(Por María Paula
Bandera. Clarín, Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, lunes 23 de mayo de 2016)- Cerca de casa o del trabajo, bilingüe
o con enseñanza de inglés, jornada simple o completa. Esas son algunas de las
tantas dudas que los padres se plantean a la hora de elegir la escuela para sus
hijos. Pero hay casos en los que una única pregunta define la elección: “¿Aceptan
a mi hijo?”. Si bien la Ley Nacional 26.206 establece desde 2006 que la
educación en el país es inclusiva, muchas escuelas privadas se niegan a aceptar
alumnos que por sus necesidades especiales deben asistir acompañados de una
maestra integradora.
“Recibimos infinidad de
correos electrónicos de padres que no encuentran un colegio que acepte a sus
hijos y otros que cuentan que reciben muchísimas condiciones una vez que lo
encuentran. Les dicen que si la maestra integradora falta, el chico no puede ingresar
al establecimiento o que no va a tener actividades fuera de hora, como inglés”,
denuncia Gabriela Santuccione, miembro de Amparar, una ONG que asesora a
personas que sufren algún tipo de discapacidad.
Santuccione vivió en
carne propia esa discriminación: Juan Manuel, su hijo de 17 años, padece un
trastorno del espectro autista y tuvo que golpear la puerta de una infinidad de
escuelas hasta conseguir, finalmente, que lo aceptaran. Hoy Juan Manuel está a
punto de finalizar el colegio secundario y “si bien siempre fue a escuelas
comunes, nunca tuvo una educación inclusiva”. En ese sentido, Gabriela explica:
“En mi experiencia, las instituciones te dan el espacio físico, aceptan al
maestro integrador y nada más, no promueven ni facilitan la inclusión”.
El caso de Juan Manuel
no es aislado. Las inconvenientes y las trabas se multiplican entre los padres
que tienen hijos con algún tipo de discapacidad. Javier Speroni atravesó una
situación similar con su hijo Ezequiel. “Recorrimos casi todas las escuelas del
barrio y ninguna nos aceptaba, así que tuvimos que ir a una que quedaba más
lejos”, cuenta Speroni.
En muchas ocasiones, el
rechazo por parte de las instituciones educativas viene camuflado, tal como
advierten desde “Padres de la Provincia de Buenos Aires por la Educación
Inclusiva”, una asociación que lucha por los derechos de los chicos con
discapacidades: “Muchas veces, las escuelas no manifiestan la negativa en forma
directa, sino con excusas: falta de vacantes, falta de formación en educación
especial de los docentes, fallas edilicias y otras”.
Pero negarse a la
integración como política es ilegal, ya que como advierte Beatriz Jáuregui,
directora general de Educación de Gestión Privada, que depende del Ministerio
de Educación porteño, “ninguna escuela puede decir que no integra chicos con
discapacidad porque no tienen proyecto integrador”. Y detalla: “Desde el 2006,
la ley nacional es muy clara y el sistema educativo es inclusivo por
definición”.
Aunque asegura que en
el organismo que representa “no recibió reclamos de padres diciendo que en las
escuelas no aceptan maestras integradoras”, Jáuregui recomienda que en el
ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, aquellos que se encuentran con una traba o
dificultad ante una situación de ese tipo, se acerquen a la Dirección de
Educación Privada (Avenida Santa Fe 4362) a registrar el caso. “De esa forma
los papás pueden recibir orientación y nosotros podemos trabajar con la escuela
que se resiste a incluir”, indica. Tampoco es cierto que una norma o ley
establezca que sólo hay dos vacantes de integración por grado o curso, es el
equipo docente de la institución educativa el que decide la cantidad de alumnos
integrados según los casos que se presentan.
Los mayores prejuicios
parten de los adultos, tal como señala Speroni, quien tras el nacimiento de su
hijo se acercó a la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina
(ASDRA), de la cual hoy integra el directorio. “Los compañeros de Ezequiel me
acompañaron varias veces a dar charlas en representación de ASDRA para contar
su experiencia y lograr que otras escuelas se animen a incluir”, remarca. En la
misma sintonía, Santuccione agrega: “Sería interesante que todos los padres se
planteen si su hijo va a una escuela inclusiva porque es importante que sepan
los valores que esa institución transmite”.
Es que la diversidad
enriquece. Por eso los chicos que necesitan integración no son los únicos que
pierden cuando una escuela los rechaza, sus potenciales compañeros también se
perjudican.
No hay comentarios:
Publicar un comentario