Es
la que nos faltaba para que la persecución se convierta ya en una de
John Wayne contra los sioux, se dicen los pibes. Ayer nomás fue
porque veníamos cantando por la calle a la salida de un recital,
hace una semana porque bailábamos en la puerta de un boliche, un
poco antes porque la moto hacía mucho ruido; pero ahora fue peor, y
todo porque les pareció que bien valía la pena y era por demás
justo sumarse a la protesta de los maestros.
Lo
cierto es que que de golpe y porrazo media policía de Neuquén se
les vino encima, los maltrató y los detuvo para que no pudieran
sumarse a la marcha de la Asociación de los Trabajadores de la
Educación de la provincia.
Pero,
bueno, ya están curtidos por el maltrato. Así que tragaron saliva,
se bancaron lo mejor que pudieron la “demora” junto a los
móviles policiales, y las invitaciones hostiles del tipo por qué
mejor no se van a sus casas, y el final continuaron su camino. Cuando
llegaron a la movilización contra la reforma educativa, ya se sabía
lo acontecido y el reconocimiento fue inmediato. “Ahí llegan
nuestros héroes”, gritaban riendo los docentes mientras los
aplaudían como bienvenido al acto frente a la casa de gobierno.
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