viernes, 25 de noviembre de 2016

Latinos

Los alumnos y profesores de más de cien institutos y universidades desparramados en todo el territorio de los Estados Unidos organizaron innumerables protestas el miércoles pasado para reclamar que sus centros educativos se conviertan en “campus de refugiados”. Exigen, además, que las instituciones donde cursan sus estudios se nieguen a cooperar con las autoridades de inmigración para que se implemente el plan de Donald Trump de deportar a cientos de miles de indocumentados.

El domingo anterior, en una pirotécnica entrevista para el programa 60 Minutes, el flamante presidente prometió deportar inmediatamente a unos tres millones de personas. Durante su campaña, todos recuerdan, también había asegurado que en caso de ser electo revertiría las órdenes ejecutivas del saliente Barack Obama, que incluyen el programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, según la sigla en español), que ha protegido a 750.000 jóvenes de la deportación. Esta es María Maes, de la Universidad de Columbia.

Una activista estudiantil le explicó a un periodista: “Estoy aquí para exigir que el presidente Bollinger, de la Universidad de Columbia, convierta a mi centro educativo, nuestro centro educativo, en un campus refugio. Y que también proteja el apoyo financiero que reciben los estudiantes indocumentados en este campus, así como su posibilidad para encontrar en él un trabajo”.

“No nos iremos sin pelear”, cantaba en ese mismo momento la comunidad hispana de Nueva York. A contrapelo de lo que ha subrayado la prensa comercial, lo verdaderamente histórico que ocurre hoy mismo en la América del Norte no es el advenimiento de un  personaje de esta calaña, sino el rechazo masivo, en las escuelas, universidades, barrios y calles en protesta contra el discurso xenófobo y misógino de Trump apañado por el sistema democrático.


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