martes, 15 de diciembre de 2020

Huelga estudiantil contra las matrículas y los negociados privatistas en el Reino Unido

Desde el lunes 7 dediciembre, más de seiscientos estudiantes de veinte universidades (Oxford, Cambridge, Goldsmiths, Londres, etcétera) se sumaron a la huelga de matrículas, el boicot de no pago más masivo en cuatro décadas. Los estudiantes proponen la reducción matricular del 30% durante todo un año, asistencia alimentaria, no acumulación de intereses por meses adeudados y reapertura de los campus y clases presenciales cuando se dispongan los cuidados necesarios que eviten el contagio masivo de Covid-19.

Según un informe de NUS Consulting, las universidades británicas obtuvieron alrededor de 2.500 millones de dólares durante el año pasado y esto solo a través de las residencias, que succionan casi el 80% del préstamo estudiantil. Sin embargo, no se invirtió una sola libra en protocolos o en la contratación de más docentes para fraccionar la cantidad de estudiantes por curso. Tampoco se garantizó una asistencia psicológica gratuita por contexto de encierro o herramientas tecnológicas y de conectividad.

Hasta el momento hablaron pocas universidades y se limitaron a anunciar “que los estudiantes pueden interrumpir su contrato de alojamiento sin una sanción financiera” (The Guardian, 6/12). La preservación de sus ganancias en detrimento de la educación y la salud de toda la comunidad no tienen disimulo.

A mediados de julio, los estudiantes de la Universidad de Manchester se dieron a la lucha y festejaron la reducción matricular del 30% mientras el campus esté cerrado. Tras su retorno en noviembre, además de este panorama, se encontraron que el único protocolo era vallar todo el campus y ofrecer una única entrada-salida controlada por la policía. Los estudiantes se organizaron para derribarlas cuando, sin previo aviso ni palabra mediante, la policía detuvo a un estudiante afrodescendiente alegando que “portaba la apariencia de quienes trafican drogas” (ídem, 28/10). Esto caldeó aún más la situación: en cuestión de días, el boicot de matrículas saltó de 300 a más de 1.000 estudiantes, que también exigen la renuncia de los rectores Keith Brown y Nancy Rothwell por militarizar la universidad.

Por otro lado, cuando comenzó la cuarentena, la Universidad de Bristol cerró su campus y expulsó a todos los residentes con un aviso horas antes, prometiendo que enviarían bolsones de comida y otorgarían asistencia psicológica gratuita. La asistencia nunca llegó y los bolsones contenían escasos productos de limpieza y maníes (Epigram, 20/10). A mediados de octubre, la reapertura se dio en las mismas condiciones que en Manchester, con lo cual otro más de mil estudiantes concertaron el boicot a las matrículas y no aceptaron la reducción del 30% hasta enero (ídem, 3/12).

El artículo completo que firma Álvaro Chust puede leerse aquí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario