Junto con otras madres, padres y estudiantes, Sarlinga forma parte del colectivo “Familias del Cera”, que busca defender al histórico establecimiento educativo, fundado en 1940, de la reforma impulsada en colegios primarios y secundarios por el gobierno de Jorge Macri, en el marco del Plan Estratégico Buenos Aires Aprende (BA Aprende).
“Se perderá la especificidad de materias curriculares que nuestros estudiantes, quizás, querrán estudiar el día de mañana, pasando a ser un simple taller, todo mezclado y reducido en carga horaria –agrega Sarlinga–. Ni hablar de la incorporación de educación emocional, del enfoque individualista que le quieren dar a la enseñanza, todo esto asociado a las neurociencias… El ‘Cera’ le dice un ‘no’ rotundo a estas reformas”.
Desde 2010, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires viene poniendo en marcha sucesivas reformas educativas, tanto en los contenidos de los aprendizajes como en los planes de estudio primarios y secundarios. BA Aprende es la tercera, con pruebas piloto en algunos colegios desde principios de 2024. “El Cera” y otros rechazan estos cambios, ya que, sostienen, degradan y precarizan la enseñanza.
En pie de lucha, las “Familias de Cera” se organizan para impedir que la reforma quede vigente en 2026, como prevé el Gobierno porteño. “Aceptarla implica permitir cambios perjudiciales para nuestros hijos. El conocimiento queda relegado a un segundo lugar, sin darle la debida importancia a la historia, el arte, la cultura, y en particular a nuestros orígenes. Quieren convertir las materias de Historia, Filosofía, Arte, Ciencias Sociales, Naturales y Educación Física, entre otras, en simples talleres, agrupándolos en áreas llamadas ‘de laboratorio’”, subraya Sarlinga.
Las familias rechazan la imposición inconsulta y arbitraria de esta reforma. Daniela Mauro, otra de las madres del “Cera”, expresa su enojo: “Propone reducir la formación a tres materias troncales: Lengua, Matemáticas e Idiomas, relegando al resto, empobreciendo la formación, dando lugar a conocimientos a corto plazo, dejando de lado una formación cuidada, crítica, cultural e integral de largo plazo, y poniendo en riesgo la fuente laboral docente, ya que su carga horaria será reducida, produciendo inestabilidad laboral y rompiendo la continuidad pedagógica, por lo que nuestros docentes, al igual que los estudiantes, se verán afectados”.
“Queremos que el aprendizaje que reciben nuestros hijos sea de calidad, y que se respeten los colegios con orientaciones, que escuchen nuestras voces y más aún las de nuestros hijos, ya que ellos son los que eligen estas escuelas como formadoras para su futuro. Para las familias del Cera esto significa un retroceso en la calidad de la educación. Exigimos una enseñanza integral y de calidad”, reclama Mauro.
Hernán Cortiñas, docente del área de Ciencias Sociales de la escuela, remarca que “el Cera ha formado a generaciones de estudiantes en el arte y la cultura”. “Sin embargo, con la reforma –dice– las materias de arte y cultura corren el riesgo de ser reducidas a simples talleres. Estas reformas afectarán el área pedagógica y nuestra propia participación. El objetivo es que los estudiantes trabajen más individualmente, personalizando saberes y conocimientos, en desmedro de lo grupal, reduciendo nuestro rol al de tutores o acompañantes, ya no educadores. Las fuentes laborales de muchos docentes se verán perjudicadas, muchos vamos a quedar sin trabajo, ya que se priorizarán más las horas de cátedra y titularizadas”, detalla.
Leer al artículo completo publicado por la Agencia de Noticas de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (ANCcom) aquí.
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