miércoles, 15 de febrero de 2012

Carta abierta al gobierno nacional de parte de un activista haitiano (cuyo país sufre la invasión de una “fuerza de paz” integrada por 700 militares argentinos)

La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) fue creada el 30 de abril de 2004, por resolución 1.542 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para hacer frente a la compleja situación social, política y económica que afectaba a la República de Haití. 19 países aportan los  8.000 efectivos que la constituyen; el 60%  es contribución de la América del Sur. La Argentina aporta  más de 700 efectivos. Ahora, el general de brigada argentino Gabriel Jorge Guerrero fue designado por la ONU como nuevo Segundo Comandante de la Fuerza Militar de la MINUSTAH.
Mientras tanto, a lo largo de febrero los habitantes de la localidad haitiana de Gonaives, han salido a la calle a protestar contra la presencia de las tropas internacionales, a las que consideran fuerzas invasoras. En particular, los pobladores exigen justicia para Roody Jean, un adolescente de catorce años violado recientemente por Cascos Azules pakistaníes. Un caso más de abuso de los muchos que se han sucedido en estos años. Los soldados argentinos de la Minutash reprimieron a los jóvenes haitianos que protestaban que se defendieron a las pedradas.


En ese contexto el coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina, Henry Boisrolin, dio a conocer la Carta abierta al gobierno argentino que se reproduce a continuación:

Ante todo, me parece importante aclarar que no me fue fácil escribir estas líneas; las cuales, espero, de todo corazón, van a leer con paciencia y atención, para luego contestarlas. Esto es así, porque soy consciente que los debates en torno a mi país (Haití) están sujetos hasta ahora a vicios propios del colonialismo. Y éstos han desnaturalizado tanto nuestros problemas, nuestra cultura y nuestra historia, que resulta casi imposible para aquellos que quieren ayudarnos de manera sincera no caer en el paternalismo caracterizado por una política dominada por la caridad. Pero estos vicios también desnaturalizan a los propios colonizadores. Es como bien lo señaló Albert Memmi en “Retrato del Colonizado”: “la colonización no podía sino desfigurar al colonizador”. Por otra parte, sé que no es fácil cambiar el rumbo elegido, ya que la decisión de invadir Haití por parte de la ONU como así también la participación de varios gobiernos latinoamericanos en esta nueva infamia que deja indiferente a la gran mayoría de la humanidad, obedecen a intereses concretos y definidos por relaciones de fuerza que no tienen nada que ver con las reales necesidades del pueblo haitiano. Sin olvidar, obviamente, lo que había ya mencionado en una Carta Abierta al diputado Miguel Bonasso cuando votó a favor del envío de tropas argentinas a Haití: Sr. diputado Bonasso: me ha resultado muy interesante la síntesis histórica desarrollada por Ud. en el debate de Cámara sobre Haití, lo que demuestra su interés por abordar con seriedad y profundidad un tema tan doloroso y rico en complejidad, ya que el drama haitiano viene gestándose - diría yo- desde antes aún de que Haití existiera como país independiente; viene gestándose desde aquellos lejanos tiempos en que unos esclavos descendientes de africanos osaran plantearse como único destino el de la lucha por la liberación, o la muerte.
Por supuesto, reconoceré mi error en caso de recibir su respuesta y que sus argumentos así lo indicaran. Pues no pretendo dar lección de nada y a nadie, sino simplemente llamar con respeto su atención con respecto a una situación contradictoria y anacrónica de su administración, que ha planteado desde 2003 una línea de acción en materia de política internacional diferente a la de las tan tristes y lamentables “Relaciones Carnales” de los años ´90: la participación de tropas militares argentinas en la MISIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ESTABILIZACIÓN DE HAITÍ (MINUSTAH). Una misión (supuestamente) humanitaria creada a partir de una Resolución del Consejo de seguridad de la ONU (la 1542) y no como producto de una decisión de UNASUR. Ha sido promovida fundamentalmente por el gobierno norteamericano para reemplazar a las tropas yanquis, francesas y canadienses que habían ocupado Haití luego del derrocamiento del presidente Aristide. El propio Aristide denunció que no había renunciado, sino que había sido secuestrado por un comando norteamericano que lo condujo al exilio.
Sin embargo, a pesar de esta crisis política creada también por una injerencia del imperialismo, el gobierno del presidente Néstor Carlos Kirchner, aceptó el pedido del gobierno norteamericano y de la ONU para enviar tropas militares argentinas a Haití para integrar ese instrumento neo colonial denominado MINUSTAH en la jerga perversa de las Naciones Unidas. Digo perversa, porque la ONU sabe muy bien que se trata de una ocupación y, por ende, de una violación de la soberanía de Haití. Es menester recordar que se trata de una organización internacional que, para citar sólo algunos ejemplos, ha sido cómplice de los masacres en Somalia y en el Congo, del genocidio en Rwanda, de las invasiones imperialistas a Afganistán e Irak. Una organización que, en nuestra región, no “pudo” evitar recientemente el derrocamiento del presidente Zelaya en Honduras, no “puede” lograr que los EE.UU. cumplan las Resoluciones que exigen el levantamiento del criminal embargo norteamericano contra Cuba, que no “puede” exigir al Reino Unido de abandonar su prepotencia colonialista para devolver las Malvinas a la República Argentina a pesar de los pronunciamientos en este sentido elaborados por su “famoso” Comité de Descolonización.
Sin embargo, es esta misma Organización internacional, con un historial de fracasos y sometimientos de toda naturaleza a los designios de las grandes potencias, que pretende hacernos creer que ante el dolor y los sufrimientos del pueblo haitiano el mundo no puede quedar indiferente. Frente a las turbulencias políticas -como si en Haití en 2004 hubiese existido algún genocidio o guerra civil- afirma que el mundo ha de procurar la Estabilidad en este país para alcanzar la “Democracia”. De ahí, entonces, la explicación de la creación de la MINUSTAH. De repente, si esto fuera verdad, tenemos que reconocer, entonces, que el pueblo haitiano tiene una suerte extraordinaria que, lamentablemente, no tuvieron los de Somalia, Rwanda, Afganistán, Irak, Libia, etc.
Pero, desde 2004 hasta 2012, los hechos demostraron lo contrario, la falsedad de este discurso. Sin duda, ilustraron -e ilustran- cómo la MINUSTAH es parte de los problemas de Haití y no de la solución a los mismos. Pues las tropas de las Naciones Unidas son responsables de masacres en los barrios populares, de represiones a movilizaciones populares en distintos puntos del país, de violaciones a los DD.HH., de abusos y violaciones sexuales de niñas, mujeres y jóvenes haitianos, de la introducción del cólera, de su total inoperancia después del terrible terremoto de 2010 que causó -según cifras oficiales- más de 300.000 muertos. Como si fuera poco, la llamada Comunidad Internacional organizó en 2010-2011 las elecciones más caóticas, vergonzosas y antidemocráticas de los últimos años en Haití, favoreciendo la llegada al “poder” de un personaje tan grosero, ridículo, vulgar, golpista e inepto como lo es Michel Joseph Martelly. Además, desde su imposición en 2004, queda claro que la MINUSTAH está para defender el “orden” establecido por el régimen de dependencia. Por ejemplo, es cómplice de la operación que permitió el retorno del dictador Jean-Claude Duvalier el 16 de enero de 2011, y no se opuso al desembarco de más de 20.000 soldados norteamericanos luego del terremoto. En este contexto, no hace falta ser experto en política, para entender que Haití se encuentra bajo dominación.
