“Chile
ha cambiado y es hoy un país más activo y con mayor conciencia de sus derechos”,
dijo Michelle Bachelet en marzo de este año, cuando anunció su postulación.
Asimismo ha reafirmado al finalizar su campaña que su objetivo es corregir las
desigualdades y “enfrentar los desafíos con una nueva forma de hacer política”.
La Nueva Mayoría que respalda a Bachelet busca -según sus propias
declaraciones- recupera la noción de coaliciones políticas inclusivas de gran
amplitud y en este caso, bajo su liderazgo, ha sido capaz de encontrar los
equilibrios programáticos para que diversas sensibilidades sociales y políticas
y las entidades que las representan, funcionen sin los ánimos destructivos del pasado.
Bachelet,
no obstante, ha aclarado que “la responsabilidad es inmensa. El camino estará
cargado de obstáculos. Habrá una oposición dura de los sectores más
conservadores y antagónicos a la unidad de la nueva coalición”. A él, joven
estudiante chileno, no le interesa tanto especular acerca de oscuros enemigos
por venir sino, más sencillamente, acerca de si la futura presidenta va a
cumplir o no su promesa de educación pública gratuita. La boleta da vueltas
entre sus dedos, esperando, mientras él no se decide.
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