En 2009 el gobierno nacional en medio de la batalla
contra el grupo Clarín pergeñó un plan ambicioso y efectista, estatizar la
televisación del deporte más popular de todos, el fútbol, de este modo se le
quitaba un negocio espectacular que tenía ese grupo y se ganaba una herramienta
de comunicación para el gobierno. En aquel momento llovían las críticas por los
gastos para el Estado que semejante plan implicaría, y frente a esas críticas
se aseguraba desde el gobierno con total vehemencia que el llamado “Fútbol para
todos” era un negocio fabuloso para los privados y que lo tenía que ser también
para el gobierno, que el gobierno no pondría dinero y que lo recuperaría en su
totalidad con la venta de publicidad.
Como es una costumbre
este tipo de afirmaciones no suelen ser reales y solo se trata de promesas y
hoy, a 4 años de los anuncios, el gobierno ha gastado un estimado de más de 4.000
millones de pesos si se tienen en cuenta los fondos directos abonados a los
clubes, los costos de producción y transmisión y el espacio cedido en su
totalidad al gobierno para publicidad oficial que podría haberse facturado de
haberse vendido. En el último año debemos tener en cuenta además dos hechos
novedosos e inéditos, primero, los chivos que en plena transmisión hacen
comentaristas y relatores elogiando acciones de gobierno o preanunciando
invitados o temas a tratarse en el programa ultraoficialista de propaganda 678,
y más increíble aún, la programación de partidos en coincidencia horaria con la
emisión del programa periodístico de Jorge Lanata, Periodismo para todos, para
tratar de quitarle puntos de ráting.
La empresa TyC Sports
hacía contratos ruinosos con la Asociación del Fútbol Argentina (AFA) de Julio Grondona, quien se beneficiaba
personalmente en perjuicio de los clubes. Estos contratos eran de plazo muy
largo y no preveían renegociación anual o competencia entre varios oferentes.
Por otro lado una gran parte de los dirigentes del fútbol argentino
administraron en forma fraudulenta a sus clubes. La violencia en los estadios
nunca dejó de incrementarse, y en los 90 se pasó de los simples hechos de
violencia entre hinchas enfervorizados que eran los tradicionales “barras” a
verdaderas organizaciones delictivas que tienen varias fuente de ingreso
vinculadas al delito, desde la recaudación por “cuidar autos” en los recitales
en connivencia con la policía, la reventa de entradas que reciben de la
dirigencia hasta el involucramiento en la política, trabajando como “seguridad”
o incluso la participación en porcentajes de pases de jugadores.
Grondona llegó a la
presidencia de la AFA por medio de la designación por parte del contralmirante
Carlos Alberto Lacoste, interventor de facto designado por la dictadura militar
y vicepresidente del Ente Autárquico de Organización del Mundial 78. La
dictadura había destituido ilegalmente a las autoridades legítimamente
constituidas de la AFA y su interventor había designado arbitrariamente un
nuevo presidente, es por ende Grondona el último funcionario de facto de la Argentina.
Claro está que una vez sentado en ese sillón y con las tácticas económicas y
políticas aseguradas ha conservado el puesto hasta la actualidad.
Julio Humberto Grondona,
al realizar un pacto con Nestor Kirchner para entregarle el fútbol al gobierno,
aseguró su continuidad al incluir el blindaje político mediático y judicial
como parte del pacto, realizando de esta manera su última gran movida
estratégica para asegurar la perpetuidad de su poder. El gobierno que más hizo
por la revisión de lo hecho en los 70 sufriría una conveniente amnesia
selectiva a la hora de hablar del presidente de la AFA.
