domingo, 22 de julio de 2012

Nuevas revelaciones acerca del papel que cumplieron la Iglesia y la burocracia sindical como apoyo de la dictadura militar comandada por el general Jorge Videla


“El ex dictador Jorge Videla dijo que el ex nuncio apostólico Pío Laghi, el ex presidente de la Iglesia Católica de la Argentina Raúl Primatesta, y otros obispos de la Conferencia Episcopal asesoraron a su gobierno sobre la forma de manejar la situación de las personas detenidas-desaparecidas. Según Videla la Iglesia ‘ofreció sus buenos oficios’ para que el gobierno de facto informara de la muerte de sus hijos a familias que no lo hicieran público, de modo que cesaran la búsqueda. Esto confirma el conocimiento de primera mano que esa institución tenía sobre los crímenes de la dictadura militar, como consta en los documentos secretos cuya autenticidad el Episcopado reconoció ante la justicia hace dos meses. Pero además muestra un involucramiento episcopal activo para que esa información no trascendiera tampoco por comentarios de los familiares de las víctimas, de cuyo silencio la Iglesia era garante.” Tal el comienzo de la nota que Horacio Verbitsky publicó en Página 12 de hoy y que puede leerse completa aquí. (O aquí de acuerdo a la cobertura de La Nación.)

Por otra parte, según la crónica de Marcelo Larraquy que apareció en el Clarín de esta mañana y puede leerse completa aquí, “el lunes 16, en el Salón Eva Perón de la Casa Rosada, la Presidenta recibió a un grupo de 50 sindicalistas cercanos al oficialismo y opositores a la conducción de Hugo Moyano en la CGT. A la derecha de Cristina Fernández de Kirchner, estaba sentado Gerardo Martínez, titular de la UOCRA. Durante la dictadura, en la comunidad informativa de la inteligencia militar, se lo conocía con el seudónimo de ‘Gabriel Antonio Mansilla’.
Martínez actuó como agente secreto del Destacamento 201 de Inteligencia de Campo de Mayo, según su foja de servicios, que se publica por primera vez, en la que se lo califica como “agente leal y útil”. En julio del año pasado, Martínez había sido denunciado en el juzgado federal del juez Ariel Lijo como agente del Batallón de Inteligencia 601 por el sindicato de la construcción SITRAIC y organismos de derechos humanos (APDH, AEDD, APEL, entre otros).
(…) En su última reunión con los gremialistas, quizá sin los antecedentes durante la dictadura del jefe de la UOCRA, la Presidenta puso a Martínez en primer plano, a su derecha. O quizá, aún en conocimiento de ellos, les restó importancia, y lo considera un hombre útil para la coyuntura gremial”.
A la luz de estas nuevas revelaciones queda claro, una vez más, que la Iglesia y la burocracia sindical fueron instituciones que prestaron un aval inestimable a las labores de la dictadura militar genocida, y muchos de sus principales hombres siguen vivitos y coleando, y bien cómodos en los sillones oficiales.


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