama Sinécdoque Nueva York.
Especie de fábula oscura y pesimista, ambiciosa y ampulosa, sobre la existencia, la inevitable descomposición paulatina del cuerpo y la muerte de los hombres. Sobre un arte inútil -el teatro, en este caso- que busca capturar algún brillo de esa vida rápida y evanescente y sólo logra confundir la representación en los lados del espejo. Ocurre que hay tanto para representar…, y todo tiene tanto valor o tan poco.
Philip Seymour Hoffman es Caden Cotard y el título del filme pone en escena un juego de palabras con Schenectady, Nueva York, allí donde la historia se inicia con el chorro de agua que arranca la canilla y le parte la cabeza al pobre hombre, y la figura retórica mediante el cual se identifica y desplaza la parte al todo o el todo por una parte, y que en este caso alude al juego de la representación dramática donde la ciudad estadounidense es “reconstruida” en la propia casa (y alma y carne y hueso) del creador que busca recrear lo imposible.


La película sólo fue exhibida en el Festival de Cannes en el 2008 y en estos días se distribuirá comercialmente.
En un cierto momento la mujer de la limpieza pide “audicionar” para el papel del director y explica para lograrlo: “Yo lo comprendo… Caden es un hombre que ya está muerto, él vive en un mundo partido entre el delirio y el fracaso, y el tiempo está concentrado, confundido cronológicamente. Hasta hace muy poco él intentó muy valientemente encontrarle un sentido a su situación, pero ahora e ha convertido en piedra…” La interpretación vale para el conjunto y bien podría estar tirándole a los espectadores una soga hermenéutica, o tal vez no. Fragmentos, recuerdos borrosos, pensamientos y sueños, la búsqueda imprecisa y fallida de algún tipo de ordenamiento. “¿Dónde están todos?”


domingo, 26 de diciembre de 2010

La Asociación de Trabajadores de Enseñanza Secundaria se pronuncia en apoyo a los municipales uruguayos en huelga y militarizados por el gobierno que conduce José Mujica

Los Becarios de Secundaria publicaron en el grupo "Apoyo a Adeom contra el bloque patronal Frente Amplio-Blancos-Colorados" el siguiente comunicado en favor de los trabajadores municipales uruguayos en huelga y militarizados por el gobierno que conduce José Mujica:


Montevideo, 15 de diciembre de 2010


Frente al decreto del Poder Ejecutivo para el desalojo de las ocupaciones de edificios públicos por medio de la fuerza policial y las medidas ya adoptadas en el marco de su aplicación. Sumado al decreto de esencialidad del servicio de recolección de residuos y servicio de guardavidas por parte de la Intendencia Municipal de Montevideo.

La asamblea de la Asociación de Trabajadores de Enseñanza Secundaria:

Rechaza estos decretos como un paso más en la profundización de las medidas represivas contra las luchas de los trabajadores y el movimiento popular que viene llevando adelante el gobierno, profundizando la política neoliberal de los anteriores.

Expresamos nuestro absoluto rechazo al decreto de esencialidad, propio del "pachecato", que aplica la administración de la IMM contra la justa lucha de Adeom. Esta medida cuenta con el respaldo unánime del gobierno, el MTSS autoriza el pedido de esencialidad de la IMM, movilizan la policía para ocupar durante toda la noche los lugares de trabajo, acentuando una política de criminalización y represión contra los trabajadores en lucha. Llegando incluso a movilizar las Fuerzas Armadas para asumir tareas en la ciudad. Rechazamos cualquier medida que tome el gobierno contra los trabajadores por el incumplimiento de este decreto.

Denunciamos la campaña que se hace desde el gobierno -con el apoyo de los grandes medios de comunicación- y encabezada por el propio presidente Mujica de ataque a los trabajadores municipales y a los estatales en general, en un intento de dividir a los trabajadores.

La justa lucha del sindicato de Adeom se da en el marco de la aprobación del presupuesto quinquenal y busca impedir la rebaja salarial que quiere imponer la IMM, un reajuste semestral por IPC y no otorgar crecimiento salarial.


Vemos con preocupación cómo el Poder Ejecutivo no protege las garantías sindicales que establece la propia constitución en su artículo 57, así como la violación de convenios internacionales emanados por la OIT, ratificados por nuestro país.

Rechazamos estos decretos entendiendo que restringir el derecho a ocupar lesiona implícitamente el derecho a la huelga establecido por la Constitución y pone en riesgo la propia libertad sindical y gremial, golpeando a los trabajadores que en su lucha se propongan la legítima y justa medida de ocupación. Pero, además, advertimos el peligro de la extensión de éste decreto al sector privado, tal como lo están solicitando las patronales, que como era de esperar aplaudieron la medida represiva del gobierno.

Ratificamos con firmeza nuestro compromiso solidario con las luchas de todos los trabajadores -especialmente con el sindicato de Adeom Montevideo- por salarios, por mejores condiciones laborales y contra todo tipo de represión sindical y gremial.


Abajo la esencialidad y la militarización.
Esencial es el salario digno del trabajador.
¡Arriba los que luchan!


Ates (Asociación de Trabajadores de Enseñanza Secundaria)


I-Roy y su musical ataque de los tiburones

El jamaiquino Roy Reid, conocido artísticamente como I-Roy, nació en 1949 y dejó este mundo en 1999. Durante la década del setenta fue una de las piezas claves de la “reorientación” y el enriquecimiento de la rica tradición del reggae, mezclando algo de pop, otro poco de ambient drum-and-bass, una voz pesada que dice, enfatiza y recita más que cantar, y que por eso hará las delicias de los cultores del hip hop por venir.
Si bien alguna vez se le animó a los “conceptos” y siguiendo su estela en 1978 grabó Los diez mandamientos, supo brillar en realidad con ideas menos graves y mucho más divertidas, aun cuando nunca dejó de mentar a los próceres de la cultura reggae y su ideario.


