El gobernador Martin Llaryora, con el anuncio de la implementación del programa alimentario, salió a hacer campaña, lo que resulta una impostura. Sucede que ajusta salarios y después implementa un paliativo que no saca a docentes y estudiantes de la pobreza.
El Paicor es adoptado en el Carbó, luego de 40 años de su implementación en otras escuelas, debido al aumento de la crisis alimentaria y la caída de ingresos que también afecta a la clase media de la provincia. El colegio es el más grande de la provincia, y serían más de dos mil las infancias que están en condiciones de acceder al programa. Por lo pronto casi 600 chicos y chicas del nivel secundario comenzaron desde el lunes a almorzar en el colegio.
La decisión, lejos de ser azarosa, se tomó luego de que el equipo docente de la institución observara la creciente necesidad alimenticia de cientos de estudiantes en todos los cursos y niveles. Incluso se empezó a notar que muchos chicos debían ser retirados de las aulas para poder darles de comer en la cantina. Cabe destacar que estamos hablando de un colegio que cuenta con 500 docentes y más de 60 grados de los 3 niveles educativos (jardín, primaria y secundario).
La vicedirectora de la institución tuvo que aceptar que "con hambre no hay posibilidades de aprender ni estudiar". Con docentes pobres, sin becas, ni infraestructura tampoco, y con reformas anti educativa, como las que implementan contra escuelas técnicas, tampoco.
Aunque quienes gobiernan gasten en su propaganda miles de pesos en redes sociales, hay una cruel realidad que se repite a lo largo y ancho de la provincia es la consecuencia de las políticas económicas que se están tomando a nivel provincial y nacional, que empujan a miles de familias a la pobreza, dejando como consecuencia que más del 50% de los menores de 14 años sean pobres en nuestro país, y que de cada 10 chicos 6 no puedan tener todas sus comidas diarias.
Leer el artículo completo que firma Victoria Feininger aquí.
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