jueves, 24 de enero de 2019

Trap del sky of diamonds por asalto


Un cálido hogar yanqui,
vamos por nuestro cálido hogar yanqui
corremos, gritamos, remamos, trepamos
todo sea por nuestro cálido hogar yanqui

¿creen que algunas hileras de ladrillos flojos
o erizadas espigas de alambres de púes lograrán contenernos,
detenernos,
que pueden disipar el vendaval,
el bramido de las aspas de la  desesperación?


Nos arrastramos con los bebés a cuestas
con las rodillas quemadas
con  sed con hambre con la lengua partida
con la cabeza levantada para chupar
el agua de la lluvia
con la cabeza gacha para que el agua de la lluvia no nos ahoge
como a los pavos.

Vamos por nuestro cálido hogar yanqui.
Pum, para arriba
camuflados entre las piedras y los cactus
públicos, evidentes, vistosos con nuestras pancartas de reclamo
para que muchos nos acerquen pan y queso
Para que muchos nos caguen a balazos asustados de tamaña
oscuridad.

Reptamos silenciosos
eructamos aullidos sin tiempo
nos agitamos saltimbanquis
somos viudas, obreros sin trabajo, maestras sin escuela,
cabos y sargentos de pasado sospechoso,
madres adolescentes,
chicos con ropas tomadas de la basura
que todas las noches se limpian los dientes con corteza de árbol.


Rogamos, puteamos, besamos, hacemos gárgaras de saliva espesa
y seguimos hacia
allá arriba, allá:
nuestro cálido hogar yanqui.

Prefabricadas de madera entre águilas y buitres,
y sherifs de anteojos oscuros y pesadas armas herededas de Vietnam,
de Panamá, los Balcanes, Libia, Siria, Irak, Afganistán.
Cada tanto las patas con llagas se entierran en la arena alquitranada
en la que se derriten pilas de inservibles tablas de surf y malolientes big macs.

Vamos, apuremos el paso
por nuestro derecho a diez horas como repositores en un supermercado
o doce empacando verduras en cajones de espinosa madera.
Vamos por nuestro cálido hogar yanqui,
netflix, pizza congelada, sofá con apoyapiés
y un interminable burbón.



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