(Por Gustavo Veiga. Página 12, Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, lunes 23 de mayo de 2016)- El frío polar penetra por las ventanas sin
vidrios. No hay una sola estufa que mitigue las bajas temperaturas en este
invierno que llegó por adelantado. La sala del jardín de infantes en el
subsuelo se inundó más de una vez. Las obras para refaccionar el inmueble se
hicieron a medias. Lo prueba un hueco vacío: espera por un ascensor que nunca se
colocó. La consecuencia, en este caso, es que los alumnos discapacitados deben
ser subidos a upa para acceder al primer piso. Susana Reyes, la directora de
este lugar emblemático donde se brinda educación popular a niños y jóvenes en
situación de calle o vulnerabilidad extrema, sintetiza la situación: “El
gobierno porteño trata a los pibes como a la escuela. Los ningunea”. Pero lo
peor se vislumbra a futuro. Sobre el Isauro –como lo llaman con cariño sus
docentes y estudiantes– pesa una amenaza de demolición porque se levanta en la
traza del proyectado metrobús sur.
En la cuadra del bajo
de San Telmo entre avenida Garay y Cochabamba, sobreviven a la piqueta el
instituto educativo y la sede del Caina (Centro de Atención Integral a la Niñez
y Adolescencia). Para el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta entorpecen la
obra fetiche del macrismo que ha ido ganando espacios en la ciudad. Un fallo de
la jueza Patricia López Vergara, del fuero en lo Contencioso Administrativo y
Tributario porteño, frenó la demolición a fines de 2014. Además, les ordenaba a
las autoridades que diagramaran un nuevo trazado para el carril exclusivo de
colectivos.
Con un presupuesto
adjudicado de casi 13 millones de pesos para poner en condiciones el edificio,
el estado le concedió las obras a Lihué Ingeniería que, según la Auditoría
General de la Ciudad (Agcba), las tendría que haber terminado el 12 de
septiembre de 2014. Reyes dice que “comenzaron el año pasado con la idea de que
finalizaran en este último verano para dejar la escuela en condiciones.
Adelantamos el cierre del ciclo lectivo al 4 de diciembre pero cuando volvimos
faltaba un montón”.
En su informe de 2015,
la Agcba señala: “La demora en la ejecución de la obra hace que la planta baja
y el subsuelo estén desocupados, mientras en la planta alta, los 200 alumnos
(adolescentes y adultos), con los 38 niños y los 40 trabajadores, permanecen
hacinados”.
En el Isauro hay tres
niveles a los que asisten desde niños hasta mayores. El jardín de infantes que
debería funcionar en el subsuelo recibe a bebés desde los 45 días a pibes de
tres años; hay un curso de nivelación para menores de hasta 14 años y la
primaria para adultos que no tiene límite de edad. Además, se acaba de abrir el
Plan Fines de la escuela secundaria que depende de la Universidad de
Avellaneda. Casi todos los alumnos que asisten viven en las calles del sur de
la ciudad o en el sur del Gran Buenos Aires. Su situación es de vulnerabilidad
absoluta.
Sergio Agüero es
docente del Centro educativo. Cuenta que en el edificio “no hay gas, estufas,
tenemos problemas en los baños y hasta falta un ascensor para los chicos
discapacitados. El Isauro funciona desde 2011 en Paseo Colón pero antes dio
vueltas por varios lugares”. Reyes describe que “de pronto, en marzo pasado, se
paralizaron las obras. Había como veinte personas trabajando y no volvieron
más. Extraoficialmente nos llegó la información de que se paraba la refacción
del edificio. Y volvió una versión muy fuerte sobre la demolición, mientras a
nosotros desde el gobierno no nos dicen nada”.
En el Instituto, además
de las tres propuestas educativas que brinda, se dan actividades formativas que
persiguen una salida laboral. Van desde talleres de oficios como panadería,
peluquería y fotografía hasta música, radio, revista y serigrafía, entre otros.
Los alumnos también escriben su propia publicación: La Realidad sin Chamuyos.
Un proyecto que ya
lleva siete años se llama Ecobolsas. Apunta a la inclusión social y promoción
de la ecología. Sus creadores, Patricia Frankel y Alfredo Schwarcz, explican:
“los jóvenes que llegan al Isauro luego de pasar noches desgarradoras en la
calle con la necesidad de encontrar un lugar cálido, se encuentran con una
escuela helada y en muchas aulas sin vidrios. La mayoría de los chiquitos que
concurren al jardín maternal están con cuadros de bronquitis, neumonías y
pulmonías”.
Por estas calamidades
la comunidad educativa del Centro educativo decidió salir a la calle. Ya hubo
un encuentro pedagógico el viernes pasado y para esta semana se organizaron dos
jornadas. Una relacionada con los derechos humanos y otra con la cultura,
prevista para la víspera del 25. Con motivo de la Revolución de Mayo, se
montará un escenario sobre la calle Cochabamba donde quedará representado “un
momento de resistencia”, cuenta Martín Mendizábal, el tallerista que conducirá
una radio abierta. Los alumnos del Isauro también realizarán su aporte.
Representarán con un muñeco gigante que hicieron con sus propias manos al chico
que vive en la calle. A ese pibe que corre peligro de quedarse sin su escuela.
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