miércoles, 1 de octubre de 2014

Una reforma que profundiza la crisis educativa en la provincia de Buenos Aires

(Por Romina Del Plá. Prensa Obrera, n. 1.333, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, jueves 25 de septiembre de 2014)- La ministra de Educación de Scioli, Nora de Lucía, ha anunciado un nuevo régimen académico (NRA) para la educación primaria bonaerense. Es una continuidad de la reforma educativa oficial: lenguaje progresista, deterioro de los contenidos y de la función educativa de la escuela, así como también una recarga laboral para el docente, sin destinar presupuesto a las necesidades mínimas de las escuelas.

La obligatoriedad de la educación desde la sala de 4 años hasta la educación secundaria no pasa de ser una mera declamación. Aunque la educación primaria es el nivel que mantiene el más alto grado de escolaridad, persiste la deserción y, sobre todo, la escolaridad intermitente.


El NRA descarga en la "escuela" -o sea en los docentes- la responsabilidad del sistema. Se considera que el alumno es parte de la escuela desde que se inscribe hasta que egresa o se haya certificado su pase a otro establecimiento. Si concurre o no a clase es otro tema, pero ya estará estadísticamente "incluido". La escuela tendrá que ver cómo hace para que los chicos que abandonan regresen, para que todos alcancen los conocimientos mínimos o sean integrados -ello, casi sin docentes integradores y sin espacio en los edificios. Lo mismo vale para el armado de proyectos especiales, el seguimiento de las trayectorias escolares o para verificar que entre un ciclo de enseñanza y otro nadie deje de inscribirse: un sinfín de tareas que se descarga sobre la escuela, con el mismo personal y los mismos recursos.

Es el paraíso de la "polivalencia" laboral docente, donde todos hacen todo. Los maestros de materias especiales también deben cuidar en los recreos, los de grado tienen que diseñar estrategias especiales para cada situación diferente. Y todo sobrecargado de papeles: proyectos, informes, planificaciones. El "nuevo régimen" deposita totalmente en el docente la responsabilidad ante las situaciones de fracaso escolar o de dificultades para que los alumnos alcancen los contenidos mínimos. Se pretende bajar la tasa de repitencia a fuerza de imponerla administrativamente, no porque se logre una mejoría en el aprendizaje. El régimen, en ese aspecto, sólo blanquea una situación preexistente. Lo mismo vale para la eliminación de los aplazos, que sólo apunta a disimular el fracaso escolar.

El nuevo régimen académico es una adecuación de la escuela a la crisis capitalista y a la descomposición y la miseria social crecientes que ésta trae, la cual estalla todos los días al interior del sistema educativo. Cínicamente, los educadores "nacionales y populares" plantean que el niño "no debe ser estigmatizado con un aplazo", como si ello pudiera evitar el estigma de la desocupación, la precarización laboral o el hacinamiento habitacional que preceden a la escuela. De cara a este derrumbe, los pedagogos kirchneristas quieren construir un "indec" de las calificaciones escolares. Del otro lado, los críticos derechistas al nuevo sistema académico sólo atinan a oponerle un régimen escolar represivo y expulsivo.


La crisis educativa es nacional y abarca todos los niveles. Está ligada al derrumbe social general y al agotamiento de todas las salidas ensayadas, que han intentado convertir a la educación en una fuente de negocios y en un blanco permanente de las condiciones laborales de sus trabajadores. Esta reforma es parte indisoluble del proceso iniciado con la Ley Federal de Educación y todas las posteriores modificaciones antieducativas. A espaldas de los docentes, siguen deteriorando contenidos y funcionamiento. La rechazamos de conjunto.


Docentes que trabajen un solo cargo con un salario igual a la canasta familiar, preceptores en primaria, docentes de apoyo para proyectos, agrupamientos especiales y todos los cargos necesarios, edificios y espacios escolares acordes, material didáctico, becas para los estudiantes de todos los niveles, equipos de orientación escolar con el personal necesario para el seguimiento de toda la matrícula son, entre otras cosas, lo mínimo indispensable para encarar una reorganización de conjunto de la educación. Ello, junto a la unión del docente y de sus sindicatos con el conjunto de los explotados, para luchar por una transformación social que saque a la juventud y a la familia trabajadora del pantano actual.


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