Dicen
que la intención y el diseño del proyecto arquitectónico originario era el de
hacer establecimientos educativos abiertos a la comunidad y eso explica las
ventanas grandes y bajas, casi tocando
la vereda. La escuela se anunció en tiempo de Carlos Menem, y por entonces
comenzó la construcción, que siguió en épocas de Eduardo Duhalde, cuando
consumó una primera inauguración, a la que siguió una segunda y hasta una
tercera, ni bien se completo la pintura, ya con Cristina Fernández de Kirchner.
La
directora no necesitó ser adivina para intuir que la cosa venía mal parida; de
modo que después de mucho rogar logró que los albañiles desoyeran en parte las
órdenes y levantaran un par de filas de ladrillos por encima de las
planificadas.
Pero
no alcanzó. Por los ventanales el barrio entra y sale del colegio, a veces metafóricamente
y otras de manera literal Por allí circulan los gritos, las convocatorias, los
insultos, las idas y venidas, las burlas y hasta eso que los pibes muy
borrosamente llaman las “transas”.
Así no se puede dar clases,
sentenciaron angustiadas las maestras en la última reunión general. Tan
contundente fue el consenso que desde ese momento la cooperadora está abocada a
comprar cortinas gruesas e instalar las rejas que uno de los padres consigue a
precio inmejorable. Lo más problemático es cómo garantizar que las ventanas
queden permanentemente cerradas y sólo el portero pueda abrirlas, un poco, los
fines de semana.
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