Ni bien comienza a rondar la
pregunta él ya sabe que va a levantar la mano de modo que se ahorra el rito y
usa el tiempo para calcular cuánto le queda en la cuenta sueldo. Tiene a favor,
a diferencia de los cordobeses y pampeanos, que las rutas no están inundadas y
por lo tanto los micros no se ven obligados a interminables rodeos. Una a
favor. La otra es que más o menos ya tiene fichado dónde parar y tirarse a
dormir.
Comenzó a prepararse ni bien se
enteró de que la asamblea realizada en la mañana por sus colegas porteños había
ratificado en forma unánime el respaldo a la toma, al tiempo que repudiaba la
actitud de los ministros de cerrar todos los canales de diálogo. El mismo Lino
Barañao que declaró a los medios que no se reuniría con quienes llevan adelante
medidas de fuerza, es quien se niega a cumplir con el acta acuerdo suscripta en
diciembre pasado que establecía la reubicación de los quinientos becarios
despedidos del Conicet en otros organismos del sistema científico, respetando
sus salarios y condiciones laborales.
De modo que los trabajadores
del Conicet Rosario se reunieron, votaron y difundieron una declaración de
respaldo a la toma del Ministerio de Ciencia y Técnica que están llevando
adelante desde hace dos noches sus compañeros en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires por la reincorporación de los despedidos. Decidieron también que se
organizarían para viajar hasta la Capital Federal para apoyar y reforzar la lucha.
Se va de pique a lo de su ex novia. Mientras imita la voz de Adrián Otero al cantar “¿Para qué esas seis horas de tren?”, piensa que más vale que ella tenga a mano y le devuelva la bolsa de dormir sin hacer escombro.
Se va de pique a lo de su ex novia. Mientras imita la voz de Adrián Otero al cantar “¿Para qué esas seis horas de tren?”, piensa que más vale que ella tenga a mano y le devuelva la bolsa de dormir sin hacer escombro.
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