Lo
curioso es que, charlando el caso con sus colegas de Historia, de este y otros
colegios, pudo observar la siguiente paradoja que se enreda de acuerdo a dos
términos ligados de manera inversamente proporcional y que ahora pretende
debatir en la reunión de profesores. Mientras en las escuelas -sobre todo en
las de nivel medio, claro, pero en realidad en todas ellas, dice- maestros y
profesores nos hemos formado y enseñamos
tratando de esquivar, cada vez con mayor fundamento y sentido común, las
estampitas, el relato-para-niños y los cuentos llenos de próceres buenos, cada
vez más la versión de los medios masivos de comunicación, sobre todo en su
intencionada novela oficial, sobreabunda en los estereotipos, la simplificación
y, por supuesto, la mentira. Y es eso mismo lo que se pretende que hagamos
cuando desde el ministerio se sugiere un tratamiento especial dada tal o cual
jornada conmemorativa o celebración de fecha patria.
O
sea, que no hay nada nuevo bajo el sol en lo que nos piden que hagamos, y por
lo tanto me niego a organizar -concluye enojado- cualquier acto que se me pide
en ese marco y esas condiciones. Si quieren que vean las películas por la
televisión, yo no voy a dar esas de San Martín y Belgrano que vienen hasta
acompañadas por folletos de promoción.
Me niego -dice como cierre con flema de Emile Zola y desatando la
risotada de todos- a convertirme en propaladora del mensaje de unidad que ya
fatigaba a los argentinos en tiempos del emotivo Roberto Rimoldi Fraga y de su
suegro el general y presidente don Agustín Lanusse.
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