miércoles, 27 de octubre de 2010

Juan Subirá, Fisura expuesta

El tecladista de Bersuit Vergarabat, Juan Subirá, lanzó hace algún tiempo (Pirca Record, 2008) su primer álbum solista, Fisura expuesta. Al parecer la mayor parte de las canciones que lo integran son las que fueron quedando afuera de los discos anteriores de la popular banda.


El resultado es demasiado esperable y sin sobresalto. Demasiada pastiche-burla de “discurso de auto ayuda” cruzado con  tartamudeo de bebé y grabaciones por donde asoma Jorge Rafael Videla, voces de la propaganda antitabaco, goles y etcéteras por el estilo; demasiado “aire porteño” para que entre el arreglito de bandoneón y las gacetillas que reproducen los diarios se animan a calificar bien exageradamente de “tango rock”.
Por otra parte, una vez más parece no funcionar bien el recurso de los muchos invitados célebres, por mejores intenciones que los forasteros traigan en sus maletas (de Gustavo Cordera a Palo Pandolfo y Andrés Calamaro). Las letras siguen el curso que Subirá viene transitando con la Bersuit, aun cuando por momentos se vuelven demasiado repetidas en acentos y figuras (confrontar si no “Cayendo arriba” o “Ilusiones”, o el horrible y demagógico “Clásico día”).
“Relatos de un antisocial” y “Suicidio de un tango” son las piezas instrumentales y las más ambiciosas del disco con sus vaivenes y arreglos; aunque así también se muestran de irregulares valen la pena.
Lo mejor sigue siendo la vena “fiestera”, flaca en este caso, que recoge sin prejuicio algunas de los “personajes” y formas más plebeyas del costumbrismo y la imaginería popular para relanzarlas con brillo. y “Milonga de un plomero”, lo mejor del álbum. La milonguita de los viejos caños de plomo que gotean y los azulejos que saltan en pedazos bajo los golpes de la masa que busca infructuosamente la pérdida, dice:

Él con su bolso de cuero
grueso como sus dedos,
nadie lo ve
pero ahí viene el plomero otra vez.
La señora se queja enojada
porque perdíó la mañana
esperando al chantún
que ni en foto apareció.
Para el administrador
el diez por ciento, señor,
y al trucho portero buchón
una silla, por favor.
Una destapación en pleno Constitución
no garpa lo mismo, querido,
que en el barrio del doctor.
Abuela, ¿me alcanza un trapito, que esto está muy podridito?
Abuela, relajese porque acá hay que romper.
Por acá, señora, por acá…

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