Desde hace una semana hay una familia completa durmiendo entre cartones, acá a la vuelta, así que ya es tema de conversación en su casa cada vez que llueve o hace mucho frío. Una helada mañana pasó y le dejó un alfajor de chocolate al lado de uno que dormía sepultado entre trapos.
Pero también hay motivo
para el humor. Ayer nomás vio a un tipo bastante viejo durmiendo sobre un colchón
que se había armado con los afiches políticos que había logrado arrancar de la pared.
Como en época de elecciones una cartel se pega sobre otro a una velocidad que
se acelera a medida que se acerca la fecha del voto, el tipo se armó un pegote de papel
de varios centímetros de grueso que seguramente casi se desprendió solo. Con su compañero no paraban de reírse: el
hombre apoyaba la cabeza sobre la mullida pila de papel y engrudo, y casi parecía
que, entre sueños, la Stolbizer le daba
un beso en la oreja.
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