lunes, 28 de agosto de 2017

Mandrake

En esa misma semana, pues, se enteró de que en agosto tampoco iba a cobrar. La forra de la secretaria, que es la encargada exclusiva de estos menesteres, esgrimió en el aire una serie de explicaciones incompresibles, con la pretensión de que cerraran el caso con la eficacia de organigrama de ministro de Economía. Lo hizo con la soltura de quien actúa bajo la supervisión del más destacado sofista de la antigüedad, y por eso su bronca se multiplicó. Hubiera sido más tolerable y comprensible que dijera “uy, se me pasó”, o “no sabés el laburo que tengo, perdóname”, o un más estudiantil “lo que pasa es que a mi abuela la atropelló un tractor”… No sé, algo; pero no, se limitó a lucirse con un par de gambetas discursivas dignas de Lío Messi. Esas palabras ampulosas le bastaron para echarle la culpa a algún otro, que encima permanece escondido en algún punto azaroso de la infinita maraña burocrática. De modo que no lo encuentre ni Mandrake.

Justo la semana en que, después de la separación que intentó que pese a todo fuera civilizada, tiene que demostrarle a su ex mujer, a sus padres y suegros, y sobre todo a su hijita, que puede cumplir con la regularidad de las visitas y la cuota pautada.

Lo que está en juego es una buena porción de sus ingresos, casi a la mitad. Así quedó el equilibrio de sus finanzas cuando a comienzos de año, junto con el matrimonio, dejó una cantidad de las horas que tenía para tomar más y mejores en el cargo que le apareció en otro colegio. Sabía que le correspondía esperar los tres meses de rigor antes de que el cajero electrónico le diera el sí; después respiraría aliviado y casi casi podría nadar en plata. Pero, por esas cosas de los dioses, cuando se acercaba el plazo de los noventa días y corrió hasta la secretaría para preguntar ansioso, solo encontró la palma de una mano que lo paró en seco y de inmediato se transformó en un pulgar que apuntaba hacia abajo, hacia el infierno.

La rectora parece buena tipa, dijo que no sabía nada de la tardanza pero ahora que estaba al tanto ella misma se iba a hacer cargo del problema. El mientras tanto habrá que bancarlo como se pueda, apelando a los milagros de la magia y la prestidigitación.


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