Los trabajadores de La
Forestal representaron la clase social surgida con la extracción de los
recursos naturales del país. Como suele ocurrir, detrás de los grandilocuentes
discursos de progreso, fueron los hacheros quienes pusieron el lomo para
generar las riquezas de la Argentina.
La Forestal se manejó
como un gran patrón extranjero en el norte de Santa Fe. Tenía más de dos
millones de hectáreas y todo cuidadosamente diseñado para la explotación del
quebracho colorado. Pueblos enteros convivían y seguían obediente el plan
trazado por la compañía. No es casual que Gastón Gori advirtiera sobre la
presencia de un Estado dentro de otro Estado.
Se puede decir, sin
rodeos, que las condiciones de vida de los trabajadores de La Forestal,
principalmente, en las primeras décadas del siglo XX, era de completa sumisión
y explotación. Bialet Massé, en su clásico informe sobre las clase obrera
Argentina, en 1905, advertía que frente al avance de la depredación de los
bosques iban quedando hombres extenuados y envejecidos por un trabajo tan
malamente explotado. Además, el sentimiento de aquellos hombres y mujeres, era
de soledad y desprotección. Percibían la soledad del Estado argentino y mantenían
en la soledad del monte la ilusión de vivir mejor.
En un contexto de
prohibiciones y privaciones los trabajadores de La Forestal fueron creciendo y
desarrollando formulaciones para mejorar su realidad. Cada vez toleraban menos
las arbitrariedades y fueron entendiendo que debían atar las soledades que,
separadas no tenían destino alguno, y todas juntas, planteaba una realidad de
altísima preocupación para la compañía inglesa. En otras palabras, se dieron
cuenta que el camino era la sindicalización para intentar cambiar las cosas.
A finales de junio de
1919 en el local de la Federación Ferroviaria de Vera se constituyó el
Sindicato de Obreros en Tanino y Anexos de La Forestal, siendo nombrado como
Secretario General, a Teófilo Lafuente quien junto a una comitiva de obreros
emprendió dos giras sindicales caracterizado por la presencia masiva de obreros
en asambleas y actos en las plazas de cada pueblo.
Luego de las giras y
con la celebración de un nuevo Congreso, se decidió la elaboración de un pliego
de 35 demandas sindicales. Las mismas mostraban el sistema opresivo y la falta
de condiciones básicas en que vivían los trabajadores de La Forestal. Los
puntos destacados van de la libertad completa de reunión y comercio,
reincorporación de trabajadores expulsados, servicio sanitario y colocación de
canillas de agua en cada cuadra, condiciones laborales y mejores salarios,
hasta el llamativo punto 35 donde pedían a los señores gerentes y altos
empleados que observen más respeto hacia los trabajadores.
Ante la falta de
respuesta por parte de la empresa, el 14 de diciembre de 1919, se declaró la
huelga en el territorio de La Forestal. Los pueblos “forestales” fueron,
literalmente, tomados por los obreros que habían paralizado completamente el
funcionamiento de la poderosa empresa. Los diarios de la época informaban que
patrullas armadas recorrían las calles y controlaban fábricas, transportes y
tenían secuestrados en sus casas a gerentes y altos empleados.
La huelga de los
tanineros finalizó con un triunfo para los trabajadores, y una derrota difícil
de aceptar para la empresa que hizo ordenar el incumplimiento de los acuerdos y
puso en marcha la creación de una fuerza de represión propia.
En mayo de 1920 asumió como gobernador de Santa Fe, Enrique Mosca, por el Partido Radical “Antipersonalista” y creó por decreto la Gendarmería Volante que fue financiada íntegramente por la compañía. La violencia desatada por los gendarmes de La Forestal fue acompañada por el cierre de fábricas que dejaban sin trabajo a cientos de familias y sin la posibilidad de una nueva huelga.
En enero de 1921 el
panorama para los trabajadores era alarmante, habían pasado de una victoria
sindical importante en marzo de 1920, a una desoladora situación en la que se
complementaba los abusos de la Gendarmería Volante, la vista gorda del
ejecutivo nacional, la complacencia del gobierno provincial y varias fábricas
cerradas por la misma empresa. El termómetro de los obreros estaba al rojo vivo
en el verano de 1921 y fue una cuestión de días hasta que estalló la revuelta.
El 29 de enero de 1921
grupos de obreros armados con wínchester en los trenes entraron a Villa Ana y
Villa Guillermina intentando tomar los poblados donde rápidamente hubo un
enfrentamiento causando bajas de ambos lados. Con la llegada de los refuerzos
policiales, los obreros huyeron al monte donde resistieron los ataques
agresivos de los gendarmes. Muchos trabajadores que habían intentado reclamar
por medio de la huelga y que no pudieron escapar, fueron detenidos y sus
hogares incendiados. Los niveles de represión y tortura fueron extremos. El
propio Teófilo Lafuente, relata en sus declaraciones, que él y sus compañeros
habían pasado un verdadero martirio al punto de casi perder la vida.
En sus declaraciones,
Teófilo también comentó que en el norte estaban cazando obreros como si fueran
animales. En Villa Ana, particularmente, en el arroyo de El Almagro, se ubicó
el grupo más importante de obreros perseguidos que protagonizó esta última
etapa de lucha contra la empresa inglesa. Los enfrentamientos continuaron por
un tiempo con una situación controlada por la compañía y un sindicato abatido y
disuelto.
Oficialmente no se sabe
cuántos obreros perdieron sus vidas en esta lucha, sólo el periódico La Vanguardia manifestó que los muertos
por la Masacre de La Forestal rondarían los 500 a 600 trabajadores.
Hoy, a 100 años de la
revuelta del 29 de enero, la realidad pareciera no haber cambiado demasiado y
por eso, la gesta sindical de los obreros del chaco santafesino, pareciera
tener más vigencia que nunca.
Hoy como ayer, los
nombres y hazañas de los obreros de La Forestal, continúan llenando de tinta
los periódicos argentinos y su ejemplo de lucha resurgen y se mezcla en las
realidades nuevas de los pueblos forestales. Y entonces pareciera que estos dos
momentos históricos, separados por 100 años, se funden en un solo instante
donde se vuelve a escuchar revolución social en los pueblos del quebracho, que
conmemoran y recuerdan a los bravos obreros de La Forestal.
Luciano
Sánchez.
Profesor
de Historia. Licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades
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