(Por David Pavón-Cuéllar, México D. F., sábado
25 de junio de 2016)- Deficiencias:
irrealismo e inutilidad
La Reforma Educativa
forma parte de una avalancha de “reformas estructurales” desencadenada
recientemente por el gobierno mexicano en los más diversos campos, entre ellos
el energético, el fiscal, el laboral y el de salud. Según la retórica
demagógica del presidente Enrique Peña Nieto, las reformas buscan impulsar el
desarrollo, incentivar la producción, mejorar la eficiencia, optimizar los
recursos, aumentar la calidad y crear oportunidades. Todas estas metas se
resumen en la consigna presidencial de “Mover a México”, la cual, a manera de
recordatorio, se imprime lo mismo sobre los empaques de televisiones
distribuidas para comprar votos, que en grandes anuncios que resultan
frecuentemente más costosos que aquello mismo que anuncian, ya sean menudas
reparaciones o las más nimias obras de infraestructura.
Pareciera que las
autoridades mexicanas, desde Peña Nieto hasta los presidentes municipales, no
se permiten ya cumplir con sus obligaciones sin proclamarlo a los cuatro
vientos mediante onerosas estrategias publicitarias. Invirtiéndose el orden
lógico, estas estrategias han terminado convirtiéndose en el verdadero
propósito del cumplimiento de las obligaciones de los funcionarios. Para ser
más precisos, habría que decir lo que un amplio sector de la sociedad sabe o
presiente: hoy en día, por lo general, los mal llamados “servidores públicos”
sólo quieren poder y riqueza; es para esto, para empoderarse y enriquecerse,
que recurren a todo tipo de estrategias publicitarias con las que obtienen un
crédito que luego canjean por dinero y poder; y es por tal publicidad que a
veces cumplen con sus obligaciones, pero suelen hacerlo poco y mal, pues el
trabajo queda subsumido en la estrategia publicitaria y sólo busca impresionar,
convencer o causar efecto, y no servir las necesidades de la población. Como
suele ocurrir en el capitalismo, el valor de uso de las acciones
gubernamentales, su utilidad para la sociedad, queda totalmente subordinado a
su valor de cambio en el mercado político-económico, lo que no puede sino
mermar su valor intrínseco social.
Así como las mercancías
tienden a ser desechables porque sólo sirven para venderse, así también lo que
vende Peña Nieto, incluyendo su paquete de “reformas estructurales”, no es de
ningún modo un “producto de calidad”, empleando los mismos términos de los
comerciantes que lo venden y que ahora gobiernan México. El caso de la Reforma
Educativa es un ejemplo elocuente. No corresponde a la realidad social de
México, y no soluciona y a veces ni siquiera considera los principales
obstáculos para una mejor educación en el país, entre ellos la escasa
escolaridad y la deserción escolar por causas socioeconómicas, el trabajo
infantil, el hambre y la miseria de los niños, la violencia en sus comunidades,
la desvinculación entre el mundo real infantil y el de los contenidos
curriculares, la resultante desmotivación para aprender, la permanente
colonización cultural escolar de la infancia indígena, el racismo y el clasismo
en los libros de texto, la falta de oportunidades para quienes estudian, la
estrategia mediática y gubernamental para desprestigiar a los educadores, el
constante mal ejemplo de Peña Nieto y de los demás casi-analfabetas que llegan
a ser los más exitosos en la sociedad, las terribles condiciones de la
infraestructura de muchos centros escolares, los techos de lámina y las clases
en la intemperie, la falta de agua o electricidad, las dificultades de acceso a
muchas escuelas rurales, el pago miserable dado a los maestros, el cansancio de
quienes deben trabajar dos turnos para solventar sus necesidades, la falta de
recursos para la buena formación docente y una corrupción sindical promovida
invariablemente por el propio gobierno que ahora pretende combatirla.
