Uno de los ejes centrales del discurso y la política
educativa del Gobierno de Ciudad ha sido, desde el comienzo de su gestión, la
evaluación de la “calidad educativa”. A pesar del rechazo que ha generado en la
docencia y en un sector de la comunidad educativa, en agosto de 2014 se aprobó
la Ley de Evaluación Integral del Sistema Educativo de la Ciudad (Ley N°5049) y
con ésta, la creación del ente evaluador, Unidad de Evaluación Integral de la
Calidad y Equidad Educativa (organismo descentralizado), enmarcándose en la
normativa de la Ley Nacional de Educación.
Detrás de la centralidad que han dado a la
evaluación se esconde la intención de responsabilizar a la docencia por los graves
problemas que hoy atraviesa el sistema educativo. Y, paralelamente, tiene como
objetivo establecer mecanismos para disciplinarnos, avanzando contra nuestro
Estatuto, para profundizar las políticas que comenzaron a implementarse en
nuestro país desde la década del 90. La política de “calidad educativa”, es
parte del modelo impulsado por los organismos internacionales que diseñaron la
Reforma Educativa a nivel mundial desde esa década hasta hoy.
El macrismo ha tomado como referencia modelos
educativos de México, Chile, Perú, EE.UU. y Ecuador, seguidores fieles de las
medidas dictadas por los organismos internacionales. Donde han desarrollado
evaluaciones que definen hasta 5 categorías dentro de un mismo cargo docente,
lo que incide en el salario, la posibilidad de ascenso o descenso, incluso el
despido en caso de no llegar a las metas. Modelos que antes que mejorar la
escuela pública han sido altamente privatizadores del sistema educativo.
El gobierno toma nota: EVALUACIÓN DOCENTE 2015/2016
Hoy en día nos encontramos con una nueva “propuesta”
evaluativa, el Relevamiento de Prácticas Pedagógicas. Este año se está
intentado llevar a cabo el plan piloto en algunas escuelas seleccionadas para,
según sus planes, hacerla el año próximo en todas las escuelas de la Ciudad. A
grandes rasgos consiste en la observación de clases entre docentes de la misma
escuela. Como resultado se haría una crónica y se llenaría una planilla
provista por el ente evaluador para volcar lo observado, éstas serían enviadas
al mismo, dejando una copia para la escuela. Supuestamente es anónima, aunque
es posible saber a quién pertenece ya que va con código de grado y escuela.
Ante esto, en primer lugar consideramos que el
Ministerio ha ido perfeccionando la forma de introducir una cultura de la
evaluación en las escuelas. Cambió las planillas de años anteriores -que fueron
masivamente rechazadas por su carácter visiblemente externo y estandarizado-
por una forma que es presentada como “interna, entre pares, para el
enriquecimiento de quienes la realicen”. Ahora bien, que se tome dentro del
aula y nos evalúe un par no significa que sea menos ajena tanto por su
confección (en la que no tuvimos participación los/as trabajadores/as) como por
el destino de los resultados (el ente evaluador externo), y por el carácter
descontextualizado de la especificidad de la situación de cada escuela.
Ránking de escuelas y salario atado a rendimiento
Nuestra reflexión frente a esta nueva forma es que
la resistencia los ha obligado a tener que maquillar la evaluación para poder,
de alguna manera, empezar a allanar el camino para otras medidas. Pero más allá
de la modalidad, la evaluación sigue poniendo el foco en la docencia. Este
piloto no puede dejar de ser considerado el paso inicial de un proceso gradual que,
al menos en forma pública, el Ministerio no ha descartado: la evaluación de
desempeño docente para definir la carrera, el salario y la estabilidad laboral,
premiando las respuestas esperadas con ascensos y mejoras salariales y poniendo
en peligro la estabilidad laboral de los demás.
Otro modo que el gobierno está usando este año es el
de convocar en las instancias previas a la evaluación a supervisores y otras
personas que son presentados como “críticos” de la gestión y que utilizan un
discurso de tinte progresista, para convencer a los/as maestros/as de que esto
no tiene nada que ver con ránking o desempeño.
De esta manera, tratan de desestimar cualquier
argumento que pueda frenar la evaluación, ya que han aprendido de años
anteriores. Es decir, como saben que sería imposible introducir de entrada una
evaluación docente y anunciar “salario atado a rendimiento” utilizan este
mecanismo.
Cuando lo intentaron -en 2011 lo anunció Eteban Bullrich-
la respuesta de rechazo de las/os docentes fue contundente. Ahora bien, el
hecho de aceptar hacer una evaluación proveniente de un ente que ya sabemos con
qué objetivos fue creado, de una gestión que sabemos qué busca, significaría un
paso más adelante para el gobierno. Su meta es ir imponiendo la cultura de la
evaluación, externa y disciplinadora.
