En el cuadernillo que
les pasaron se reproduce primero un reportaje a Eugenio Severín, un
especialista en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), así que
difícilmente alguien pueda sospecharlo de parcialidad sobre el tema. El hombre
sabio dice: “El que crea que comprando tecnología va a resolver los problemas
educativos que venimos arrastrando por décadas en América latina está muy
equivocado. Lo relevante es que nos propongamos mejorar nuestra educación
teniendo a la tecnología como principal aliado y analizar cómo vamos a
transformar las prácticas educativas para que sean adecuadas para los
estudiantes del siglo XXI, que vienen enormemente predispuestos para la
tecnología. Si no cambiamos la estrategia educativa, no vamos a ninguna parte,
con computadoras o sin ellas”. El ida y vuelta argumentativo un poco lo marea y
otro poco lo cansa, pero sigue.
Se encuentra ahora con
la reproducción de un recorte periodístico que lee por arriba y se detiene
únicamente en la ingeniosa frase del final que, resaltada por la tipografía,
afirma: “una cosa es que te regalen un auto y otra muy distinta es que te
enseñen a conducirlo”.
Suficiente,
se dice y arroja los papeles a un lado. Después se tira en la cama con los brazos
doblados como almohada y los ojos fijos en el cielo raso en busca de nueva
estrategia que, con la única ayuda del pizarrón, las tizas y
algunas fotocopias, le permita este año lograr que los pibes le den un mínimo
de bola a las cuestiones de la sintaxis.
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