La
increíble nota de color se cuenta en un artículo de Francisco
Olivera publicado en el diario La Nación la semana pasada.
Allí
se dice: “Fue un momento tenso para María Eugenia Vidal. Su
presentación casi terminaba y, en la sede de la Cámara de Comercio
de La Plata, donde había sido invitada para el lanzamiento local de
la Fundación Pensar, alguien pidió el micrófono desde la mesa más
cercana al escenario. Era la tarde del viernes 23 de mayo y había
unos 150 asistentes entre industriales, políticos, jueces, fiscales,
comerciantes y dirigentes agropecuarios y deportivos. Quien tomó la
palabra fue el sacerdote Raúl Sidders, capellán del colegio San
Vicente (foto). ‘Me gustaría saber si, en el caso de que Pro
llegara al gobierno de la provincia de Buenos Aires, haría de ésta
una provincia gay friendly, aplicaría políticas pro aborto e
instrumentaría una página de educación sexual similar a la de Chau
Tabú’, planteó.
Se
hizo un silencio. La vicejefa del gobierno porteño enrojeció
levemente y clavó la mirada en el sacerdote, pero se repuso y
contestó a las tres inquietudes. Dijo que, desde el punto de vista
personal, estaba en contra del aborto; que la política de la ciudad
de Buenos Aires sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo no
era otra cosa que la aplicación de una ley nacional, y que, si bien
admitía errores en la página Chau Tabú, entendía que habían sido
subsanados”.
La
significación de la anécdota es superlativa para mensurar el grado
de la ofensiva de la Iglesia sobre el conjunto de la vida de los
argentinos y explica, entre otras muchas otras cosas, por qué hasta
los contenidos de la Ley de Educación Sexual fijados por ley
nacional no se dictan o se lo hace “adaptados” al gusto y placer
de cada escuela.
La
iglesia ha reforzado su carácter histórico de fiscal de los actos
de los funcionarios y las diferentes instituciones estatales, amén
de seguir viéndose beneficiada con parte considerable del
presupuesto que alimenta el trabajo criollo, en primer lugar a partir
de los subsidios vertidos hacia la educación privada. En treinta
años de “democracia recuperada” (antes también, claro) las
administraciones de radicales varios, peronistas de diverso pelaje,
socialistas desteñidos, macristas ortodoxos y etcéteras, a cargo de
municipios, gobernaciones y la nación completa, no sólo han
confirmado el poder eclesiástico sino que, más allá de alguna
escaramuza, lo han potenciado.
El
gobierno y la oposición se pelean hoy por ver quién es más amigo
del Papa y consigue mayor cantidad de audiencias. Cristina Fernández
de Kirchner, Gabriela Michetti y Elisa Carrió compiten para ver
quién de las tres es más antiabortera; al trío se suma ahora la
vicejefa del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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