Evaluar para qué
Supuestamente el objetivo es relevar información
sobre nuestras prácticas de aula, para desarrollar políticas que mejoren la
educación. Sin embargo, ocho años de gestión demuestran que no sólo no están
dispuestos a ello sino que han recortado sistemáticamente las herramientas y
espacios que teníamos para poder reflexionar y evaluar colectivamente para
mejorar nuestra práctica docente. Nos han reducido las jornadas
institucionales, se ha sobrecargado al máximo a las conducciones con
interminables tareas burocráticas que tornan imposible sostener reuniones de
ciclo, se alargó el ciclo lectivo restando tiempo para planificación y
evaluación del proyecto institucional. No se han generado espacios de
capacitación en servicio a la altura de las necesidades planteadas por la
docencia. Se vacían los EOE. Ni hablar de la falta de escuelas y jardines, grados
superpoblados que redoblan los establecido como relación pedagógica adecuada,
los bajos salarios, la desastrosa situación edilicia. Entre otras tantas cosas
que alargarían la lista.
Organizarnos y luchar, la única alternativa
Cada intento del gobierno para poner en marcha este
proyecto ha tenido como respuesta el rechazo -más o menos organizado según el
caso- de la docencia y de buena parte de la comunidad educativa.
Desde Ademys, hace varios años que venimos
fomentando la organización y el debate en las escuelas, asambleas distritales y
asambleas generales, investigando, informando, e impulsando la organización por
abajo para frenar este avance contra nuestros derechos y contra la educación
pública. Sin el acompañamiento de los demás sindicatos, hemos movilizado,
realizado clases públicas, y llamado a paros para impedir que se votara la ley
de evaluación. Finalmente la ley se votó. Sin embargo, sabemos que la única
lucha que se pierde es la que se abandona. La ley fue una batalla, pero la
pelea es mucho más amplia. Por eso, lejos de la resignación o el pesimismo,
enseguida planteamos la necesidad de organizar la resistencia, entendiendo que
una etapa más difícil se abría, y que el desafío a partir de entonces era
evitar la implementación de la ley. O sea, rechazar las evaluaciones en las
escuelas.
Estamos convencidos/as que nada de esto ha sido en
vano, y es por eso que al día de hoy no han logrado hacer una sola evaluación
-ni docente ni a alumnos/a- que fuera respondida por la totalidad de la Ciudad.
Más allá de que haya escuelas donde se llevaron a cabo, la cantidad de escuelas
que han rechazado logró una y otra vez, frenar los planes del gobierno. Sigamos
defendiendo los derechos de trabajadores/as y estudiantes y defendiendo la
Educación púbica.
Entonces, los y las trabajadoras decimos:
El gobierno no necesita una evaluación para saber
cuáles son los problemas de la educación. Se los venimos informando hace ocho
años. No dio respuesta y avanza con recortes y vaciamiento.
El que debe ser evaluado es el Ministerio de
Educación, sus políticas de vaciamiento, privatización y tercerización.
Poner el foco en docentes o en los resultados de
pruebas tomadas a los/as alumnos/as evidencia la intencionalidad del gobierno
de lavarse las manos en lo que le corresponde y desviar la atención de su
verdadera responsabilidad.
Convocamos a todos los sindicatos docentes de la
Ciudad a acompañar el rechazo a este nuevo avance del macrismo contra los y las
trabajadoras de le educación.
Propuestas para una “buena educación”
Para una buena educación necesitamos abrir un
verdadero debate que nos permita realizar un acertado diagnóstico de los
problemas que tenemos, del proyecto educativo que tenemos y que queremos, y
pensar propuestas. Ademys adelanta algunas:
1. Democratización del sistema educativo: Para
generar espacios no verticalistas ni jerárquicos, sino de coordinación donde
docentes y alumnas/os, que somos los verdaderos protagonistas del hecho
educativo. Evaluación periódica no sólo de la docencia, sino también de las
políticas públicas, del sistema, de las instituciones. Ampliación y promoción
de las jornadas de Reflexión. Creación de espacios para reuniones de ciclo o
departamento para evaluación permanente y colectiva.
2. Rediseño de la jornada laboral para garantizar la
Formación Continua como parte de la jornada de trabajo. Diseño de un plan de
formación continua articulado entre el ex C.e.P.A, profesorados y universidad
pública.
3. Ampliación del equipo de conducción docente según
necesidades de la escuela para garantizar tanto las tareas administrativas como
pedagógicas.
4. Aumento del presupuesto educativo para
garantizar: Salarios dignos, reajustables semestralmente según la inflación,
que no obliguen a la docencia a recargarse de horas y cargos para llegar a fin
de mes. Infraestructura escolar: creación de las 33 instituciones que se
requieren, mantenimiento edilicio. Aumento de los Equipos de Orientación
Escolar para satisfacer las reales necesidades.
5. Sistema educativo único sin privatización:
Recomponer el carácter público del espacio escolar evitando las escuelas por
nivel social, disolución del Área Socioeducativa (para excluidos) en Ciudad,
programas integrados a las áreas por nivel educativo. Supresión de los
subsidios a las escuelas privadas.
6. Repensar qué proyecto educativo para qué proyecto
de país en forma permanente y democrática, mediante el debate abierto en todas
las instancias del sistema educativo. Para hacernos cargo de un proyecto para
un país, humano, descolonizado, responsable de cada uno de sus integrantes y
del medio ambiente.
Ademys (Asociación Docente de Enseñanza Media y
Superior)
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