Es
cierto que la naturaleza suele tener imprevistos que, en muchos casos, son casi
imposibles de manejar. Pero no siempre es así; es decir, para continuar con el
tema que se venía charlando, explica el disertante, no todos los males son
producto del Niño, por lo menos así lo.
Ese
famoso “Niño” se desarrolla en el litoral en forma de fuertes lluvias. Por eso,
no son lo mismo las crecientes de los ríos Uruguay de diciembre a enero pasado
que afectaron a veinte mil personas sólo en Entre Ríos, que el estado de
evacuación en el que se encontró Villa Paranacito por la creciente del río
Paraná, con las consecuencias de aquellas últimas lluvias, en las cuales, el
fenómeno se presentó en forma abundante y causó perjuicio en torno al lugar donde
éstas caen. Sin embargo, tienen en común que, a un hecho natural se lo
responsabiliza de lo que en realidad es falta de previsión por parte de las
autoridades, afirma Rodolfo Leyes, entrerriano y becario del Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) a cargo de investigaciones
sobre inundaciones. La conclusión sencilla es que se especuló con que El Niño
no fuera tan fuerte y no se tomaron medidas de previsión.
El norte
y el centro de Entre Ríos fueron los lugares más castigados por el agua. Dentro
de esta franja, Federación, Feliciano, Federal y La Paz, las ciudades más
perjudicadas. De todos modos, como el agua caída se desplaza y el desagote del
río Gualeguay es lerdo, Tala y Gualeguay se sumaron al desastre y luego otras
jurisdicciones del centro de la provincia. El gobernador Gustavo Bordet estimó
en doce mil los afectados por los anegamientos.
Ahora
que ya pasaron meses y la situación está más calma y controlada todos escuchan
con atención al especialista que vino de visita a la escuela, abierta en la
ocasión también para los padres y el conjunto de la comunidad. Cuando ya están
terminando una mujer dice a media voz pero para que todos la oigan: “Ojala este
fin de agosto Santa Rosa se apiade de nosotros”.
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