Llovía; menos quizás que los días
anteriores, pero fuerte. Así que esperaron hasta que el agua que caía del cielo
menguara para lanzar la acción que habían votado en asamblea.
Finalmente los estudiantes se decidieron a avanzar con su jornada de protesta y ocuparon la calle en las puertas del
Consejo Escolar. Los carteles y cánticos recordaban el reclamo que ya cansa de
tan repetido y elemental. Se trata de las condiciones básicas para que las
clases puedan desarrollarse con normalidad; exigen principalmente el arreglo de
calderas, desratización y reparación de los techos, que se caen o dejan pasar
la lluvia.
En resumen, como no hay calefacción en buena parte de
las escuelas de Bahía Blanca alumnos y docentes se mueren de frío; "y cuando
llueve, como ocurrió a lo largo de esta última semana, adentro de las aulas te
mojás más que afuera", insisten los jóvenes.
El argumento central que las autoridades utilizan como respuesta está más viejo y gastado que los reclamos: dicen que no hay presupuesto. Sin
embargo, la Comisión de Fondo Educativo acaba de votar el otorgamiento de
veintiún millones de pesos a las empresas de transporte público para sostener
un “boleto estudiantil” que ni siquiera se implementa como debería hacerse.
Para colmo se han multiplicado las ratas;
y la guerra con cebos que se desparraman en los rincones de los colegios no
alcanza a solucionar el problema.
“Las ratas no me dan miedo o asco, sino pena”, dice una chica del cuarto año, y remata irónica: “a mí me parece que las pobres sufren más el frío que nosotros”.
“Las ratas no me dan miedo o asco, sino pena”, dice una chica del cuarto año, y remata irónica: “a mí me parece que las pobres sufren más el frío que nosotros”.
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