En 1976 grabó su mejor álbum que bautizó Musical Shark Attack (Musical ataque de tiburones). Once temas que mezclan tributos a Marcus Garvey y Michael Holding con una singular versión de “Run for your Life”, de Lennon y McCartney. Para rescatar.


sábado, 25 de diciembre de 2010

Una historia violenta, John Wagner y Vince Locke/David Cronemberg

John Wagner y Vince Locke pergeñaron Una historia violenta, la novela gráfica original (Paradox Press, 1997) que arranca en la pueblerina cafetería de los Stall, con un fuerte tufo a “Los asesinos” de Ernest Hemingway.  El pasado que vuelve, la ciudad que se derrama en su mal y el pobre Tom (Joey Cusack) tiene que volver al revólver y marchar a Philadelphia para terminar con la historia de una vez por todas. O sea la tradición del policial negro revisitada con las mejores mañas de quienes ya se han leído todos los relatos mejores del género, y los demás también, además de haber deambulado profesionalmente por cientos de historietas, desde el Juez Dredd hasta Sandman.



Comienzo cansino, sol, siesta, pueblo, innecesarias muertes, y finalmente la prometida Historia de violencia, que David Cronemberg dirigió tratando de apartarse un poco de sus bichos de siempre. Howard Shore otra vez puso la música; Vigo Mortenssen y Ed Harris, buenas actuaciones y eficaces personajes. A suelen dar por televisión de cable y aire.
“Monstruos, Jack”, dice de inmediato el sueño de la nena…


The magnificent Amberson’s, la saga frustrada de Orson Welles

Filmada en 1952 con la dirección de Orson Welles, la película  está basada en una novela de Booth Tarkington que ganó el premio Pulitzer en el año 1919. Se trata de una saga familiar y de pudorosos amores desencontrados por hijos caprichosos. Atrás, la historia grande que corre de manera acelerada con la simbólica llegada del automóvil que, de algún modo, pone epílogo a la narración y prólogo a un mundo industrial que arranca para cambiarlo todo.


Es la obra cenimatográfica que siguió a Citizen Kane y,  según el propio Welles, sufrió una enorme presión por parte de la productora: más de cuarenta minutos, donde Welles consideraba que se encontraba el carozo del filme, fueron suprimidos, y la secuencia final no fue escrita ni dirigida por él. La hora y media del resultado final poco tiene que ver con el guión original que Welles escribió. Y pese a todo es imposible perdérsela, e imaginar cómo es posible que originalmente fuera mejor.


Los 5000 dedos del doctor T, de Roy Rowland

Dentro del arte en general y del cine en particular hay ya una tradición o género definido que podríamos llamar el “infantil-surrealismo”, o sea esas historias que se alimentan de un relato contado para los más chicos aunque lo van retorciendo y extrañando lo suficiente como para convertirlo, un poco en otra cosa. La recta puede ser trazada entre los puntos que ofrecen La noche del cazador de Charles Laughton y las varias de Tim Burton.


Enm el medio hay otras, muchas, de suerte y mérito variado. Como ésta de 1952 la extraña Los 5000 dedos del doctor T, que tuvo como director a Roy Rowland, y a los actores Peter Lind Hayes y Mary Healy en los papeles principales. En el centro de la historia, como no podía ser de otra manera, está el niño Bart, su padre muerto y la tortura de las lecciones de piano a las que, por su “bien”, es sometido diariamente. Su maestro es el terrible Doctor Terwilliker: y entre lección y recreo llega finalmente la pesadilla psicodélica.
Rápida, divertida, con el filo algo mellado por el tiempo.


Dopamine, de Mark Decena

John Livingston interpreta a Rand Forrester, un diseñador de software de animación excesivamente analítico que, en los recreos, pretende entender sus reservas sobre el amor. Sabrina Lloyd es Sarah McCulley , una maestra de jardín de infantes inflamada de angustia posmoderna y tontas obsesiones personales que siempre le juegan en contra. El brasileño Bruno Campos interpreta al seductor Winston. Más o menos ahí, con ese trío, más Sam, la hija dada en adopción, se arma ese raro melodrama que se llama Dopamina. De 2005, dirigida por Mark Decena.
Koy Koy, Ki Ki, hay algunos elementos de animación algo pedorros que conspiran contra el resultado final, que es bastante aceptable.


Night Train, de Diao Yinan

Night Train (Ye Che) es una película que el chino Diao Yinan dirigió en 2005 gracias a una bien modetas financiación francesa y norteamericana. La música es de Wen Zi. Yinan ha contado en algunos reportajes que el filme se fue armando a partir de la idea que le procuró un sueño recurrente en el que se imagina en la cárcel, condenado a muerte y esperando el momento en que el castigo se cumpliera, y la sensación de alivio y “recuperación de la vida” que le procuraba despertar de la pesadilla.


Así, en este Tren Nocturno (vaya a saber uno si es el título original) se cuenta la historia de Wu Hongyan, alguacil femenino de un tribunal regional en el oeste de China, que se dedica a compañar a mujres condenadas a muerte a causa, por lo general, de hacer cometido crímenes de pasión. Los años han vuelto Wu sombría y dura, pero aún así intenta salir del pozo buscando una pareja a través de los viajes rumbo al baile que realiza todos los sábados a la noche, como quien arroja botellas a un mar rodeado por las sombras grises de la industria china. Los encuentros por lo general son banales y bastante frustantes, y cuando por fin un hombre parece brillar en el reflejo de sus ojos, ocurre que es el marido de una condenada.
Una hora y media bien recomendable.


Confesiones muy íntimas, de Patrice Leconte

Ana (Sandrine Bonnaire) se equivoca de puerta y sin prestar mucha atención al entorno termina contándole sus desventuras matrimoniales a un completo extraño a quien imagina psiquiatra pero que en realidad es el contador William Faber (Fabrice Lucchini). El tipo, entre culposo e inconsciente, al menos al comienzo, deja que el equívoco corra y se repita, entonces la trama va tomando forma y el mundo de uno y otra lentamente entra en el fuera de foco y la inquietud.

La música es de Paul Esteve, el guión de Jérome Tonnerre, la producción de Alain Sarde y la dirección de Patrice Leconte, quien también colaboró en el guión. Confesiones muy íntimas (Confidences Trop Intimes) fue estrenada en el 2004. Una comedia dramática (¿así se dice?) inteligente y bien narrada; una suerte de Truffaut algo perverso.


viernes, 24 de diciembre de 2010

Moraleja


Bueno, es posible que por fin hayas tomado conciencia”, dice el docente con una media sonrisa colgando de su boca y dando por finalizada la pequeña charla que abrió la pregunta del alumno.
Así, dijo, más o menos, piensa el estudiante. Quizás el otro pretendía un estímulo y le salió un  exceso. El muchacho ahora lo mira a lo lejos, mientras el hombre da vueltas parsimoniosas por los bancos del fondo, y no sabe si lo que le dijo significa que en las respuestas van bien encaminadas y puede por lo tanto esperar un buen resultado final si “sigue así”, o que más vale que entregue ya y vuelva en marzo.


