Durante el pasado mes de
septiembre la mayoría de la Legislatura porteña, todo el bloque del
PRO, el grueso del Frente para la Victoria, Eco y el massismo,
votaron a favor de ceder de forma gratuita y permanente quince
terrenos y entregar otros tres por veinte años a la Iglesia
Católica, que venía usufructuando mediante permisos precarios o por
ocupación de hecho.
Se trata de más de
treinta mil metros cuadrados que valen mucho. Uno de los espacios
afectados es un predio de la escuela pública número 3, del distrito
escolar séptimo 7º “Primera Junta” y el jardín que también se
encuentra allí, en el barrio de Caballito, donde funciona una huerta
escolar y parte del Polideportivo.
La comunidad educativa de
la tres, directivos, padres, docentes y estudiantes se han
movilizado, desde que la noticia era un rumor fuerte, en el reclamo
por la defensa del predio escolar; entre otras acciones realizaron un
abrazo simbólico al establecimiento y participaron en la audiencia
pública que se llevó a cabo en la propia Legislatura impulsao por
los pocos diputados de la izquierda que se opusieron.
La condición que han
fijado los parlamentarios porteños que votaron afirmativamente la
cesión -y que constituye el único argumento esgrimido- es que los
terrenos deben “seguir siendo” utilizados con “fines sociales y
religiosos”. Los opositores ironizaron sobre la frase estampada en
los fundamentos: “seguir siendo” supone la bendición de lo
actuado y su continuidad en el tiempo antes que un requerimiento
práctico y mensurable.
Quizás, agregó una
maestra, solo les faltó poner al lado de la rúbrica la sentencia
“como ijo al Papa Francisco” a la que nos acostumbró con la
fuerza de un jingle el candidadto Daniel Scioli a lo largo de la
campaña electoral.
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