lunes, 23 de mayo de 2022

Marcos Sastre y los plagios

En “Ojeada filosófica sobre el estado presente y suerte futura de la nación Argentina”, discurso pronunciado en el acto de inauguración del Salón Literario en junio de 1837 por uno de sus principales figuras, Marcos Sastre, puede encontrarse un interesante leit motiv ideológico que atraviesa la historia toda de este país.

El joven Sastre, que  todavía no había cumplido los treinta años, advierte sobre un peligro triple para el conveniente desarrollo de la patria: el error de plagio científico, el error de plagio literario y el error de plagio político.

El  primero refiere a la catástrofe que sería continuar en el marco de “los absurdos sistemas de instrucción pública que debemos a la España”. Se necesita una educación moderna, dinámica, científica, como la que se expande en los Estados Unidos y el resto de Europa.

El segundo apunta en igual sentido, y aquí la  renovación fecunda es la que echa su raíz en las tierras del Romanticismo.

Pero el más interesante es la posibilidad de que se caiga en el tercer plagio, el político. Sastre argumenta: “Repugnando esta acción extraña al instinto nacional, éste la ha rechazado constantemente, hasta que al fin venció la naturaleza, y se adoptó el sistema federal apoyado por la mayoría.

Es, pues, la época de federación la expresión de la voluntad instintiva del pueblo,  y por consiguiente el  tránsito del error a la verdad; de las teorías erróneas, o inaplicables, a las instituciones adecuadas a su modo de ser, que le conducirían a su perfección  democrática, a que  llama el cristianismo a los pueblos”.

Alquimia del pragmatismo. Reina don Juan Manuel y en el comienzo Sastre enfatizó: “el gran Rosas es el hombre elevado por la sola fuerza de su genio al alto grado de influencia y de fama,  que le pone en aptitud de rechazar toda reacción extraña o anárquica que intenta oponerse a la realización de las esperanzas de la nación”.

Desde entonces, sin otro argumento y hasta hoy, la afirmación es que la “verdad de gobierno” se nutre de la “voluntad instintiva del pueblo”, contraria a la anarquía; de lo “natural” versus “lo extraño” y las teorías vistosas pero inútiles, del “modo de ser” que secreta las instituciones adecuadas para estos pagos y no necesita “plagiarlas” de otras latitudes (algo, dicho sea de paso, que si valdría la pena, según el mismo autor, en lo que respecta a la educación, la ciencia, la industria y el arte).


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