Al pasar

Acá atrás hay lugar para usted.

(Grafiti de humor negro en Jorge Newbery al 3800, sobre un tramo del paredón que rodea el cementerio de la Chacarita.)


Dreaming Lhasa

Se trata de una ficción-documental dirigido por Ritu Sarin & Tenzing Sonam en el 2005, entre la India e Ingleterra. Es la historia de Karma, una joven directora yanqui de origen tibetano, viaja a Dharamsala, un poblado ubicado en el norte de la India, centro espiritual y, sobre todo,  político de la diáspora tibetana, y lugar donde vive el Dalai Lama. Allí se entrevista y se relaciona entre Dhondup, un monje oscuro al que los chinos tuvieron en la cárcel varios años por actividades “antichinas”, y que ahora convence a Karma para que lo acompañe en el cumplimiento de una promesa que le hizo antes de que ella muriera. De llevar un amuleto (que en su interior tiene una cápsula de cianuro) a un individuo llamado Loga, quizá su padre, que vive a la sombra de la CIA.


Documental, Tibet, viaje desde Occidente, producción de Richard Gere (hummm), exiliados tibetanos en la India… El filme parece rumbear hacia un lado pero de golpe un cierto cortocircuito argumental hace que todo se vuelve pegajoso, medio inentendible y paranoico, que la salva de ser el alegato tan temido que se va perfilando. Una irregular hora y media que tiene algunos momentos para el rescate.


viernes, 17 de diciembre de 2010

El represómetro (Aníbal Fernández y el ministro de gobierno de Córdoba -dos verdaderos estadistas- discuten quien es pior…)

Por la mañana y en la radio Cadena 3, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández dijo mostrarse sorprendido por el grado de violencia con que la policía de Córdoba reprimió a los estudiantes que marchaban en contra de la aprobación de la nueva ley educativa. “Dígame qué es lo malo, lo tan malo, lo tan grave, lo tan asesino y no sé qué otra palabra  buscar, para que arrastren a un estudiante por las calles de Córdoba de los pelos. No lo puedo entender… Yo pienso en verlo a mi hijo en las condiciones de ser arrastrado por el suelo, tirado de los pelos, y la verdad me da una tristeza fenomenal”, relató.
De inmediato, el ministro de Gobierno de la provincia de Córdoba, Carlos Caserio, salió a contestarle fuerte. Dijo: “No necesitamos que Aníbal Fernández nos venga a dar una receta en seguridad. Es la peor persona que nos podría aconsejar sobre seguridad, tal como se vio por lo sucedido en Villa Soldati. Nosotros no tenemos ningún muerto”, sentenció Caserio, en clara referencia a lo ocurrido días atrás en el frustrado desalojo del Parque Indoamericano y el accionar de la Policía Federal.
Tal la calaña de la discusión: ¿qué marca el termómetro de la represión? ¿Quién es el funcionario más cruel y que maneja la policía más brava? ¿Quién guarda más muertos en el baúl…? Estamos en manos de los peores.



miércoles, 15 de diciembre de 2010

Los estudiantes cordobeses marchan contra la ley de educación privatista y proclerical que fogonea el gobierno provincial

Los estudiantes cordobeses marchan en este momento por el centro de la ciudad capital en rechazo a la ley de educación que se está tratando en la Legislatura y que sería aprobada esta tarde. “La intención es que nos dejen pasar a la Legislatura. No entendemos por qué pusieron un vallado policial si es una manifestación pacífica”, dijo uno de los estudiantes al periodista de La Voz del Interior.
La movilización avanza hacia la Legislatura desde Colón y General Paz y otra columna baja por Hipólito Yrigoyen desde la Ciudad de las Artes; las columnas se encontrarán frente a la Unicameral para seguir protestando contra la privatización de la educación y el avance de las instituciones religiosas que trae consigo la Ley de Educación provincial propuesta por el oficialismo y que se intenta votar.


Por otra parte, según el informe de la agencia Púlsar, “el movimiento estudiantil cordobés continúa en pie de lucha” con una serie de acciones directas no violentas. El conflicto lleva más de 3 meses y se inició con el reclamo de obras de infraestructura para los edificios de las instituciones educativas. Ante la presentación de un proyecto de ley de educación provincial, los estudiantes y docentes reclaman tener participación real en los debates.
Debido al inminente tratamiento del proyecto en la Legislatura Unicameral de la provincia, exigen la anulación del mismo y la convocatoria a un Congreso Pedagógico con participación real de la comunidad educativa. Martín D´Andrea es estudiante de Filosofía y se encuentra realizando la medida de huelga de hambre encadenado a las puertas de la Legislatura. En diálogo con Radio El Grito, explicó los puntos críticos del proyecto que presentó el Gobierno de la provincia de Córdoba. Entre ellos, mencionó que la educación es considerada un servicio y no un derecho y que la formación artística es rebajada de disciplina a la categoría de modalidad.
Además, expresó que de aprobarse este proyecto las empresas privadas tendrán incidencia en el diseño curricular y que la formación religiosa se volverá a introducir en la educación pública.


jueves, 9 de diciembre de 2010

Al pasar

El asaltante, de Pablo Frendik

El asaltante es la primera película que escribió y dirigió Pablo Frendik. Se conoció en el 2007. Filmada con cámara en mano, pegada a la nuca del personaje que anda de acá para allá, en tiempo real y sin abrir mucho el cuadro, narra las andanzas Alberto Williams/Carlos Schultz, tales los pseudónimos inventados por el ladrón en cuestión (interpretado por Arturo Goetz). En algunos medios se mencionó el filme como parte de una “nuevo ola” (otras más) del cine argentino, en otros se ironizó acerca de su parecido con el vertiginoso arranque de Roseta y otras obras de los hermanos Dardenne. En fin, todo puede ser.


Ahora, cuando, después de los asaltos a los dos colegios privados que se llevan la mayor parte de la historia, sobre el cierre nos enteramos (y perdón por contarles el final) que el malviviente se desempeña en una escuela primaria pública, y la memoria permite componer la antítesis de los grandes espacios, las escaleras y los patios de los privados versus el espacio chiquito y abarrotado de escolares de la pública, la fábula se convierte en poco más que un chiste reparador. La película se derrite en limitado ejercicio.
No vimos la otra de Frendik, La sangre brota. Otro día les contamos.

Fernando Tarrés y Lucía Pulido, Libro de canciones

Fernando Tarrés nació en Córdoba, toca la guitarra, estudió composición y orquestación durante un lustro con Carlos Franzetti, poco después compuso sus primeras obras de cámara y trabajos sinfónico. De 1989 es su disco inaugural, Suelo Indómito, que editó Melopea. Después anduvo por el mundo, se radicó en los estados Unidos, trabajó como arreglador para muchos músicos reconocidos, dio vida y colaboró en otros muchos álbumes. Suele tener un grupo que se llama La Raza. Su música mezcla jazz, folklore, algo de tango y otro mucho de experimentación.


En 2005 grabó junto a la cantante colombiana Lucía Pulido un hermoso disco que se llama Songbook I. La obra logra mixturar el aire popular de las melodías elegidas con los arreglos e interpretación que ya quiebra o exaspera las tonadas originales para encontrarles alguna vuelta personal, ya vuelve sobre ellas y las devuelve a su desarrollo melódico tradicional. El trabajo vocal de la Pulido es de primer (escuchen si no, “Agüita demorada” o “La arenosa” o el soberbio “Cantos de vaquería”); la guitarra y el resto de los músicos (en poarticular Rodrigo Dominguez en saxo y clarinete) ha sabido encontrar, para acompañarla, un punto de equilibrio de rara lógica y economía entre la tradición y la novedad.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Una pálida esta ciudad

Las jergas de cualquier tipo, los usos y arpopiaciones de la lengua por parte de algún sector social particular, encierran un conjunto de complejidades que no vuelven fácil su descripción y definición. La refuncionalización de ciertos vocablos y giros, la invención de términos, los énfasis variados, las “anomalías” sintácticas, etc. alimentan esa complejidad. Pero como los medios de la comunicación masiva y la industria cultural son por lo general amigos de lo simple, para dar cuenta de un juego lingüístico de tal naturaleza -de un cierto sector juvenil urbano, en este caso- liquidan la cuestión con dos o tres palabras clave y alguna vocal más o menos alargada, que se convierten entonces en una especie de dedo índice fluorescente que apunta automáticamente hacia el estereotipo.
Todo esto viene en referencia a que de pronto volvimos a reencontrarnos con el término “pálida” que supo hacer furor a comienzos de la década del setenta en esta bendita Buenos Aires con la pretensión de hacer justicia con la impiadosa urbe de cemento. La palabra traducía una idea importada pero que incluso se exportó a través de los representantes de la música grabada del “rock nacional”.


Así “La pálida ciudad” de Billy Bond y la Pesada del Rock and Roll,  o “esta pálida ciudad” cantada por los Sui Generis en su ultrapegadizo y conocido “Lunes otra vez”… Más allá de los ejemplos ilustres “es una pálida”, ¡qué pálida”, terminaron (por un tiempo breve es cierto) convirtiéndose casi en una focalizada contraseña generacional. Gracias a la magia de la Internet nos topamos con un  disco simple perdido de La Máquina, la banda que lideraron Raúl Fernández y Enrique Díaz, y que sólo dejó grabado un “sencillo” en 1973 de dos caras antes de presentarse un par de veces con Pappo y disolverse luego en las aguas de un Vox Dei que buscaba la resurrección. Esta banda señera del oeste bonaerense grabó en el lado a del disco en cuestión su “Blues para Ramos Mejía” y en el b, precisamente, “La pálida del rock and roll”: (“Todo el día, siempre, todo el día y toda la vida de rock me quiero alimentar”, y el cierre: “Un lugar acá en el campo, me quiero desurbanizaaar…”).
Como toda fórmula tan fuertemente estereotipada hoy mueve a risa. Aunque quizás no esté de más invocarla ahora que con el verano el asfalto, los grandes edificios y las aglomeraciones de tránsito vehicular y de personas se vuelven particularmente densos e indeseablemente pegajosos.

El disco mencionado se consigue acá:


La nodriza, Pirandello/Bellocchio

La nodriza (La balia) es un relato del italiano Luigi Pirandello. Siguiendo una fórmula narrativa bien tradicional la narración, sobre el fondo de esa historia mayor, cuenta otra, menor, particular. Entre la una y la otra hay obvias relaciones, pero también distancias, tensiones, no una fácil articulación o sometimiento. El marco es el de la Italia de comienzos del siglo veinte, convulsionada pos las migraciones internas, la transformación, económica y cultura, las tensiones sociales, la extensión de las ideas socialistas.
En la ciudad de Roma el médico Mori goza de gran prestigio y buena posición económica; tiene a su cargo un hospital para “enfermas mentales”, aunque a sus camas van a parar no sólo las mujeres que padecen algún mal psicológico sino también las rebeldes políticas que buscan escapar de la persecución del gobierno. La mujer de Mori da a luz, pero desde el momento mismo en que nace la madre siente un anormal rechazo por su hijo y se sumerge en el silencio y la depresión. Su marido contrata a una joven del interior del país que debe dejar a su propio hijo e, impulsada por la necesidad, instalarse en la casa de los Mori para amamantar y criar al recién nacido. El esposo de la nodriza es sólo una sombra, un preso político que cada tanto envía una carta para informar de su suerte. El cruce social, los diferentes modos de ver el mundo y la vida, las expectativas de hombres y de mujeres, de ricos y de pobres, los fulgores de la ciudad y el campo, toda esa materia es amasada con maestría y simplicidad por Pirandello.


En 1999 el director Marco Bellocchio tomo el texto original y lo convirtió en una película producida por la RAI. El resultado es bárbaro; en primer lugar por las grandes actuaciones de Fabrizio Bentivoglio (el profesor Mori), Maya Sansa (Annetta, la nodriza) y, sobre todo, Valeria Bruni Tedeschi (Vittoria, su esposa). Sin exagerar con la “reconstrucción histórica” o “de época”, como se suele decir (y pedir), Bellocchio logra capturar la atmósfera descripta por Pirandello y llevarla a la pantalla con todos sus matices.
Hay momentos particularmente logrados, como la escena en la que Mori intenta enseñarle a escribir a Anetta o la represión que se desata en las calles que se van perdiendo en el fárrago del humo de los disparos y las banderas rojas.
Cada tanto dan el filme por algunos de los canales del cable.

