miércoles, 10 de febrero de 2016

Promesas, promesas

En una columna de análisis que publica la periodista Silvia Naishtat en el diario Clarín , llamada “La reinvención de un instrumento”, subraya la preocupación oficial por el alto índice de inflación y el imparable aumento de los productos de la canasta básica familiar.

Entre las estrategias sugeridas para frenar la estampida anota que “Roberto Frenkel, dedicado a estudiar estos procesos, escribió que los efectos nocivos de la indexación pueden superarse mediante una política antiinflacionaria que proponga ajustes menores que la inflación pasada a cambio del compromiso gubernamental de menor inflación en el futuro. ‘Eso es lo que hicieron con éxito, por ejemplo, Chile y Colombia en los años noventa’, señaló”.

Si se lee bien se concluye que, en realidad, de lo que se trata -como lo ya ocurrido pero todavía está en curso en el territorio chileno, colombiano y en tantos otros lugares del planeta-  es que los trabajadores se aguanten sus reclamos salariales y urgentes necesidades en función de una promesa a cumplirse en algún futuro que se augura, un tanto brumosamente, más o menos cercano.

Demasiado chamuyo tecnocrático para terminar acercando como eficaz “herramienta económica” los brillos seductores de un compromiso incierto. Semeja a esos vagos de Roberto Arlt que repiten con invariable convencimiento: “Mañana, te juro que mañana mismo le ponemos fecha al casorio…”.


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