(Por
Bruno Mondino, especial desde la ciudad de Santa Rosa)- La fiebre y
los virus que el invierno arrima por estas tierras australes y
pampeanas, se suma a otra fiebre denostada por intelectuales y gente
bien pensada en general que ve en el mundial de fútbol la plasmación
de una serie de demonios y vicios, que, básicamente atontan,
adormecen. No me encuentro entre estos pensadores, comparto las
críticas, las entiendo, pero no estoy entre el grupo que denosta,
sino más bien entre los afiebrados y atontados. Sobrevuelo; asiento;
me pongo circunspecto; escupo sobre publicidades patrioteras pero
todo eso cae cuando el mundial está cada vez más cerca. No discuto
mi veletismo, una cosa es el fútbol y otra la parafernalia, ya está,
lo tengo resuelto, pero es sabido, uno ha venido a este valle de
lágrimas a sufrir.
Mientras
veo, goloso, los ámbitos donde nuestros héroes se recuperan de las
fatigas deportivas o, toco madera, de una fatídica lesión enviada
por el maligno al bueno de Rodrigo Palacio. Veo, brillante y
sentenciosa sobre el locker, a una réplica de la Santa Virgen,
intento no verla, pasarla por alto, pero no, el periodista deportivo
que de rellenar el silencio sabe mucho, cuenta feliz que “la virgen
acompaña a todos lados a los jugadores”, otro sapo que debo
tragar: la fe de los players, que quizás me añade sin quererlo. Si
al menos fuera la iglesia maradoneana…
Esta
imagen me trae al planeta La Pampa, ya que en la planta baja de la
sede de la Universidad Nacional hay una réplica de la virgen,
derecho, a unos veinte metros de la entrada. Como con el mundial,
nunca pensé en criticar su presencia de algún modo vehemente, creo
que nunca la vi, y si la vi, nunca me importó. Los ídolos
cristianos suelen ser discretos, y esta virgencita acovachada lo es
en grado sumo. Pero, es cierto, ahí está. Hace unos meses una
agrupación política, con banderas sobre todo feministas, de la
Facultad de Ciencias Humanas de la UNLPam llamada Cardo Ruso erigió
un santuario en el segundo piso del mismo edificio a una virgencita
llamada por Cardo Ruso como “Santa Concha”. La santa de labios
abiertos con un velo celeste encima se aproxima bastante a la imagen
tradicional.
En
un mensaje por una red social la agrupación llamaba a despertar a
los “dormidos”, con esa tendencia iluminadora que las
agrupaciones estudiantiles de izquierda lastimosamente no pueden
abandonar, para que se enteren de que hay una virgen en la planta
baja, y que no corresponde que esté, si es que la Educación en
Argentina es laica, y dejando de lado la imagen de mujer que la
virgen transmite y que Cardo Ruso expone certeramente. Tienen razón.
Hasta aquí esta historia. Pero a esta acción destituyente del
reinado virginal y otras, vaya si hubo reacción.
Los
grupos católicos salieron a defender con uñas y dientes la
permanencia de la virgencita en la Alta Casa. Cuando uno se piensa
que la religión acá ya es cosa de antes, se da cuenta de lo
equivocado que está. Muchos dijeron que no molestaba a nadie; otros,
salomónicos propusieron que haya tantas imágenes como cultos
legales existiesen; otra estudiante de abogacía al borde del
paroxismo aducía que a quien le iba a rezar antes de un final,
algunos menos practicantes pero no menos místicos asentían
compungidos; en algunos corrillos se veían oscuros deseos de
incendiar a las brujas feministas, no faltó quien le echara la culpa
a Cristina. ¿Por qué se indignan tanto? ¿qué se esconde detrás
de esta exigencia intolerante? En estas preguntas, el cronista
acrítico se retoba. Y otra vez, los bien pensantes, la reserva laica
de la Patria se puso en marcha para sacar a patadas a la virgencita
que está ahí, firme con las manitas juntitas y un poco asustada.
Hubo un debate en el Aula Magna, los católicos siempre demandantes
del diálogo no asistieron, los laicos, verborrágicos y encartelados
como panelistas de TV con la leyenda “Estado laico, universidad
laica”, cantaron flor en el debate sin contendientes. El Consejo
Superior de la UNLPam deberá decidir.
Los
liberales de principios del siglo XX tenían claro que el Estado
moderno debía ser laico y su educación también y creo que no eran
ningunos progres, después la historia conocida: 1930 y la reacción,
la vuelta al culto sostenido, con los ecos aún vigentes que hacen
que esta virgen criolla y montaraz se instale en la universidad
pampeana en 1980, de la mano de una dictadura que no era muy
cristiana, pero sí muy católica.
Sobran
razones para que esa imposición que suele esgrimir la grey católica
se acabe. No es una cuestión de intolerancia laica, no todos somos
católicos, no todos tenemos algún culto. Y, lo más importante,
para algunos ciertos símbolos en determinados ámbitos engendran
significados, que una vez develados, puestos en juicio, no se pueden
soslayar sin que quede la sensación de que siempre se está
perdiendo.
Que
los universitarios estudien y aprueben encomendándose sin réplicas
cercanas, que los futbolistas ganen la copa, o al menos un partido a
los alemanes, y no recen que ya no tenemos a dios pero sí al
messías.
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