sábado, 26 de marzo de 2016

Cuenta sueldo

Lo que él contrató es una cuenta sueldo, ¿no?, así que no corresponde que le hagan ningún tipo de descuento, ¿está claro? Así de taxativa es la letra de la ley. ¿Cuántas veces más se lo va a repetir a los empleados y a él mismo? Por internet, a través de faxes e incontables palabras, escritas, habladas, vociferadas, gritadas ya en el desborde.

Porque lo cierto es que a él empezaron a descontarle según el rubro “gastos de mantenimiento” en mayo. Se dio cuenta en el momento en que los retiros burocráticos y automáticos ya iban por su cuarto capítulo, de casualidad, cuando aburrido en una clase mientras los estudiantes hacían su prueba escrita de cierre de trimestre se le ocurrió mirar bien el resumen de cuenta que asomaba desde el sobre malamente abierto.

Cuando preguntó en tesorería la contadora le dio la razón, lo mismo hicieron sus colegas en la sala de profesores que veníen zafando de la plaga.

De inmediato comenzó la guerra con los sonrientes y atildados habitantes del Santander Río, verdadera raza aparte. No se trató de una blitzkrieg, sino de un combate de desgaste, anodino, moroso, pegajoso. Duró dos meses y, desde el primer día, supo que en él le iba la vida y no dudó de la necesidad redentora de una victoria.

Enfrentó laberintos infinitos y más trampas que héroe de videojuego, pero finalmente atisbó la luz al final del túnel y de inmediato un escueto mensaje por correo electrónico lo anotició de su inapelable triunfo. Después de las disculpas del caso, se le informaba que en los sesenta siguientes días el banco le devolvería los descuentos indebidos que se le habían realizado, tomando como fecha de inicio de la infracción aquella en la que él había elevado la voz y su queja.

Nunca consiguió que le devolvieran los tres meses anteriores.


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