No terminaríamos si
continuáramos enumerando los factores cruciales que no encuentran solución
alguna en la Reforma Educativa. Digamos que la Reforma soslaya todo lo
realmente determinante. ¿Pero cómo iban a pensar en todo esto quienes la
elaboraron si no son ni los grandes especialistas de la educación en México ni
tampoco los propios maestros, es decir, quienes más saben sobre la materia en
los planos teórico y práctico, respectivamente?
Propósitos:
ahorrar, doblegar, amaestrar
En realidad, como ya se
ha denunciado una y otra vez, la Reforma Educativa ni siquiera es
verdaderamente una “Reforma Educativa”. Se trata más bien de una artimaña
laboral, política y económica, en la que alcanzamos a vislumbrar varios
propósitos más o menos disimulados. Uno de ellos es renegociar los contratos
con los maestros, despedir a muchos de ellos y así ahorrar en el terreno
educativo lo que después habrá de servir, siguiendo la misma lógica de la
distribución del presupuesto en los últimos años, para pagar la publicidad
gubernamental, apoyar la educación privada, incentivar la inversión
colonizadora por parte de capitales transnacionales, construir puertos y otras
infraestructuras necesarias para el saqueo neocolonial del país, llenar los
bolsillos de los funcionarios corruptos, comprar votos, cooptar a los partidos
opositores y fortalecer las fuerzas castrenses y policíacas de represión de los
millones de inconformes, entre ellos los de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE) que se oponen a la Reforma Educativa y que
han demostrado ser particularmente peligrosos para el proyecto de saqueo y
privatización del gobierno de Peña Nieto.
Otro propósito de la
Reforma Educativa, de hecho, es el de neutralizar directamente a la CNTE, que
surgió en 1979 como una alternativa de afiliación en lugar del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Si el SNTE ni siquiera merece
el nombre de “sindicato”, caracterizándose por su traición constante a los
trabajadores, por su profunda corrupción interna y por su completa sumisión al
Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder, la CNTE surge desde un
principio como una opción disidente que ha respaldado las más importantes
movilizaciones sociales y que se ha convertido en una de las trincheras más
efectivas e inexpugnables contra la represión gubernamental y contra su
imposición del neoliberalismo en México. Es verdad que grandes sectores de la
CNTE se han dejado corromper y han incurrido en prácticas propias del gobierno
mexicano y del SNTE. Es lo mismo que ha ocurrido con los partidos políticos
opositores pervertidos por la hegemonía de todo aquello de lo que el PRI es el
nombre en México: la corrupción, pero también la opresión, la censura, la
represión, el engaño, la traición, etc. Sin embargo, tanto en la CNTE como en
al menos uno de los partidos opositores, la contaminación por el sistema
hegemónico no ha conseguido suprimir la capacidad de resistencia contra el
mismo sistema. Esto es lo que se intenta resolver definitivamente con la
Reforma Educativa al quitarle su poder a la CNTE y al transferirlo a oscuras
instancias evaluadoras totalmente sometidas al gobierno mexicano y a los
sectores económicos-empresariales representados por su instrumento
gubernamental.
Otro propósito claro de
la Reforma Educativa obedece precisamente a los intereses de los sectores
económicos-empresariales que la han impulsado. Podemos formular este propósito,
sin temor a exagerar, como la reducción de la educación pública en México a la
simple formación de mano de obra calificada, eficaz y altamente productiva,
obediente y barata, acrítica e irreflexiva, que nutra una economía nacional
cada vez menos nacional y más acaparada por capitales transnacionales. En la
división mundial neocolonial del trabajo, México ha terminado especializándose
en suministrar materias primas y especialmente productos manufacturados,
producidos en las maquiladoras mexicanas, pero concebidos y diseñados en
Europa, Norteamérica y el lejano Oriente. La actual especialización económica
de México, por lo tanto, es el trabajo manual y “sub-intelectual”, puramente
técnico-tecnológico, que se ha convertido en la principal fuente de riqueza
para el país después de la degradación del sector petrolero. Como lo muestran
las evaluaciones docentes y las nuevas orientaciones prescritas a los maestros,
la Reforma Educativa está claramente orientada hacia esta clase de
trabajo-de-maquila, hacia la técnica pasiva y automática, hacia un degradante y
alienante saber-hacer, hacia un conocimiento acumulativo cuantificable y evaluable,
y no hacia un trabajo verdaderamente humano, digno, creativo, crítico y
reflexivo. Ni el gobierno de Peña Nieto ni los sectores
económicos-empresariales a los que sirve tienen interés en formar ciudadanos
con criterio que puedan cuestionarlos, despreciarlos, dejarlos atrás y luchar
por una transformación positiva de la sociedad mexicana que la lleve más allá
de su posición colonial de subordinación y dependencia. Lo que desean
únicamente, como dignos herederos de los pasados conquistadores, es amaestrar
de la mejor manera a los esclavos que han recibido en el último repartimiento,
que ahora tienen en encomienda y que mañana van a trabajar en minas y fábricas
para llenar sus bolsillos.
