El 30 de
septiembre, la Dirección del Área Primaria a cargo de Marcelo Bruno hizo llegar
a todas las cabeceras de Distrito el Documento N° 1 “Del ‘boletín abierto’ a
las ‘trayectorias acompañadas’” en el que se desarrolla una nueva forma de
“promoción” de las/os alumnas/os de las Escuelas Primarias de la Ciudad de
Buenos Aires.
El documento
comienza con un planteo que los docentes, en muchas escuelas, ya veníamos
discutiendo: la utilidad del período de Boletín Abierto. Con la extensión del
ciclo lectivo a 180 días de clase, este período de trabajo se fue acortando
cada vez más y, en los últimos años, se terminó reduciendo a dos o tres días en
el mes de diciembre y algunos más en febrero.
Está claro que
este período no permite a los alumnos lograr los objetivos que no pudieron
alcanzar durante el año. Sin embargo, consideramos que el documento elimina
esta instancia sin dar respuestas a las preguntas que verdaderamente subyacen a
esta cuestión: ¿cuál es el sentido de la repitencia? ¿En qué casos puede ser la
mejor opción para los chicos? ¿De qué manera, en las condiciones actuales de
las escuelas, se puede promover que los alumnos que no se han apropiado de los
conocimientos de un grado puedan hacerlo al año siguiente?
En concordancia
con la Resolución del CFE 174/12, que establece la unidad pedagógica de primer
y segundo grado, el documento plantea -con algunos eufemismos- la no repitencia
y el acompañamiento a la trayectoria de las/os alumnas/os:
Nos proponemos
empezar a trabajar sobre una “progresión continuada” o “promoción acompañada”,
lo que significa proseguir con la enseñanza sin definir la promoción ni la
reprobación. Los niños que llegan al último período del ciclo escolar sin
haberse apropiado de alguno/s de los contenidos nodales del año cursado
requieren participar de una propuesta específica dentro o fuera de su aula y
pueden ser promovidos aun “en proceso” de apropiación de dichos contenidos.
Si bien la
instancia de boletín abierto no es realmente provechosa, tampoco creemos que,
tal como indica el documento, la implementación de ocho encuentros con los
alumnos que no se han apropiado de los contenidos nodales será suficiente para
que puedan hacerlo. En la mayoría de los casos, es necesario poder llevar a
cabo con estos alumnos un trabajo sostenido durante todo el año y no sólo ocho
encuentros. ¿Qué sería lo nuevo en este
caso? ¿Es real que un docente pueda lograr un proceso sustancioso con sus
alumnos en este tiempo? ¿Se solucionan los problemas que abordamos cada año al
reemplazar la instancia de Boletín Abierto, que contemplaba pocos días abocados
especialmente a estos chicos, por la de Promoción Acompañada, que plantea pocos
días y, además, la necesidad de resolver qué hacer con el resto del grupo?
El documento
señala que los alumnos podrán continuar avanzando al año siguiente de este
modo:
La institución
escolar continuará al año siguiente propiciando la participación de los alumnos
en un grupo en el que se les ofrecen mejores condiciones pedagógicas: pocos
alumnos, personal docente que ha planificado junto con sus colegas las
intervenciones a llevar a cabo e intensificación del trabajo.
Extender el tiempo
dedicado a la enseñanza es una condición necesaria para mejorar los
aprendizajes, pero no suficiente para garantizar que todos los niños progresen.
La expectativa es que, a medida que se perfecciona la organización
institucional del acompañamiento de la promoción y la formación de todos los
docentes respecto a las propuestas e intervenciones que requieren algunos
alumnos para acceder a determinados contenidos, los grupos de trabajo intensivo
dejen de ser necesarios.
La “organización
institucional” aparece aquí como la clave para garantizar el acompañamiento de
los alumnos. Pero, ¿cómo se logra cuando faltan docentes, cuando las escuelas
trabajan con problemáticas frente a las cuales no hay redes de apoyo ni
respuestas del Estado para abordarlas, donde las instituciones escolares tienen
cada vez menos espacios para desarrollar las clases porque son ocupados por
programas como la Jornada extendida, cuando los alumnos no tienen continuidad
en su proceso de aprendizaje, cuando los docentes están “sobrepasados” por tantas
horas de trabajo en soledad…?
