viernes, 8 de marzo de 2019

Yerba mala

Cuando dejan el aula, más allá de la pronunciada diferencia de edad, el profesor y los estudiantes del Ciclo Básico Común se convierten mágicamente en pares. En los pasillos, haciendo la cola para conseguirse un café en el kiosco-buffet de la planta baja, pierden de inmediato la distancia y se chicanean con los resultados del fútbol, intercambian opiniones sobre música, política o lo que sea.

Una tarde el docente abrió definitivamente su corazón y comentó una desgracia hogareña.

Resulta que las bolsas de plástico donde en su casa van recogiendo la basura se deposita en el cajoncito de plástico azul donde también se apilan las cebollas y/o las papas. Por esa razón él jamás tira la yerba del mate en esa bolsa; odia ver de qué manera el más imperceptible agujerito en el plástico causa un enchastre general e incluso acelera la pudrición de los vegetales y el mal olor resultante. La yerba usada, en consecuencia, va directo a la pileta de la cocina. La acción causa desde siempre el enojo de su mujer, quien entre gritos argumenta profetizando las catástrofes por venir.

Y resulta que los males bíblicos finalmente llegaron. El caño se tapó, el agua no bajaba, era un asco y tuvieron que llamar al plomero. Si bien la conclusión del especialista no era concluyente (había pelos, restos de jabón y etcéteras), la yerba parecía llevarse la mayor responsabilidad del tapón.

Pelea conyugal, ustedes se imaginan, plata tirada al cohete, y la cola entre las patas por unas semanas.

Uno de los alumnos escucha la confesión y le devuelve como respuesta una sonrisa amarga, misericordiosa aunque amigable.

El muchacho, según contó en un encuentro anterior, hace un tiempo que logró juntar la plata y desde octubre comparte malamente con un amigo el alquiler de un departamento. Un motivo de orgullo y, a la vez, de preocupación constante de cara al pago de la mensualidad, los servicios, las expensas; además de aprendizaje apresurado sobre las demandas hogareñas.

Luego de un silencio de esos que posibilitan que el pensamiento se vaya amasando, el joven afirma con tono de sentencioso filósofo que sorprende al adulto:

-El café usado a la pileta de la cocina, la yerba al inodoro.

Y la verdad es que hasta ahora funciona bien.


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