Mistificaciones:
los maestros que no quieren ser evaluados
Se busca someter a los
estudiantes, a la futura fuerza de trabajo explotada, y, para conseguirlo, hay
que empezar por someter a los maestros. No es una tarea fácil, pues el sector
magisterial ha demostrado ser uno de los más insumisos de México. Acabamos de
confirmar que los maestros y quienes los apoyan están dispuestos a morir antes
que doblegarse. También hemos corroborado que el régimen de Peña Nieto está
dispuesto a matar a los maestros, así como también ha asesinado a otros
ciudadanos conscientes que se han interpuesto en su camino, entre ellos
estudiantes, normalistas, periodistas, activistas, sindicalistas, líderes
indígenas, defensores de derechos humanos, militantes de organizaciones
opositoras, denunciantes de los feminicidios o de la destrucción del medio
ambiente, etc. Todos estos sujetos han sido eliminados porque han amenazado con
perturbar e incluso interrumpir el gran espectáculo con el que se disimula el
saqueo del país, la privatización de todo lo público, la resultante
reapropiación de la riqueza social para unos cuantos, el vertiginoso aumento de
la desigualdad y el desmantelamiento de las ya de por sí insuficientes
conquistas sociales que costaron miles de vidas en la Revolución Mexicana.
La cara visible de la
Reforma Educativa forma parte del espectáculo publicitario. El ilusorio
contenido espectacular es bien conocido: los maestros evalúan a sus
estudiantes, pero no quieren ser ellos mismos evaluados. Este guion, que oculta
las condiciones y el contenido mismo de la evaluación, es perfecto para
desprestigiar a los maestros, hacia los que se canaliza toda la comprensible
cólera de la población mexicana.
Significativamente, el
15 de junio de 2016, cinco días antes de que la Policía Federal atacara con
armas de fuego al movimiento magisterial en Oaxaca y asesinara al menos a 9
personas, los senadores del PRI votaron contra una iniciativa ciudadana que los
obligaba a hacer públicos sus ingresos. Fue así como los altos políticos
priistas, delatando con cinismo su propia corrupción, escaparon fácilmente a la
evaluación de su honestidad. Podemos decir que fueron ellos los que no
aceptaron ser evaluados, así como Peña Nieto se ha resistido a ser evaluado en
varios planos, incluyendo el de su responsabilidad en la muerte y desaparición
de normalistas de Ayotzinapa, así como también el de su propia corrupción,
evidenciada en actos gravísimos como los revelados en el escándalo de su Casa
Blanca, por mencionar el más conocido.
Ante la impunidad del
Presidente de la República y de los demás altos políticos y funcionarios que se
niegan a ser verdaderamente evaluados, la cólera de la población mexicana sólo
ha podido canalizarse hacia los maestros que rechazan un simulacro de
evaluación. Es la infamia del espejo, de la calumnia como defensa contra la denuncia,
pero también del chivo expiatorio como válvula de escape. Solamente los
regímenes más bajos y miserables, como el nazi en relación con los judíos, se
han atrevido a echar mano de tales estratagemas políticos.
