Los piquetes
protagonizados por alumnos secundarios se convirtieron prácticamente en parte
del paisaje cotidiano de la ciudad de La Plata. Adolescentes quemando gomas y
cortando el tránsito vehicular en peligrosas avenidas, generalmente para
reclamar por problemas de infraestructura en sus escuelas o por la no entrega
de las netbooks, ya son moneda corriente y un peligro real para los jóvenes. “¿Hasta
dónde llega la responsabilidad de las autoridades de los colegios? ¿Quién
cuida y controla a los chicos?”, se pregunta el informe cuidando que las
palabras cuidar y controlar vayan juntitas.
La reiteración y
magnitud de los hechos, según evaluó la Jefatura Distrital, llevó a la
elaboración una suerte de protocolo de acción rápida para abordar estos “episodios”.
“Hemos realizado un diagnóstico del que surge que los cortes de calle y las
peleas en la puerta o en los alrededores de los establecimientos educativos son
las situaciones conflictivas más recurrentes en La Plata. Y en el marco de una
política de cuidado de los alumnos, hemos acordado acciones y responsables para
actuar en el menor tiempo posible”, dijeron. A continuación recordaron que el
“protocolo” en cuestión no es una herramienta aislada, ya que este año en todas
las escuelas bonaerenses comenzó a utilizarse la primera guía de orientación
para intervenir en todo tipo de conflictos escolares. Así, las protestas de los
estudiantes por baños inutilizables, cielos rasos que se caen, paredes
electrificadas, patios inundados, falta de aulas y bancos y estufas y
ventiladores y computadoras quedan igualados con otros eventos clasificados como
“violencia escolar”.
Según docta el más estricto sentido común, ¿no sería más fácil atender los reclamos antes que
elaborar protocolos que de poco van a servir para aliviar las carencias?
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