Una de las
propuestas para la “organización institucional” consiste en la creación de
grupos flexibles con la posibilidad de reordenamiento de chicos con
“necesidades” similares. Es decir, un docente asume un grupo de alumnos -que no
necesariamente es el suyo-, por un pequeño período de tiempo, para trabajar de
forma focalizada contenidos que éste necesite. Pero, frente a esto nos
preguntamos: ¿Y el resto? ¿Sigue la proyección de contenidos estipulados para
su grado? ¿A cargo de quién quedarían? ¿De un maestro curricular, que no tiene
la posibilidad de trabajar con ese grupo focalizado? Si lo que se propone es
trabajar con este grupo focalizado mientras los demás alumnos están en otra
materia curricular, parecería considerarse que hay materias dentro de la
escuela primaria que tienen menor importancia, de las cuales los alumnos pueden
no participar.
El documento
expresa:
Sólo la escuela en
tanto institución tiene la posibilidad de seguir la trayectoria escolar
completa del niño a lo largo del nivel que cursa. De allí la importancia de los
registros escritos, de las trayectorias escolares más o menos documentadas, de
las reuniones de los maestros por ciclos, de las discusiones entre directivos y
docentes sobre la enseñanza, de los acuerdos que se establecen puertas afuera
del aula.
Sabemos que las
reuniones de ciclo escasean en las escuelas porque los directivos están muchas
veces sumidos en las tareas administrativas que día a día les agregan:
expedientes electrónicos, descargos ante diferentes organismos, atención a
padres, inscripción online, formulario T, etc. ¿Cómo se logra entonces la
“organización institucional” cuando los coordinadores de ciclo no tienen
presencia? ¿Cómo ellos pueden tener una mirada particularizada de los niños si
muchas veces ni los conocen? ¿Dónde se discuten los acuerdos si los docentes no
tienen tiempo de reuniones y son pocas las Jornadas de reflexión?
Coincidimos en la
necesidad de repensar cómo se organiza la escuela, cómo podemos lograr que
todos nuestros alumnos puedan apropiarse de los conocimientos que enseñamos.
Sin embargo, para que estos cambios resulten significativos y no se planteen soluciones
insuficientes, se necesita mucha organización y acuerdos claros dentro de las
escuelas. Para que esto sea posible, es un paso ineludible que las escuelas
cuenten con equipos de conducción que tengan la posibilidad de recorrer las
aulas y no estén atiborrados de papeleo, con docentes que puedan reunirse con
sus compañeros a discutir cómo llevar adelante un trabajo de conjunto, con
maestros trabajando en pareja pedagógica y maestros integradores que puedan
acompañar de forma sostenida – ¡y no sólo en ocho encuentros a fin de año! – a
los chicos que más lo necesitan, con equipos de orientación escolar que den
abasto para tomar y acompañar las situaciones que se les presentan.
En las escuelas,
no se piensa la repitencia como única salida para los chicos que no llegan a
aprender algunos de los temas que se proponen en el aula, como plantea el
documento. En general, se piensa en la repitencia cuando un alumno no ha podido
apropiarse de los contenidos centrales de un grado y se cree que difícilmente
se apropie de los contenidos del año siguiente. Promover a los alumnos sin
incluir más docentes ni tiempos institucionales verdaderos para llevar estos
cambios a cabo, no es la solución a la problemática que se plantea. Por el
contrario, tendremos cada vez más alumnos que “pasan” sin aprender, que están
en la escuela sin poder apropiarse de los contenidos que allí se ofrecen, que
–como indican los documentos de Silvia Montoya – le “cuestan” menos dinero al
Estado. El mismo gobierno que instala evaluaciones estandarizadas, que no
contemplan las características de cada escuela ni de cada alumno, propone que
los chicos no repitan. De esta manera, se mejoran los índices de sobreedad y
repitencia, y se responsabiliza exclusivamente a los maestros de que los chicos
“no aprenden”.
Finalmente, se
repite algo que los maestros venimos reclamando desde hace tiempo: se toman
decisiones y se realizan cambios en los procesos de enseñanza, sin consultar ni
tener en cuenta a quienes estamos cada día en las escuelas, recibimos, conocemos
y trabajamos con los chicos, quienes llevamos a cabo cada decisión y vemos sus
resultados. ¿Cómo deciden y organizan la escuela sin la voz de los maestros?
ADEMYS (Asociación Docente de Enseñanza
Media y Superior)
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