Desde hace siete años
la revista Materia Pendiente se
desarrolló y distribuyó sin falta ni retraso. Si estás leyendo esta carta es
porque nos vemos en el deber de informarte que el Nº 23 no saldrá a la calle.
Lamentablemente no se
trata de un problema burocrático puntual. Después de varias invitaciones por
parte del staff de la revista a la nueva gestión de la Facultad de Ciencias Exactas
de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) a formar parte de las discusiones
editoriales, las autoridades respondieron con la decisión de no asegurar la
continuidad del equipo. Además, nos informaron que se modificarían los temas
que aborda desde sus inicios la revista, es decir, un giro editorial que no
podemos acompañar. Por eso hoy la tapa en negro, por eso hoy un número 23 que
no pudo ser.
Lo ocurrido expresa la
voluntad de ciertos sectores de la actual gestión de romper lo avanzado en
extensión universitaria y de perseguir las iniciativas que no dan rédito
político, pero que son fundamentales en la construcción de lazos con la
comunidad.
La revista siempre se
pensó como un lugar donde escuchar a la comunidad y comunicar la ciencia
aprendiendo siempre de todas las voces. Decenas de notas, de entrevistados;
desde académicos y expertos, hasta representantes de diferentes organizaciones
sociales; funcionarios en dialogo con académicos universitarios alrededor de
temas de interés común.
Materia
Pendiente dialogó con los más diversos sectores de la
sociedad civil, llegó a los barrios. Viajó a congresos, fue comentada por otros
medios. Abrió debates dentro de la Universidad, generó discusiones, creó nuevos
vínculos.
Buscamos en cada número
la profundidad de una problemática, una forma de enfocarla que fuera mucho más
allá de la reproducción de un hecho, buscando distintas fuentes y dando lugar a
las diferentes perspectivas.
Abordamos las temáticas
específicas de la Facultad de Ciencias Exactas y de la Universidad. Por eso nos
preguntamos y tratamos de problematizar en forma permanente sobre la
responsabilidad de producir y comunicar la ciencia. Y así, en esa búsqueda,
encontramos el sentido de esta publicación: una revista que pensó a la ciencia
para tratar los problemas de muchos y no los de unos pocos; que pensó que
ampliar contenidos no implica reducirla a publicar los descubrimientos de
"iluminados" que todo lo saben; que sostuvo que dar lugar a los
avances de la producción e investigación científicas vale la pena si ello
implica una modificación para la realidad de la sociedad, sobre todo de los
sectores más vulnerables.
Si algo se encargó de
dejar en claro Materia Pendiente es que el conocimiento se construye en los
diferentes ámbitos, entre aquellos que sufren en carne propia la contaminación
del ambiente, y aquellos que cuentan con herramientas técnicas para afrontar
esa problemática.
Si lo que pretenden las
autoridades de la Facultad es una divulgación científica más tradicional,
conservadora y vertical, donde se difundan los grandes avances científicos de
esta casa de estudios, podrían haberlo hecho sin necesidad de romper lo construido.
Queremos con esta carta
también hacer notar a los lectores de Materia
Pendiente que en la universidad conviven distintas formas de pensar y
entenderla. Y aunque hoy sea políticamente correcto estar a favor de la
extensión y del rol social de la universidad, existen todavía sectores que ven
esto como una amenaza a la “calidad, la excelencia y la objetividad”, donde el
sentido del éxito tiene que ver con cuantos artículos se publican en inglés y
no en cuánto aporta nuestro trabajo temas de interés social, cultural o
económico.
Lamentamos que Materia
Pendiente, tal como se construyó durante siete años, sea ahora un ladrillo más
de los anchos muros que separan a la universidad de su comunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario