(Por Romina Del Plá. Prensa Obrera, n. 1.333, Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, jueves 25 de septiembre de 2014)- La ministra de Educación de
Scioli, Nora de Lucía, ha anunciado un nuevo régimen académico (NRA) para la educación
primaria bonaerense. Es una continuidad de la reforma educativa oficial:
lenguaje progresista, deterioro de los contenidos y de la función educativa de
la escuela, así como también una recarga laboral para el docente, sin destinar
presupuesto a las necesidades mínimas de las escuelas.
La obligatoriedad de la
educación desde la sala de 4 años hasta la educación secundaria no pasa de ser
una mera declamación. Aunque la educación primaria es el nivel que mantiene el
más alto grado de escolaridad, persiste la deserción y, sobre todo, la
escolaridad intermitente.
El NRA descarga en la
"escuela" -o sea en los docentes- la responsabilidad del sistema. Se
considera que el alumno es parte de la escuela desde que se inscribe hasta que
egresa o se haya certificado su pase a otro establecimiento. Si concurre o no a
clase es otro tema, pero ya estará estadísticamente "incluido". La
escuela tendrá que ver cómo hace para que los chicos que abandonan regresen,
para que todos alcancen los conocimientos mínimos o sean integrados -ello, casi
sin docentes integradores y sin espacio en los edificios. Lo mismo vale para el
armado de proyectos especiales, el seguimiento de las trayectorias escolares o
para verificar que entre un ciclo de enseñanza y otro nadie deje de inscribirse:
un sinfín de tareas que se descarga sobre la escuela, con el mismo personal y
los mismos recursos.
Es el paraíso de la
"polivalencia" laboral docente, donde todos hacen todo. Los maestros
de materias especiales también deben cuidar en los recreos, los de grado tienen
que diseñar estrategias especiales para cada situación diferente. Y todo
sobrecargado de papeles: proyectos, informes, planificaciones. El "nuevo
régimen" deposita totalmente en el docente la responsabilidad ante las situaciones
de fracaso escolar o de dificultades para que los alumnos alcancen los
contenidos mínimos. Se pretende bajar la tasa de repitencia a fuerza de
imponerla administrativamente, no porque se logre una mejoría en el
aprendizaje. El régimen, en ese aspecto, sólo blanquea una situación
preexistente. Lo mismo vale para la eliminación de los aplazos, que sólo apunta
a disimular el fracaso escolar.
El nuevo régimen
académico es una adecuación de la escuela a la crisis capitalista y a la
descomposición y la miseria social crecientes que ésta trae, la cual estalla
todos los días al interior del sistema educativo. Cínicamente, los educadores
"nacionales y populares" plantean que el niño "no debe ser
estigmatizado con un aplazo", como si ello pudiera evitar el estigma de la
desocupación, la precarización laboral o el hacinamiento habitacional que
preceden a la escuela. De cara a este derrumbe, los pedagogos kirchneristas
quieren construir un "indec" de las calificaciones escolares. Del
otro lado, los críticos derechistas al nuevo sistema académico sólo atinan a
oponerle un régimen escolar represivo y expulsivo.
La crisis educativa es
nacional y abarca todos los niveles. Está ligada al derrumbe social general y
al agotamiento de todas las salidas ensayadas, que han intentado convertir a la
educación en una fuente de negocios y en un blanco permanente de las
condiciones laborales de sus trabajadores. Esta reforma es parte indisoluble
del proceso iniciado con la Ley Federal de Educación y todas las posteriores
modificaciones antieducativas. A espaldas de los docentes, siguen deteriorando
contenidos y funcionamiento. La rechazamos de conjunto.
Docentes que trabajen
un solo cargo con un salario igual a la canasta familiar, preceptores en
primaria, docentes de apoyo para proyectos, agrupamientos especiales y todos
los cargos necesarios, edificios y espacios escolares acordes, material
didáctico, becas para los estudiantes de todos los niveles, equipos de
orientación escolar con el personal necesario para el seguimiento de toda la matrícula
son, entre otras cosas, lo mínimo indispensable para encarar una reorganización
de conjunto de la educación. Ello, junto a la unión del docente y de sus
sindicatos con el conjunto de los explotados, para luchar por una
transformación social que saque a la juventud y a la familia trabajadora del
pantano actual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario