domingo, 12 de junio de 2016

666

La verdad es que el tema le interesa poco y nada. ¿Por qué lee lo que ahora lee entonces? Por pura disciplina  de lectura de diario, protocolo que determina que uno no debe saltearse lo que se subraya como destacado. Pero, bueno, las aventuras y desventuras vaticanas perdieron todo atractivo ni bien advirtió las conversiones oportunistas de quienes ayer nomás sindicaban a Jorge Bergoglio como colaboracionista de la dictadura militar, entregador de sacerdotes con sensibilidad social, y al ocupar la poltrona papal lo redescubrieron en cuestión de horas como santo varón de popular corazoncito. Poco serio. De paso, ayudaron a que la iglesia como institución pudiera ir quitándose de encima algunos de los pesados trapos de las leyendas más oscuras y ancestrales.

En fin. Lee también, claro, porque está medio podrido de corregir parciales y el combo de mate, bizcocho y lectura ofrece su refugio en la mañana fría. Pero esto es demasiado.

Lee una cantidad de especulaciones acerca del rechazo del aporte que el Ejecutivo argentino había colocado en la alcancía de la red mundial de escuelas por la inclusión educativa Scholas Occurrentes; lee que el Papa mismo bajó el pulgar aduciendo las necesidades criollas. Lee que el macrismo asegura que la decisión de contribuir económicamente fue tomada en respuesta a un pedido de José María Del Corral y Enrique Palmeyro, directores de la institución implicada.

Lee a continuación que desde la Casa Rosada aclararon que la cantidad en sí fue fijada en relación a las necesidades del funcionamiento de la sede de la red en Buenos Aires que le pasaron las autoridades de Scholas. Pero lo increíble es que, desde Scholas, salieron a aclarar de inmediato que la suma en cuestión no era exactamente el número que al final fue.

¿Por qué tanta urgencia y meticulosidad en las chirolas? Porque cundió la sorpresa entre los periodistas e insidiosos comentaristas que subrayaron que la cifra de la donación fue de 16.666.000 pesos. Es decir, que incluía el triple seis. El número de la bestia.

Deja de leer entre risas, se levanta, revuelve un cajón hasta que encuentra la copia en cassette -que alguna vez le regaló un alumno- de la gran canción clásica de los Iron Maiden. ¿Qué mejor y más agradable manera de arrancar el domingo que con el “six, six, six, the number of the beast…”?


No hay comentarios:

Publicar un comentario