Entonces
se volvió común la calificación “reforma antieducativa”. Como
lo ocurrido en otras jurisdicciones argentinas, los cambios que la
ley de educación local impulsa a partir de 2015 en ninguno de sus
puntos tiene en cuenta lo debatido en las asambleas por los maestros
y profesoras, razón por la cual no pasa de ser juzgado por ellos
como una serie de enunciados generales y puramente retóricos,
mientras sospechan que los verdaderos objetivos habitan debajo del
profuso palabrerío, camuflados.
“El gobierno no convoca a nadie
debatir los problemas de fondo que le importan a la comunidad”,
sostuvieron los representantes de la Asociación de los Trabajadores
de la Educación de la provincia de Neuquén, y agregaron que lo que
en verdad se necesita es: “más salario, más escuelas, más
cargos, más horas, más material didáctico, más partidas de
alimentos y limpieza; espacios para el arte y el deporte” en lugar
de buenas intenciones enunciadas con verba burocrática.
Pero
si esa mañana no quisieron charlar más sobre ese punto, ni seguir
agregando adjetivos al corto escrito que mandaron a los medios, fue
porque ya habían desplazado los motivos de la bronca ni bien se
enteraron de que Jorge Sobisch volvía a postularse como mandamás de
la provincia. De inmediato repudiaron su candidatura a la gobernación
para el próximo año, a la vez que denunciaban a Jorge Sapag, “quien
avaló con la impunidad ante sus responsabilidades políticas por el
asesinato de nuestro compañero Carlos Fuentealba”, según dice el
comunicado que distribuyó el sindicato.
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