Procedimientos:
manipular y asesinar
El ejercicio de
catarsis y desvío de la agresión es bien conocido en México. Ha sido
sistemáticamente utilizado para asegurar la permanencia del sistema priista,
habiéndose dirigido sucesivamente contra los más diversos enemigos del Estado,
siempre víctimas del odio suscitado por el mismo Estado. Los principales
artífices de este ardid tan perverso como grosero son bien conocidos por todos.
Se encuentran en las grandes empresas mediáticas dedicadas a la manipulación e
ideologización de la sociedad, como Televisión Azteca, Televisa y Milenio, las
cuales, por cierto, han usurpado el lugar de la educación, pero con un objetivo
diametralmente opuesto: no educar, sino maleducar; difamar y no informar;
pervertir en lugar de formar; crear un universo de mentiras en lugar de
permitir el acceso a la verdad; hacer reinar la ignorancia en lugar de
transmitir un saber; inhibir el pensamiento en lugar de enseñar a pensar.
No es casualidad que
Televisa y los demás medios, los mayores enemigos de la educación en México, se
ensañen a tal grado contra los maestros, es decir, contra los encargados mismos
de la educación. Tampoco es casual que el gran promotor de la Reforma
Educativa, el magnate Claudio X. González Guajardo, haya sido presidente de la
Fundación Televisa antes de ser presidente de Mexicanos Primero. Esta oscura
organización, en cuyo seno se ha gestado la Reforma Educativa, continúa la
tarea de maleducar iniciada en Televisa. Tan sólo en el ámbito de los
productores de telenovelas podía surgir un guion tan burdo como el de los
profesores que no quieren ser evaluados. El problema es que grandes sectores de
la sociedad mexicana han sido maleducados hasta el punto de sólo comprender los
guiones de telenovelas. No debe sorprendernos, pues, que ahora esos mexicanos
odien a los maestros así como también odian a los normalistas y a los malos de
las telenovelas. Este mismo odio es el que les permite en ciertos casos, cuando
se desempeñan como policías, matar a los maestros y desaparecer a los
normalistas. ¿Cómo no recordar al buen taxista, hipnotizado por la radio y la
televisión, exclamándose que los maestros y estudiantes revoltosos “merecen que
los maten” o al menos “necesitan un buen susto”?
Sin embargo, para ser
justos, ni los ruleteros ni los policías deben ser culpados por la muerte de
los manifestantes en Oaxaca. Los verdaderos culpables son los autores
intelectuales del crimen, los grandes responsables de la mala educación, los
que permiten ahora mismo que haya Televisa en lugar de Educación, entre ellos
Claudio X. González Guajardo, a quien ya nos referimos, pero también muchos
más: el usurpador Enrique Peña Nieto, que llegó a la presidencia por la compra
de votos y por los buenos oficios de las televisoras; el Secretario de
Educación Pública Aurelio Nuño Mayer, formado en la educación privada para
destruir la educación pública; el presidente de Televisa Emilio Azcárraga Jean,
enriqueciéndose al destruir la educación y la cultura misma de México; su
homólogo Ricardo Benjamín Salinas Pliego de Televisión Azteca, etc. Todos ellos
son los que deberían ser juzgados como autores intelectuales de los asesinatos
de los manifestantes en Oaxaca, pero también de los maestros y normalistas de
Guerrero en los meses pasados, así como de todos los demás activistas que se
han cruzado en su camino.
Ahora sabemos que
arriesgaremos la vida cuando intentemos defender nuestra independencia,
sabotear el espectáculo publicitario del poder y detener el avance de las
reformas estructurales que pretenden “Mover a México” al doblegarlo, explotarlo,
saquearlo y malbaratarlo. Es algo que habríamos podido prever desde un
principio. El avance de las reformas es el del capitalismo neocolonial y
neoliberal: un sistema de muerte que tan sólo puede avanzar a costa de la vida.
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