“Hay
una prestigiosa nueva clase media latinoamericana que en su mayoría es urbana y
posee todos los atributos de tranquilidad frente a los vaivenes y barquinazos
de las economías nacionales.” Ésa es la conclusión.
Antes,
el reciente documento elaborado por el Banco Mundial para América Latina
anuncia que han cambiado las categorías para medir la pobreza, según lee -como puede en el colectivo que lo
lleva a la escuela- gracias a la fotocopia que le pasó el colega de Geografía.
El documento en sus páginas “se propone una nueva definición de la clase media basada en la seguridad económica, que se aplica a la mayoría de países de la región”. Los percentiles del nivel de ingreso, o la obtención de una vivienda adecuada con la posibilidad de acceder a servicios esenciales sirven como referencia, pero lo principal es la clasificación de la población en función de un nuevo y ambiguo concepto: la seguridad económica, que vendría a ser algo así como una baja probabilidad de volver a caer en la pobreza.
El documento en sus páginas “se propone una nueva definición de la clase media basada en la seguridad económica, que se aplica a la mayoría de países de la región”. Los percentiles del nivel de ingreso, o la obtención de una vivienda adecuada con la posibilidad de acceder a servicios esenciales sirven como referencia, pero lo principal es la clasificación de la población en función de un nuevo y ambiguo concepto: la seguridad económica, que vendría a ser algo así como una baja probabilidad de volver a caer en la pobreza.
Se
ríe, guarda el escrito arrugado en la mochila mientras piensa que si allí,
debajo del último renglón, hubiera una serie de casilleros para recabar
opiniones y/o sentimientos, él tildaría el que anuncia: inseguro.
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