Aparentemente
los sucesos de hace poco más de una semana fueron así y su onda expansiva
todavía sacude el norte del conurbano bonaerense. Ocurrió que el subsecretario
de Educación provincial, Néstor Ribet, estaba ingresando al microestadio de la
Universidad Tecnológica Nacional regional Pacheco, lugar donde debía realizarse
la jura a la bandera criolla cuando fue interceptado por el intendente de
Tigre, Julio Zamora y la esposa de Sergio Massa, líder del Frente Renovador,
señora Malena Galmarini. El mentado dúo le informó sin más al subsecretario
acerca de los cambios que se habían realizado de cara al acto, por lo que,
chau, su participación no era necesaria.
De
tal modo, impidieron al Ribet tomar la promesa a la bandera a los alumnos de
cuarto grado de las escuelas de ese municipio. Según el comunicado del
organismo, los massistas alegaron que dicho acto lo llevaría a cabo el mismo Massa,
valgan las cacofonías.
Cuando
llegaron las denuncias cruzadas Zamora no desmintió haber impedido al
funcionario sciolista tomar el sagrado juramento, aunque argumentó otras
razones más nobles: que durante el acto le reclamó a Ribet por “el abandono de
las escuelas y recortes de fondos en los comedores”. Algún medio local
reprodujo estas palabras del comunicado oficial: “En lugar de venir a los actos
del municipio para la foto, que resuelvan la situación de los tres mil pibes de
Tigre que tienen las escuelas rotas y se quedaron sin comedor”.
Por
su parte, el impedido subsecretario declaró que “intentó explicarles (a Zamora
y a Galmarini), en vano, que por una cuestión reglamentaria el acto debe
llevarse a cabo por parte de la máxima autoridad educativa de la provincia
presente en el lugar” y acotó que el acto de promesa de lealtad de los alumnos
“no tiene validez y deberá realizarse de nuevo porque el Reglamento General de
Instituciones Educativas indica que debe ser tomada por la máxima autoridad
educativa presente”.
Un
poco más tarde, la cartera educativa que conduce Nora De Lucia sumó sus gritos:
“en un hecho insólito, Massa echó a los funcionarios provinciales que tenían
que tomarle juramento a la bandera a los alumnos de 4° grado para hacerlo él
mismo y convertir un acto educativo y familiar en parte de su campaña política”,
y un par de días más tarde rajó a un par del establecimiento en cuestión, supuestamente los más permisivos con los deseos
massianos. En fin, un paso de comedia de las equivocaciones.
“Qué
se le va a hacer”, dicen que dijo irónica la experimentada directora de una
escuela de Tigre, “así de definitivas son las batallas por la patria”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario