martes, 15 de agosto de 2017

Moco de pavo

En esa misma semana el ex ministro de Educación, Esteban Bullrich, se lanzó a competir fuerte como senador nacional, razón por la cual se topó con su rostro, gestos y palabras una infinidad de veces en la prensa escrita, la radio, la televisión, la pantalla de su computadora.  Para encarar la gran apuesta de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires el ítem destacado de su curriculum es de haber gestionado con felicidad el “conflicto docente”, según la suma de palabras que les gusta usar como volanta a los diarios nacionales.

Fue en esa misma semana, pues, que se enteró de que en agosto tampoco iba a cobrar. Y no es moco de pavo. Se trata de la porción mayor de sus ingresos, puesto que a comienzos de año dejó una cantidad de las horas que tenía para tomar más y mejores en el cargo que le apareció en otro colegio. Sabía que le correspondía esperar los tres meses de rigor antes de que el cajero electrónico le cantara la buena nueva. Pero cuando se acercaba el plazo de los noventa días y corrió hasta la secretaría para preguntar ansioso, se encontró con que había un “problema con los papeles”, así le dijeron, y que en verdad el reloj ni siquiera había empezado a correr.

Consiguió la promesa de la rectora de que ella misma se iba a hacer cargo del problema, pero mientras tanto hay que bancársela como se pueda. De manera que no le quedó otra que subirse al 71 el sábado a la mañana y marchar hacia Villa Adelina para, con la cabeza gacha, pedirle unos mangos a su padre.

Mientras engullía como maníes los insuperables ravioles caseros de su vieja, alcanzó a ver sobre un estante una foto de cuerpo entero de Bullrich que acompañaba un reportaje largo para La Nación. Estiró el cogote hasta que alcanzó a leer algo acerca de la normalización de la educación argentina a lo largo de estos últimos años...

Tuvo que toser para no atragantarse con la salsa bolognesa.


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