miércoles, 1 de junio de 2011

El cachetazo de la realidad

En la facultad de Medicina no hay gas desde hace cuatro años, dice el afiche en un costado del pasillo. Esa mañana de invierno, frotándose las manos y casi corriendo, cruzó la Plaza Houssay para meterse en el edificio en busca de información y ahora permanece inmóvil frente a la contundencia de la denuncia que no esperaba encontrar y lo sorprende con su contundencia.
Su mamá dice que desde chiquito él dice que cuando fuera grande iba a ser doctor, y ahora está por terminar el secundario. Así que le pareció que ya era hora de ir a averiguar cómo se hace para ingresar en la universidad. Qué es eso del Ciclo Básico Común, si corre también para Medicina o no, en fin. Lo cierto es que desde siempre todo lo relacionado con los “estudios superiores” apareció en su cabeza con el brillo de los mayores logros que la especie humana ha logrado alcanzar. La técnica y la investigación, quizás por la excesiva exposición a las series televisivas, se muestran a su imaginación con la proporción, las formas y los colores de los milagros de la ciencia ficción.
Y de pronto esto: los pasillos, las aulas, las oficinas y los laboratorios universitarios sin gas, sumergidos en el frío y la indiferencia de los que mandan. Suspira, entonces, resignado, como asumiendo que su vida universitaria no va a ser, en definitiva, muy diferente a la que le tocó trajinar en la escuela media.
Recuerda que la primera canción que sacaron con su grupo punk se llamaba “La realidad es siempre un cachetazo para los dormidos”, y después se fija para cuándo está convocada la marcha de protesta.


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