Fue
a media mañana, cuando la comunidad educativa de la Escuela Media N° 16 “Juana
Azurduy” de la localidad de Moreno realizaba una toma pacífica del colegio. El
motivo de la acción es bien conocido por todos -autoridades inclusive- porque
es más añejo que el mejor vino. Una figurita repetida del conurbano bonaerense:
las catastróficas condiciones edilicias del establecimiento que les ha tocado
en suerte. Los baños son un desastre, el patio también; la entrada de la
escuela está toda llena de agua y barro.. Ocurrió en ese momento que la
gendarmería se cayó de sopetón en el lugar para forzarlos a que despejen la
calle.
Eso
no fue todo. Los efectivos quisieron tomarle los datos a los docentes y
filmaron a los chicos y chicas que estaban en la manifestación.
Al
advertir que uno de los gendarmes le sacó fotos a los alumnos, que son menores
de edad, una profesora lo encaró y le dijo que no podía hacerlo, que era
ilegal. Entonces al tumulto arribó el inspector, que había permanecido adentro
del edificio, y se sumó a las fuerzas del orden afirmando que los profesores no tenían nada
que decir, y que si no se apartaban los iban a correr a palos.
La
madre de uno de los estudiantes, que participaba de la protesta, comentó,
enojada y nerviosa pero con resignada paciencia: “me enteré de que la escuela
tiene fugas de electricidad y es un peligro que los chicos concurran a clase en
tales condiciones; por eso me escapé del laburo y viene a participar de la toma
y reclamar. ¿Por qué el gobierno en vez de mandar a la policía y los soldados no
envía un par de buenos electricistas y algunos albañiles? Sería más sensato,
¿no?”.
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