martes, 15 de abril de 2014

El otro

De pronto lee en el informe sobre las universidades latinoamericanas que un compañero de trabajo le pasó el apartado referido a México. Allí dice acerca de la Universidad Nacional Autónoma de México, la famosa UNAM: “Hay que agregar a lo anterior que los ayudantes y profesores de asignatura no tienen ninguna estabilidad en el trabajo. Cada semestre firman un contrato que únicamente cubre los cursos que imparten en ese semestre y no cuentan con ninguna garantía de que tendrán cursos el siguiente semestre, ni de que les mantendrá al menos el mismo número de horas que ya estaban impartiendo. La UNAM no se compromete a nada con los profesores de asignatura que trabajen bien, que cumplan con responsabilidad, que preparen clases, en resumen, que sean buenos maestros. Para colmo, las posibilidades de acceder a una plaza de tiempo completo son muy limitadas porque se abren pocas plazas y los concursos no son transparentes”.

Después, mientras chupa la bombilla del mate, piensa: ¿por qué ellos allá y yo acá? ¿Yo acá, en la UBA y ellos allá, en la UNAM? Somos lo mismo. O mejor, ellos son mi otro. Algún profesor universitario mexicano que vive en el DF mi misma vida es mi doble, murmura riéndose al tiempo que esboza la materia posible de un relato fantástico-académico en homenaje a Julio Cortázar en su cumpleaños número cien. Un cuento que, por supuesto, nunca escribirá.


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