Outlaws, Dama que espera

Desde fines de la década del sesenta el rock sureño (southern rock, indicación geográfica general que en realidad se detiene en la referencia particular del sur de los Estados Unidos) ha logrado consolidar una suerte de identidad propia. Hay dos grandes bandas emblemáticas al frente, los Allman Brothers y Lynyrd Skynyrd, y un poco más atrás un ejército confederado de muchos epígonos y otros (menos) talentos que se destacan por mérito propio. La lista total, claro, es virtualmente infinita y llega hasta la actualidad.
En ese listado hay una agrupación que no suele ser demasiado destacada y se llama Outlaws, los Fuera-de-la- ley, según aquella traducción que alguna vez propusieron Litto Nebbia y los Gatos-con-Pappo.
Los Oulaws existieron en verdad desde comienzos de los setenta hasta mediados de los ochenta, y después cada tanto se reunieron para rapiñar alguna moneda, qué se le va a hacer. Tienen más de una docena de álbumes grabados y atesoran miles de presentaciones en vivo. Las guitarras de Hughie Tomasson, Billy Jones y Henry Paul son las verdaderas responsables, para bien y para mal, del sonido de la banda. Son canciones que el trío compone, arregla y canta con el respaldo de Monte Yoho en la batería y el bajo de Frank O’Keefe. Sus discos son entre regulares, malos y pésimos (como el esperable Ghost Riders, de 1980).
Pero en 1976 grabaron un disco impagable que, por esas cosas del capitalismo, en épocas de la dictadura militar conoció una edición nacional argentina. La placa se llama Lady in Waiting.


Son nueve canciones, y hay dos realmente excepcionales. La primera es “Free Born Man” (algo sí como “Hombre que nació libre”) con un arreglo de guitarras, que ya se aceleran ya se detienen, arman un solo vertiginoso y ascendente, y después vuelven a la melodía inicial, con aceitada maestría. La otra pieza es “Girl from Ohio”, una canción melancólica y tranquila, y en la cual las guitarras se dedican más bien a perderse detrás de las voces que tejen sus armonías en el camino en que los Eagles supieron brillar. Búsquenlo.

De los presos en huelga de hambre del Centro Universitario Devoto

Lo que sigue es un fragmento particularmente significativo de la carta que los presos en huelga de hambre del Centro Universitario Devoto enviaron al festival realizado por la Federación Universitaria de Buenos Aires en la Plaza de Mayo para exigir el juicio y castigo a todos los culpables de la muerte de Mariano Ferreyra:



(…) En tiempos en que resulta políticamente correcto reconocer los avances del gobierno nacional en materia de Derechos Humanos, nosotros afirmamos que los Derechos Humanos en las cárceles argentinas son vulnerados sistemáticamente: Basta con leer los informes anuales de la Procuración Penitenciaria y del Comité contra la Tortura de la Provincia de Buenos Aires, para comprobar una realidad cotidiana de muertes, torturas, atropellos y tratos inhumanos que son de absoluta responsabilidad institucional.
Es dentro de este sistema penal perverso e inhumano que la Universidad de Buenos Aires, a través del Programa UBA XXII, viene funcionando desde hace veinticinco años generando un espacio libertario que los presos hemos sabido sostener y que muestra el más bajo índice de reincidencia de todo el país. Un espacio de resistencia al atropello institucional, de reflexión crítica sobre la realidad social y, en definitiva, de libertad de pensamiento ante la opresión del encierro.
Este Programa, por sus características de autogestión y autonomía dentro de una institución total como lo es la cárcel, viene siendo atacado por los sucesivos Ministros de Justicia y por el Servicio Penitenciario desde su misma creación en 1985.
Hoy, bajo el gobierno que más ha avanzado en materia de Derechos Humanos, estamos sufriendo el ataque más profundo y dañino en toda la historia. (…)

Horacio Larumbe, Carnaval

Horacio Larumbe nació el 5 de enero de 1939 en Lincoln, provincia de Buenos Aires y tocó el piano desde siempre. Parte de los años sesenta los pasó en Suecia; cuando volvió a la Argentina se había convertido en organista, cosas de la moda de época, pero el berrinche duró poco. Falleció en 2003, a los 64 años. El músico ciego tocó infinitas veces, en conciertos y sesiones de grabación, con infinitos músicos criollos y extranjeros de primer nivel. Supo mostrarse como un alma ecléctica que, si bien siempre volvió a los fraseos básicos del jazz, nunca ocultó su amor por el tango (vale al respecto mencionar el disco grabado en vivo en el Teatro Presidente Alvear en el 2003 junto a la cantante María Volonté, casi un testamento), ciertos ritmos latinos e incluso folklóricos de la Argentina, además de incursionar también en el repertorio “académico” clásico para gran piano.


El sello Melopea rescató en su momento unas cintas grabadas en vivo en el Teatro General San Martín, en 1990, con el título de Hombre de jazz. Pero aquí queremos destacar la que nos parece su mejor grabación. Se llama Carnaval, es de 1996 y tiene a Roberto Césari Jr., en la batería y el irrompible Jorge González en el contrabajo, que hacen todo lo posible por pasar inadvertidos.
Son nueve composiciones standards, que posibilitan que Larumbe despliegue toda la creatividad y frescura de su fraseo melódico e imaginación como improvisador. Dos composiciones que merecen el destaque son “All the Things You Are” y “The Preacher”, el cierre. 

