Las cifras
verdaderamente no se pueden creer. Ahora que mira con detenimiento, negro sobre
blanco, la lámina que pegó en la escuela la delegada de la oposición realmente
se indigna. Según había podido leer en el sitio de internet del SUTEBA, el Sindicato
Único de los Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires, el
oficialismo de la lista Celeste había obtenido el 70 por ciento de los votos
para la renovación de autoridades, mientras que la opositora lista
Multicolor alcanzó el 30. Los números le
llamaron la atención porque en La Matanza la oposición de izquierda, a quien
ella votó, ganó, y presentía que el espíritu renovador, de necesidad de cambio
campeaba en todos los colegios bonaerenses. De modo que supuso que los números
estaban debidamente maquillados, pero nunca supuso la proporción real de la
estafa.
Sí, ahora se entera de que
el fraude ha sido colosal. Que si la media de votación de los trabajadores afiliados
y en condiciones de hacerlo es de entre el cincuenta y el sesenta por ciento -en
el gran Buenos Aires, en todos los gremios de la Argentina y del mundo-, en
aquellas seccionales del SUTEBA que la oposición no pudo fiscalizar la cantidad
de votos superó el 90 por ciento, casi roza el cien por cien. Como se dice
habitualmente, votaron hasta los muertos. ¡Increíble! Y eso para no mencionar
la vista gorda y la complicidad de los veedores del ministerio de Trabajo que
incluso colaboraron para que la estafa se efectúe sin más en distritos como en
San Martín-Tres de febrero.
Mientras lee la bronca le
sube por el pecho y le ocupa la garganta, de manera que tiene que apoyar sobre
la mesa la taza de mate cocido para no atorarse. Se limpia la boca con una
servilleta de papel, y tose sin dejar de leer, esta fría mañana de junio, justo
antes de meterse dar su primera clase del día.
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