Las estrecheces
económicas que pasaban los clubes durante el reinado del monopolio del cable
sobre el fútbol se acabarían con el nuevo pacto, dado que los aportes del
gobierno serían mayores al que otorgaba la empresa, pero a cambio de ello y a
la luz de que serían fondos públicos los involucrados, se suponía que el
gobierno supervisaría y controlaría la administración de los clubes para que se
acabaran los negocios de los dirigentes enriquecidos en clubes en banca rota. A
su vez, al estar la financiación del fútbol en manos del gobierno, se suponía que
un nuevo capítulo en el combate de la violencia debía comenzar. Pues bien, nada
de eso ocurrió, los dirigentes corruptos siguieron haciendo negocios
fraudulentos ahora ya al calor de fondos públicos más holgados, la violencia
continuó y se incrementó y lejos el gobierno de combatir a los barras brava,
los utiliza como mano de obra para apretar trabajadores del Indec y les dio
fondos para viajar al mundial de Sudáfrica. Marcelo Mayo, el militante K y
barra brava, lo reconocía descaradamente y no dudaban en llevar banderas de
Hinchadas Unidas Argentinas en los estadios. Cristina Fernández se refería a
estos energúmenos como: “En la cancha colgados del paravalanchas y con la
bandera, nunca mirando el partido, porque no miran el partido, arengan, arengan
y arengan, la verdad, mi respeto para todos ellos”, durante la presentación del
sistema AFA plus. Indudablemente no se refería al hincha promedio de futbol que
a diferencia del barra sí mira el partido. Todo el mundo sabe cuál es el lugar
central de privilegio en el centro de la tribuna y junto a las banderas,
parados en el paravalanchas y sin mirar el partido que ocupan estos personajes.
En este contexto
descripto el día jueves 1 de agosto se comunicó desde la sede de la AFA que el torneo inicial se denominaría “Nietos Recuperados” haciendo alusión al símbolo
de la incansable y admirable lucha de Abuelas de Plaza de Mayo. Siendo yo uno
de los 107 nietos restituidos no puedo en el presente contexto hacer otra cosa
que salir a expresar mi abierto rechazo a esa denominación. Por un lado, claro
está, porque todo el aparato comunicacional del gobierno utiliza abiertamente al
fútbol como una herramienta de propaganda política, lo cual deja enmarcados a
la totalidad de los nietos dentro de esa política partidaria, y por otro lado,
claro está también, porque quien conduce los destinos de la AFA jamás mostró el menor interés
en nada relacionado con los Derechos Humanos ni muchísimo menos, y de hecho
colaboró abiertamente en la organización del mundial que acalló los gritos de
las salas de tortura con los gritos que venían de los estadios.
No puedo aceptar que
este fútbol que ha consolidado la impunidad de los violentos llevados a los
mundiales y con empleos en la política lleve nuestro nombre como símbolo, no
acepto formar parte del nombre que se le da a un torneo de fútbol organizado
por una entidad que ha decidido que las amenazas de muerte a un árbitro en el
vestuario no merecen sanción. Me niego a formar parte de un fútbol que permite,
habilita y justifica que la parcialidad de un equipo en el clásico frente a su
rival interrumpa el encuentro intencionalmente con pirotecnia desplegada en
todo el estadio frente a la tolerancia, permisividad y complicidad de la
policía, los dirigentes y muchos medios de comunicación, en un estadio que se
supone está lleno de cámaras.
Me resisto a ser parte
del un título que pretende lavar con derechos humanos la suciedad de las
oficinas de la calle Viamonte adonde el poder eternizado por los métodos
mafiosos del “todo pasa” ha llegado para quedarse.
Puedo anticipar las
críticas que recibiré por semejante atrevimiento, se me dirá que el título
ayuda en la búsqueda de otros nietos y en la difusión del trabajo de Abuelas,
sinceramente no puedo vislumbrar cómo y tampoco creo que en nombre de esa
buscada y necesaria difusión debamos asociar nuestro nombre a cualquier cosa.
No quiero que se
malinterprete mi mensaje ni que se asuma que estoy en contra del deporte más
popular y de la legítima pasión que despierta siendo yo mismo un futbolero
incurable; siempre quise rescatar la pasión legítima del hincha que alienta y
necesita de una vez por todas de una decisión política que quite a los
delincuentes organizados disfrazados de hinchas de los estadios
Es por todo esto que le
pido o mejor dicho le exijo a la AFA me quite del colectivo que implica el
título en la figura de los Nietos. En lugar de llamarse “Nietos Recuperados” el
torneo debería llamarse “Nietos Recuperados, salvo Matías Reggiardo Tolosa” lo
agradecería y claro está que habrá otros que se sumarán a mi iniciativa y otros
que elijan seguir siendo parte del nombre.
Matías
Ángel Reggiardo Tolosa
Nieto restituido
por Abuelas de Plaza de Mayo
No hay comentarios:
Publicar un comentario