Los cazacabezas de Herbie Hancock

Herbie Jeffrrey Hancock nació en la ciudad de Chicago en 1940 y ha incursionado en todas las vertientes de la música negra estadounidense, en particular en las múltiples corrientes derivadas de la fuente del jazz. Supo ser desde el vamos un experimentador en los sonidos de teclados, y si bien es un maestro en el piano tradicional, también se destacó desde comienzos de la década del sesenta con su manejo del clavinet Hohner y el piano eléctrico Rhodes.
Brilló con Donald Byrd y en algunos de los más grandes discos de Miles Davis hasta que se largó con banda propia. Después de algunas idas y vueltas -y siguiendo el camino de otros músicos parecidos, como Chick Corea, por ejemplo, o el propio Byrd- decidió que quería escapar a los circuitos reducidos y aclamados por la crítica para cultivar una vena más popular, y con lo suyo acercarse incluso a las salas de baile y las radios bien comerciales. Así llegó a su particular versión del funk.
En 1973 dio a conocer Headhunters, uno de los álbumes más vendidos de la historia del jazz que ya no era -estrictamente hablando- jazz. Es simplemente fantástico el modo en que Hancock utilizó su entrenamiento con los grandes maestros jazzeros y su buen saber y entender para mezclar a Sly Stone, James Brown y Curtis Mayfield y armar cuatro temas extensos que se puede considerar precursores de buena parte de los arreglos que más tarde el hip hop traería consigo. Bennie Maupin en saxo, Paul Jackson en el bajo, Harvey Mason, Bill Summers y Mike Clark en la percusión, más sintetizadores y algún que otro efecto.
Jazz fusion de vanguardia, y de verdad.


martes, 30 de noviembre de 2010

La mancha humana, según Roth/Benton

The Human Stain (La mancha humana) es una novela que el norteamericano Philip Roth publicó sobre el final del siglo pasado y cuya traducción distribuyó la editorial Alfaguara en el 2001. Es un relato ambicioso que, a través de la vida y muerte de su personaje central, se las arregla para trazar un  moralmente amargo panorama de los Estados Unidos de las últimas décadas. El personaje en cuestión se llama Coleman Silk, un negro que -por esas cosas de la genética- no es muy negro y su apariencia blanca la va a permitir conseguirse un par de mujeres de ese color y algunas ventajas sociales, tanto en la Armada como en los estudios superiores; a tal punto que en determinado momento termina por meter la crucecita de “White” en uno de los formularios que le hacen llenar y desde entonces se olvida de su madre y sus hermanos, ellos sí definitivamente negros.


Se convierte más tarde en un prestigioso profesor universitario a quien -sorpresas te de la vida- en cierto momento sus colegas acusan de racista precipitando la muerte de su mujer y la huída del hombre hacia algún lugar donde pueda refugiarse de la estupidez. Allí seguirás sus días como docente y sin buscarlo mucho una lluviosa mañana se topará con una mujer joven, cuya suerte está signada por la tragedia de haber perdido a sus dos hijos en un accidente y la sombra de su ex marido que la persigue como una enfermedad. La mujer que tiene tres trabajos, porque, según afirma, “la acción impide el pensamiento”, de alguna manera sacudirá el último tramo de la existencia de un Silk ahora adorador del viagra, antes de que se precipite la anunciada tragedia final mientras de fondo se escuchan las discusiones de café y los cuchicheos con que la gente sigue el entuerto Clinton/Lewitsky…


En el 2003 Robert Benton dirigió la versión cinematográfica de la historia. Anthony Hopkins se puso el traje de Silk, Nicole Kidman interpretó a la joven madre llamada Faunia que ha perdido a sus hijos, y Ed Harris le prestó el cuerpo a su ex esposo, Lester Fawley. La película es bastante literal y va mezclando con buen tono el ahora y el ayer de Silk, para que el destino vaya completando su figura. Gary Sinise interpreta al escritor que se hace amigo y confidente de Silk, e inspirado por él escribe la novela que lleva por nombre el que ya sabemos. Las apariciones de este novelista y sus acotaciones en off suman los momentos más flacos del filme, que, por lo demás es bastante aceptable. Cada tanto se lo encuentra en los canales de cable y en horarios inesperados.

Saquen una hoja...

(El que habla es un hombre de entre treinta y cuarenta años; está vestido más o menos formalmente, con un saco, aunque es visible que se trata de ropa de segunda calidad y muy usada. Se estira sobre la silla y enciende un cigarrillo, antes dejó sobre la mesa grande su portafolios de cuero marrón. Es un docente de escuela secundaria que cuenta una anécdota divertida para sus imaginarios colegas -que cada tanto se confunden con el público- durante un recreo en la sala de profesores.)

-Es varón, y los varones no se andan fijando en cosas como los útiles. ¿Quién podría tener tiempo para pensar en cosas como los útiles? De última, cada vez que necesita algo le pide a algún compañero, siempre hay alguno cerca y si el mangazo no recae sobre el mismo es difícil que le planten un “no” en la cara. Pero esta vez -yo doy Física, ¿saben, no?-, esta vez fui terminante, así que la astucia le indicó al pibe que por una vez más vale aflojar. Les dije: “El jueves ni bien yo llego ustedes sacan la hoja, yo primero dicto unas consignas, después paso los temas fotocopiados y se ponen a trabajar en silencio. Es la nota que cierra el año y conviene que aprovechen bien los ochenta minutos para resolver los problemas y revisar bien todo al final. Ah, y no quiero que ningún vivo empiece a pedir hojas a los gritos, ¿estamos? Cada uno se viene preparado con tres hojas de carpeta por lo menos, y listo...”.


Me imagino que fue entonces que el pibe –Vázquez, Sergio, ¿no?-, que está haciendo equilibrio con más de una materia entre diciembre y marzo, decidió que era prudente deponer algunos principios y le pidió a la madre que le trajera de vuelta del trabajo un block chico de Rivadavia número tres. Como que hay un dios que lo que más rabia le daba era tener que comprarlas ahora, cuando el año escolar ya casi terminó, pero, claro, seguro que calculó que el esfuerzo no era mucho si lo que está en juego son unas vacaciones más o menos largas y en paz.
Bueno, llega el jueves y a las nueve en punto entro al aula y lanzo como un locutor de noticiero las palabras previstas, y ahí nomás veo de costado cómo el chico manotea las hojas rayadas de su mochila descosida. Yo agarro las mías del portafolios (Ahora el tono se vuelve más lento y enfático.) y voy a empezar a dictar pero de golpe me paro porque lo ve a Vázquez, Sergio, todo sudado y con la mano en alto... Bajo la hoja, lo miro y con cara y tono de pocos amigos le pregunto: “¿Qué pasa, Vázquez?”, y el chico contesta, más que a mí hacia el aula: “¿Alguien tiene una lapicera de más?”.


Un episodio en la vida del pintor viajero, de César Aira

César Aira. Un episodio en la vida del pintor viajero. Rosario: Beatriz Viterbo, Colección “Ficciones”, 2003. 92 páginas.

En un corto ensayo titulado “La nueva escritura” César Aira ofreció una resumida biografía del género novela. Allí describe inicialmente el ciclo de constitución y afianzamiento de la llamada “novela profesional” (Honorato de Balzac, Charles Dickens, Leon Tolstoi...), verdaderos colosos que escribían a toda hora del día y dejaron para la posteridad y el placer de los lectores centenares de obras. Pero en el período inmediatamente posterior, explicaba Aira, la historia empieza a  trajinar cuesta arriba; escribir se convierte en un penoso esfuerzo, una enfermedad: Gustave Flaubert apenas puede con media docena de títulos; Marcel Proust escribe una sola e infinita novela que no alcanza a ver publicada en vida; James Joyce dos... En opinión de Aira las vanguardias estéticas irrumpen en las primeras décadas del siglo XX en auxilio de los artistas; empujan los vagones ayer nomás atascados hasta la cima y aceitan las ruedas para que, de allí en más, lo difícil vuelva a ser sencillo, vértigo, caída libre.
La facilidad, claro, pone en riesgo la existencia misma del escritor, puesto que quita la tarea de inventar ficciones de las manos de los “profesionales” y la devuelve al conjunto: cualquiera puede hacerlo (“La poesía debe ser hecha por todos, no por uno” reza la muy conocida frase del Conde de Lautremont que Aira cita como argumento). En este contexto se deben, en consecuencia, ubicar las varias decenas de novelas que Aira escribió desde su Moreira, de 1975, además de artículos y ensayos sobre Copi, Alejandra Pizarnik y un diccionario de autores latinoamericanos. Malicioso, un chiste de estudiantes de letras compara al escritor con el Litto Nebbia de comienzos de los ochenta.


Algunos especialistas -aunque sin mucha convicción y con cierta incomodidad, es verdad- indican que allí estaría el truco del escritor: en la muestra de una gozosa y exagerada capacidad de fabulación todoterreno que se regodea en la facilidad de la escritura y, de paso, burla las exigencias de excepcionalidad. Ahora bien, ¿esto es un valor? Si lo fuera, pues Nebbia al igual que otros muchos deberían realizar similar reclamo.
Un episodio en la vida del pintor viajero es un relato que se presenta con la forma de una biografía comentada, casi como las que acompañan los catálogos de las muestras de artes plásticas. Se trata, precisamente, de la vida de Johan Moritz Rugendas (1802-1858) quien recorrió, al comienzo de la mano del naturalista Alexander von Humboldt, buena parte de la América recién independizada, desde México hasta Brasil, Chile y la Argentina, y testimonió con su arte los más diversos paisajes continentales, sus animales y plantas, sus tipos humanos.
A lo largo esa travesía el relato focaliza sobre el épico viaje -digno de la leyenda sanmartiniana- con que Rugendas y su compañero Robert Krause, más la guía de baqueanos chilenos, pretenden unir Mendoza y Buenos Aires. Después de varias desventuras y tras la obsesión de toparse con un malón (un motivo ya clásico en Aira), en medio de la pampa un rayo intempestivo fulmina Rugendas y su caballo en una escena concebida en cámara lenta y con las formas descriptivas del dibujo animado. La escena suministra al relato esa “suave, instantánea inyección de eternidad” que se mentaba en la contratapa de La luz argentina (1983), aleja el relato de la discusión sobre la posibilidad de representación del mundo y lo transporta hacia el borroso límite que serpentea entre sueño y vigilia.
Un episodio en la vida del pintor viajero se ubica a mitad de camino entre los mejores textos de Aira, como La luz argentina ya mencionada, y aquellos de menor interés que comenzaron a sucederse una década después, como La guerra de los gimnasios (1993). De cualquier modo hay razones poco espirituales que esta vez inciden a la hora de recomendar o no su lectura: que la editorial y las librerías criollas pretendan los mangos que pretenden por ochenta paginitas es, para ser medidos, una barbaridad.


El proceso de Edward Simon

El proceso es el apelativo de reminiscencia kafkiana que el pianista venezolano Edward Simon eligió para el álbum que grabó en 2003. Para no pifiarla eligió a John  Patitucci para que se hiciera cargo del contrabajo (escuchen su trabajo en “Calabria”, una de las piezas más destacadas) y a Eric Harland de la batería. El resultado es el del power trío por antonomasia del jazz contemporáneo. 


Eligió también algunos standards (el “ajeno” y tradicional “Woody’n You” es uno de los arreglos más logrados) para intercalar con las composiciones propias. El resultado es más que aceptable. Arreglos clásicos pero eficaces e imaginativos, y cada tanto algún quiebre o pata fuera del plato (“The Process”, el lírico “Reprocess”, la folklórica “Tonada del cabrestrero”) para exorcizar toda monotonía.
La capacidad técnica de Simon y sus dos acompañantes queda fuera de discusión al minuto de escuchar el disco; a partir de entonces la duda es si la fuerza y la imaginación serán también convidadas. Y sí. 


Tico Arnedo International Quartet, Impulso puro

Grabado en el 2005 en Bogotá y distribuido un año después, Impulso puro es una buena muestra de la música que viene pergeñando el saxofonista y flautista colombiano GilbertoTico” Arnedo, quien además compuso y arregló todos los temas. Son nueve piezas originales de melodías de jazz con gusto latino, un fraseado cool que entrevera el blues con la forma canción (por este camino “Naturaleza viva” ofrece, junto a la que da título al conjunto, probablemente lo mejor del disco). Desde comienzos de los noventa, Arnedo dirige la formación que  lleva precisamente ese nombre, Naturaleza viva.


