Lo que terminó de
empacharlo de mal humor debe haber sido la sobredosis del especialista en
“asuntos del Vaticano”, a quien le otorgan cada vez más espacio y tiempo en los
noticieros. O la cámara fija en la diminuta carta manuscrita con el Papa
Francisco invitó a sus almuerzos a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner
para dialogar sobre el futuro del país.
En fin, lo cierto es que
ya podrido que entró en la clase del nocturno de La Boca y sin que mediara
palabra o explicación se lanzó a decir lo suyo. Finalmente se espera de él, al
menos así lo dicta el sistema y la institución, que forme en términos de la
convivencia ciudadana a los alumnos que el azar puso en su aula, ¿no? Y el
único modo verdadero de cumplir tal función es ser honesto. De modo que casi
poseído se detuvo a analizar los sustantivos propios y comunes que amontonaba
en el pizarrón. Muchas palabras que de a poco se iban resumiendo en pocas,
empujadas por los flechazos que comenzaron a unir unas con otras hasta ilustrar
con claridad los lugares comunes que atosigan del peor sentido común la vida
diaria.
Hablando franca y directamente lo que más lo pudre últimamente es la
carrera que se ha desatado entre los políticos del oficialismo y de la
oposición para ver quién llega antes a pie descalzo hasta la Santa Casa para
demostrar mayor devoción a la noble causa papal, sea ésta cual fuera.
Como carecen de esa información -ni siquiera saben todavía de qué les va
a hablar-, sus alumnos se muestran sorprendidos. Sucede que están acostumbrados
a introducciones y protocolos que buscan siempre poner en foco el tema a
tratar, y esta vez el envión histriónico impidió que hubiera prólogo alguno.
Estuvo tentado de abrir la clase escribiendo en la parte de arriba del
pizarrón, como titular sensacionalista y disparador salvaje, “Todo lo que usted
siempre quiso saber sobre la religión y no se atrevía a preguntar”, pero se
contuvo; quizás aterrado por el excesivo pensamiento. Según leyó el otro día en
un cuaderno de apuntes de Charles Baudelaire: no se puede ser así de sincero.
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