Se trata de una verdad irrefutable, cuando analizamos, por ejemplo, el accionar de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH) co presidida por el ex presidente norteamericano Bill Clinton. Sin temor a equivocación, se puede afirmar que la CIRH es un verdadero gobierno paralelo establecido en el país después del terremoto del 12 de enero de 2010 bajo la tutela de los EE.UU., el Banco mundial, el BID, otras instituciones y grandes ONGs que se conocen como “donantes internacionales”. Esto es así, porque siempre han emprendido sus supuestas iniciativas humanitarias sin la participación o siquiera consulta con las organizaciones haitianas. Desde su creación, jamás la CIRH implementó una cooperación solidaria tal como lo hace el ALBA. Sin duda alguna, la catástrofe del 12 de enero de 2010, ha sido otra oportunidad para que intereses imperialistas y burgueses de distintas partes profundicen su dominio y saqueo. Inclusive, buena parte de la ayuda millonaria enviada por las grandes potencias después del terremoto terminó al final en sus propias arcas, enriqueciendo aún más a los grandes capitalistas, y no solucionó los acuciantes problemas de los millones de damnificados. Esto es así, porque Haití bajo la ocupación de la MINUSTAH permite con mayor facilidad: Partibus factis, sic locutus est leo: ego primam partem tollo, quoniam nominor leo (Hechas las partes, dijo el león: yo cojo la primera parte porque me llamo león).
Por otra parte, tenemos que recordar que la MINUSTAH representa un despilfarro inaceptable en un país tan empobrecido, pues gasta por año más de 850 millones de dólares. Recordemos, también, que hace poco un video reveló que un joven haitiano ha sido abusado por militares uruguayos en Port-Salut. Unos años atrás, se probó que 114 soldados de Sri Lanka (miembros de la MINUSTAH) cometieron violaciones masivas a niñas en un barrio popular. Sólo fueron repatriados y hasta ahora no se conoce proceso judicial alguno en su contra. Esto se llama IMPUNIDAD, y no Misión Humanitaria como tampoco Contribución a la Paz y Seguridad.
Sin embargo, a pesar de todos esos atropellos por todos conocidos, con motivo del segundo aniversario del terremoto, el 12 de enero último pasado, el actual jefe de la MINUSTAH, el chileno Mariano Fernández Amunátegui, declaró: “No se puede comparar Haití de hoy con el de hace un año”. Recordó, entonces, que “Haití eligió un nuevo presidente, formó gobierno, eligió al presidente de la Corte de Casación y alcanzó, en suma, avances objetivos”. Luego, con la soberbia del ocupante, dijo: “La MINUSTAH es una fuerza transitoria. No tiene que quedarse más que el tiempo necesario. La labor de la Misión debe concentrarse en seguir trabajando en los aspectos de la seguridad para que cuando esta fuerza salga de Haití, el clima sea de tranquilidad y el país pueda tomar sus decisiones”. Y, de manera perversa, remató mencionando un estudio de la Universidad de Columbia (EE.UU.) que indica que el 85% de la población desea que la Misión siga en el país. Por supuesto, no soltó palabra alguna en relación a las múltiples violaciones. Una verdadera provocación y desprecio hacia el sufrimiento de un pueblo.
Francamente, no sé si el señor Fernández está hablando o se encuentra en el Haití que todos conocemos, pues no puedo creer que un hombre proveniente de un país también dependiente y periférico como lo es Chile, sea tan cínico ante tanto dolor. Así, Fernández  le da la razón a La Fontaine cuando escribió: “La razón del más fuerte es siempre la mejor”.