El piano del español Cristóbal Montesdeoca ofrece un bien complemento a los vientos que ocupan el primer plano, y de tanto en tanto se lo disputa, como ocurre en el inicial “Estoy feliz”. El contrabajo del también español Javier Colina y la batería del alemán Johannes Bockholt ofrecen un eficaz respaldo rítmico.
“Certeza”, o “Cada vez es mejor”, posibilitan sintetizar en un par de palabras la oferta: un Paul Desmond apenas abrasileñado.


viernes, 26 de noviembre de 2010

Muerte del chico esclavo que se dormía en la clase


Ezequiel Ferreyra llegó desde Misiones a fines de 2007. Lo hizo de la mano de sus padres quienes fueron tentados por un “reclutador”  que cobra 2.500 pesos por cada familia que logra “persuadir”, tarea que a veces resulta sencilla cuando la desesperación es mucha. Gracias a estos servicios el emprendimiento avícola Nuestra Huella, de la ciudad de Pilar, consigue sus empleados.
La promesa era cambiar la pobreza extrema por un trabajo estable y una casa segura. Pero al llegar a Buenos Aires se encontraron con una situación bien distinta. El tope de producción que les impusieron a los mayores era imposible de cumplir sin involucrar al resto del grupo familiar; algo que los capataces ayudaron a que los Ferreyra comprendieran de inmediato, puesto que si ese tope no se cumplía el peligro era quedar sin trabajo y en la calle, y encima a muchos kilómetros del lugar de origen y los conocidos que pueden acercar una mano.
Así, pues, la corta vida de Ezequiel transcurrió la mayor parte de su tiempo entre la sangre y la mierda de las gallinas, llevando y trayendo con sus manos y respirando de continuo los venenos cancerígenos que la empresa les alcanzaba para el tratamiento de los animales.
Las muchas y continuas denuncias acerca de lo que ocurría en Nuestra Huella no fueron suficientes para que la jueza Graciela Cione (Garantías en lo Penal de Campana) y el juez Adrián Charbay (Federal II de Zárate y Campana) intentaran impartir un mínimo de justicia en las causas que se tramitan por reducción a la servidumbre, trabajo infantil, trata laboral y tráfico de personas.
Cuando terminaba el septiembre pasado, Ezequiel se desmayó y fue llevado de urgencia al hospital, donde a las pocas horas murió por las derivaciones del tumor cerebral que ocupaba su cabeza. Tenía seis años. Las maestras de la escuela decían que el chico se dormía en clase.

Georg Friedric Haas y su música espectral

Se conoce con el apelativo quizás un poco ampuloso de música espectral a una variante estética contemporánea que trabaja a partir de la ampliación de las escalas sonoras tradicionales. Se trata, como suele ocurrir, de una tradición milenaria de tratamiento de los sonidos musicales, que en el último siglo ha sido teorizada y practicada por venerables compositores académico; una corrigen te que a partir de los años sesenta adquirió nuevo y rico impulso, principalmente desde Francia, donde puede rastrearse incluso en las obras del gran Olivier Messiaen. La música espectral, en un sentido restrictivo, se basa principalmente en el descubrimiento de la naturaleza del timbre musical, en la descomposición espectral del sonido musical y su explotación. El filósofo y músico Hughes Dufourt fue el primero en acuñar el término espectralismo en un artículo de 1979.
Entre los miembros últimos y más interesantes de esta corriente se encuentra Georg Friedrich Haas. El estilo de Haas, dicen los especialistas, se acerca al de Gyorgy Ligeti, de acuerdo a su uso de la micropolifonía, los microintervalos y la explotación de la serie de sobretonos.


En el año 2002 este compositor e investigador austríaco nacido en 1953 dio a conocer una obra que nos permitió conocerlo y que aquí queremos destacar. Se trata de In Vain, una obra para orquesta de veinticuatro instrumentistas. La pieza apenas supera la hora de duración y es una buena muestra de su particular búsqueda estética. El crescendo que va del piano y los cientos a las cuerdas que finalmente ocupan el primer plano y cada tanto rebotan en el límite de la disonancia más aguda para volver al esquema de partida, que nuca termina de dibujarse como una línea melódica definida y más bien se dispersa en las proporciones de una atmósfera oscura y densa, donde cada tanto titilan destellos de percusión. El desafío bien vale la pena.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Festival x Mariano Ferreyra: Plaza de Mayo, martes 23, desde las 16 hs.

El cráneo bajo la piel, de P.D.James

P.D. James, El cráneo bajo la piel, Buenos Aires, Emecé, 1984, traducción de Martha Aboaf, 284 páginas.

La detective Cordelia Gray sufrió la muerte de su madre en el momento mismo del nacimiento, tuvo un padre revolucionario que se la pasó entrando y saliendo de la cárcel y llevándola de un lado a otro hasta que por esas cosas del azar y los equívocos terminó su educación y crianza, gracias a una beca estatal, en un internado católico. Cambridge –su deseo- copudo ser, así qu ahora se gana la vida como investigadora privada habiendo heredado el despacho que le legó su mentor, Bernie Pryde, después de tajearse las muñecas y dejar que lo que le quedaba de vida fluyera hacia un bol.
Rcién instalada en la oficina toma la misión de proteger a una actriz de teatro clásico, Clarissa Lisle, quien viene recibiendo una serie de mensajes amenazadores desde sus últimas presentaciones. Debe, en consecuencia, trasladarse a un castillo donde un excéntrico aristócrata atesora una historia de Gran Bretaña en miniatura a través de una colección de calaveras, mensajes funerarios y otros etcéteras de igual carácter lúgubre. El excéntrico noble declara con énfasis que su intención es dejar el mundo de hoy entre paréntesis, sofocar los ruidos que en las calles de Londres provocan el Frente Nacional y los “revoltosos” trostkistas para zambullirse en ese pasado de gloria victoriana el cual, vaya paradoja, sólo puede ser evocado con los atributos de la muerte.
Hay un tipo de relato policial que podríamos llamar el “policial culto”, es decir una especie que se las arregla para, manteniendo la forma estandarizada y popular del enigma-investigador-pistas-unidad de lugar-sospechosos-resolución del misterio, ir soplando en su interior cierta vida imprevista proveniente de las formas de la cultura “alta”. Éste es el caso. La muerte y la historia de Inglaterra aparecen tematizados por las citas y referencias constantes a los grandes escritores de la época victoriana -Shakespeare, Marlowe, Webster- que se “estiran” en la tradición hasta empalmar con las generaciones de poetas posteriores: Keats, Eliot, Auden… El resultado es, por ejemplo, El cráneo bajo la piel.


Su autora, Phyllis Dorothy James, más conocida simplemente como P. D. James, nació en Oxford en 1920 y sí estudió en Cambridge. En 1962 publicó su primer libro, Cubran su rostro, y desde entonces no paró. Sus obras más conocidas pertenecen al género “detectivesco” y están protagonizadas por el inspector Adam Dalgliesh. Varias de ellas tomaron la forma de películas y especiales para la televisión, lo cual aumentó la popularidad de sus historias.
Pero El cráneo bajo la piel es un poco diferente y mejor. La traducción de Emecé se suele encontrar incluso en las ofertas por unos pocos pesos.