miércoles, 2 de diciembre de 2020

Una semana de la Educación Especial a la medida de la ministra Soledad Acuña

Las Jornadas de Formación por la Semana de la Educación Especial, destinadas a docentes de la modalidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se realizan la semana del 30 de noviembre de manera virtual.

La convocatoria realizada por el Ministerio de Educación de CABA se inscribe en la línea de ataque que la misma ministra Soledad Acuña ha desenvuelto para con el conjunto de la docencia en las últimas semanas.

Sosteniendo la idea de que dar clases es cuestión de buena voluntad y esfuerzo personal, el lema convocante -“del impacto de la pandemia al devenir creativo”- resulta una burla para quienes cada día con o sin pandemia y desde hace mucho tiempo, sostienen la educación de miles de niñes jóvenes y adultes con y sin discapacidad en las escuelas, en los centros integrales de la modalidad y en las trayectorias inclusivas. No está de más avisarle nuevamente a la ministra que si caminara una escuela vería cómo a la docencia le sobra creatividad y en cambio lo que sí le falta, son recursos. Y esta vez en pandemia, pero como siempre, los recursos que sí hubo, los volcaron las familias, les docentes y estudiantes.

Por eso el balance del 2020 en la Semana de la Educación Especial debe pasar por otro lado. Pasa por les miles de pibes que han quedado afuera del sistema educativo con todas las implicancias que en su desarrollo integral tendrá esta situación. Nunca podrían abordarse las áreas del desarrollo integral, subjetivo y del aprendizaje que abordamos en la escuela, con videollamadas de whatsapp, a las que incluso sólo una minoría pudo acceder, y con archivos o paddlet de cualquier formato, si sus familias no pueden recibirlas y/o descargarlas o imprimirlas por falta de dispositivos, conectividad y recursos.

Las barreras en el desarrollo, comprensión y expresión del lenguaje y la comunicación, requieren intervenciones pedagógicas, fonoaudiológicas y psicológicas específicas que atiendan a todas las funciones comunicativas tales como pedir, informar, expresar, comentar, imaginar, etc. y especialmente, a la construcción y afianzamiento de lazos familiares que las deseen y promuevan.

Las barreras en el sostén atencional y en general los desafíos de tipo cognitivos requieren de estrategias didácticas más complejas que varían en la cantidad de información presentada al unísono, en el recorrido y la progresividad de los contenidos, y en las metodologías de enseñanza y aprendizaje.

No hace falta explicar los requerimientos que el proceso de enseñanza y aprendizaje presenta cuando se trata de incluir personas con discapacidades motrices u otras de tipo sensoriales, muchas de las cuales están impedides de dominar sus movimientos corporales con autonomía o acceder de lleno a la información circundante y por lo tanto sostener la mirada en una pantalla de 3 x 4 centímetros o usar las manos para atender una llamada de celular resulta imposible.

Claro que existen miles de inventos tecnológicos que podrían haber ayudado. Pero el Ministerio de Educación parece que está para otra cosa.

Provenientes de las familias y los barrios más vulnerados, pues hoy quien tiene obra social es orientado desde los mismos organismos del Estado hacia los centros terapéuticos privados, les pobres con discapacidad han sido objeto de un abandono brutal, pues para completar el cuadro también han sido excluides de la posibilidad de acceder al IFE por cobrar toda la familia una pensión miserable de 12.000 pesos.

No hay ninguna medida que el Ministerio de Educación tenga en mente para paliar la situación a que han  sometido a les pibes. Más allá, claro, de la ampliación de un par de semanas de clases que bien disciplinen a la docencia, atacando el receso, y condenando a les pibes a aulas sin condiciones mínimas para  hacer frente al calor.

El artículo completo de Valeria Filgueira puede leerse aquí.


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