Otro aspecto de esa contradicción de su administración, es su indiferencia hacia las luchas, la voluntad manifestada en las calles durante estos casi 8 (ocho) años de ocupación por la inmensa mayoría del pueblo haitiano exigiendo el retiro inmediato de la MINUSTAH. Hasta el Senado haitiano –no reconocido por su posición revolucionaria y antiimperialista- votó el año pasado por unanimidad a favor del retiro de estas tropas de ocupación en el 2012. Varios Premios Nóbel de la Paz, intelectuales cuya honestidad está fuera de toda duda, organizaciones populares, políticas, sindicales latinoamericanas, se expresaron en el mismo sentido. Todos ellos entienden que los haitianos, tenemos capacidad suficiente -como todos los pueblos de la Tierra- para resolver nuestros problemas sin injerencia. Construir un país se hace -como en cualquier lugar del mundo- apoyándose primero sobre sus propias fuerzas para luego actuar coherentemente y consecuentemente con la cooperación internacional. La mejor ayuda o solidaridad pasa justamente por empezar por respetar  nuestra soberanía. Entienden que si Haití está tan empobrecido -no pobre como se suelen declamar por casi todos los medios- hay una historia que lo explica. Y esta historia denuncia como principales responsables a los abusos cometidos durante la época de la colonización y, sobre todo, de la esclavitud; a la primera deuda externa de un país periférico (más de 21.000 millones de dólares fueron pagados por los haitianos a Francia por el reconocimiento de su Independencia); a la primera ocupación militar norteamericana de Haití (1915-1934) que transformó al país en una perfecta neo colonia de EE.UU.; a las dictaduras sanguinarias como la de la familia Duvalier (1957-1986) sostenidas por las grandes potencias; a los golpes de Estado planificados por la CIA y las élites económicas haitianas; al fracaso en la “dirección” del país de estas élites económicas  petrificadas en su rol servil; a la aplicación de las recetas del FMI y del Banco mundial; a las entregas y traiciones de algunos movimientos populares haitianos, etc., etc. Es decir, hay una combinación de factores endógenos y exógenos que desembocó en la actual situación de empobrecimiento extremo que todos conocemos. La explicación de este drama hay que buscarla en el grado y tipo de dependencia de Haití con respecto, fundamentalmente, al imperialismo norteamericano, y no en el ADN de los haitianos. Sí, hace falta estudiar y comprender todos los mecanismos de esta dependencia exacerbada cuyas estructuras están agotadas hace ya bastante tiempo ante, por ejemplo, la explosión demográfica y la propia crisis desatada en los países centrales, para poder aprehender todas las facetas no visibles a simple vista de la crisis haitiana. Hay que entender el proceso de conformación de una formación social “servo-capitalista”, tal como la definió y la estudió tan brillantemente el recientemente asesinado profesor haitiano Jn Anil Louis-Juste, para explicar el drama haitiano, las condiciones infrahumanas de existencia de la inmensa mayoría.
El gobierno argentino no puede ignorar o pasar por alto esta realidad. Y un gobierno que se diferencia de  una oposición interna manejada por ciertos medios de prensa como Clarín y La Nación, cómplices de las dictaduras que regaron de sangre el suelo argentino y se oponen, por ejemplo, a las buenas relaciones entre Argentina y la República Bolivariana de Venezuela, y al juicio y castigo de los genocidas promovido desde 2003, sorprende a más de uno al mantener hasta ahora sus tropas en Haití.
A mi entender, la participación argentina en la MINUSTAH es anacrónica, y desvirtúa la tan importante acción de su administración en la UNASUR como así también en la creación de la CELAC. Asimismo, creo, esta participación merece un replanteo y una respuesta en concordancia con la línea general de su política internacional. Siempre sería imprescindible y provechoso aceptar la transparencia de las grandes verdades sociales, de las verdaderas problemáticas y luchas sociales de la tan dolorosa y vilipendiada realidad haitiana en lugar de acompañar a ese discurso falso de la ONU. Nuestra brillante y compleja historia solicita a todos los hombres y mujeres del mundo de dejar de pensar por nosotros, de dictarnos lo que tenemos que hacer cuando somos nosotros los que sufrimos la tragedia de una existencia infrahumana que afecta a la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Así, y sólo así, podremos continuar con la obra bloqueada del esclavo rebelde que supo vencer a la esclavitud y construir por primera vez en la historia la libertad para todos. Y no hay supuesta Misión Humanitaria capaz de reemplazar ese sujeto histórico. La existencia de una sociedad con tan alarmantes y marcadas diferencias sociales –como lo es la haitiana- donde hay una inmensa mayoría de su población excluida, no puede ser destruida por ninguna Misión Humanitaria. No es superfluo repetir siempre: se trata de un desafío histórico imposible de ser resuelto sin el protagonismo del propio pueblo haitiano, de los campesinos pobres y trabajadores de las ciudades y de las llamadas zonas francas.
Muchas gracias por su paciencia y su comprensión, y reciban, por favor, mis saludos más respetuosos y distinguidos.

                                                                               Henry Boisrolin
                                           Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina
                                                          ayiti_solidaridad@yahoo.com.ar
                                                          ghlevasseur52@yahoo.com.ar


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