miércoles, 6 de agosto de 2014

Amén

La increíble nota de color se cuenta en un artículo de Francisco Olivera publicado en el diario La Nación la semana pasada.

Allí se dice: “Fue un momento tenso para María Eugenia Vidal. Su presentación casi terminaba y, en la sede de la Cámara de Comercio de La Plata, donde había sido invitada para el lanzamiento local de la Fundación Pensar, alguien pidió el micrófono desde la mesa más cercana al escenario. Era la tarde del viernes 23 de mayo y había unos 150 asistentes entre industriales, políticos, jueces, fiscales, comerciantes y dirigentes agropecuarios y deportivos. Quien tomó la palabra fue el sacerdote Raúl Sidders, capellán del colegio San Vicente (foto). ‘Me gustaría saber si, en el caso de que Pro llegara al gobierno de la provincia de Buenos Aires, haría de ésta una provincia gay friendly, aplicaría políticas pro aborto e instrumentaría una página de educación sexual similar a la de Chau Tabú’, planteó.

Se hizo un silencio. La vicejefa del gobierno porteño enrojeció levemente y clavó la mirada en el sacerdote, pero se repuso y contestó a las tres inquietudes. Dijo que, desde el punto de vista personal, estaba en contra del aborto; que la política de la ciudad de Buenos Aires sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo no era otra cosa que la aplicación de una ley nacional, y que, si bien admitía errores en la página Chau Tabú, entendía que habían sido subsanados”.

La significación de la anécdota es superlativa para mensurar el grado de la ofensiva de la Iglesia sobre el conjunto de la vida de los argentinos y explica, entre otras muchas otras cosas, por qué hasta los contenidos de la Ley de Educación Sexual fijados por ley nacional no se dictan o se lo hace “adaptados” al gusto y placer de cada escuela.

La iglesia ha reforzado su carácter histórico de fiscal de los actos de los funcionarios y las diferentes instituciones estatales, amén de seguir viéndose beneficiada con parte considerable del presupuesto que alimenta el trabajo criollo, en primer lugar a partir de los subsidios vertidos hacia la educación privada. En treinta años de “democracia recuperada” (antes también, claro) las administraciones de radicales varios, peronistas de diverso pelaje, socialistas desteñidos, macristas ortodoxos y etcéteras, a cargo de municipios, gobernaciones y la nación completa, no sólo han confirmado el poder eclesiástico sino que, más allá de alguna escaramuza, lo han potenciado.

El gobierno y la oposición se pelean hoy por ver quién es más amigo del Papa y consigue mayor cantidad de audiencias. Cristina Fernández de Kirchner, Gabriela Michetti y Elisa Carrió compiten para ver quién de las tres es más antiabortera; al trío se suma ahora la vicejefa del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

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