(Por Diego Rojas. Perfil,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, domingo 28 de septiembre de 2014)-
Casalla (el señor de las fotos) dirigía el Departamento de Humanidades de la Universidad de
Salta, y luego fue su secretario académico durante la intervención
universitaria que desplazó a la dirección de la izquierda
peronista. Cuando se produjo el golpe de Estado, la universidad fue
tomada militarmente, y Casalla, desplazado. Luego, Casalla entregó
un texto de descargo ante el Destacamento de Inteligencia Militar 143
para señalar la falacia cometida al cesantearlo. Allí Casalla
admite haber depurado ideológicamente el programa y el plantel
de “infiltrados subversivos” en coordinación con las
fuerzas de seguridad. El documento, que integraba los archivos de la
Comisión Provincial de la Memoria, fue puesto a disposición de la
Justicia. Por ese documento, Martín Avila, delegado en Salta de la
Secretaría de Derechos Humanos, lo denunció en 2011 como “autor
mediato” de la desaparición de Miguel Angel Arra. “Enviamos los
informes a la Justicia. Es un tema que todavía debe resolverse”,
explica Ávila.
Ana Simenen, entonces
docente de Antropología, se careó a fines de 2012 con Casalla en el
juicio por la desaparición del gobernador Miguel Ragone. “Me
encontré con Casalla para saber cómo sería mi continuidad en la
UNSA. Me dijo que en Gendarmería le habían dicho que había gente
de Montoneros y de la JP. Me preguntó por nombres. ‘¿Usted es
compañera de Gema Fernández Arcieri? ¿De Graciela Muscariello?’.
Mi impresión era que quería saber qué era lo que yo sabía. Me dio
temor. Yo le dije que eran mis compañeras y que no sabía mucho”.
Fernández Arcieri fue cesanteada. Después, desaparecida.
Muscariello también cesó en sus funciones, y fue asesinada luego en
Tucumán.
Esas denuncias habían
llegado a la UBA en 2012, donde él daba clases y donde la Asociación
Gremial Docente pidió y logró su suspensión. “Casalla, en la
presentación de sus antecedentes, había omitido toda referencia a
su actividad en Salta”, recuerda Ileana Celoto, actual secretaria
general del gremio en la UBA. “Una persona que facilitó la acción
de las fuerzas represivas no puede formar a otra persona”. El
decanato levantó la suspensión, ya que no había condena judicial,
y luego Casalla se jubiló en la UBA. Pero volvió a la docencia en
el Instituto que depende del Ministerio de Cultura.
Luis
Launay, director del Instituto Dorrego, señaló: “Sabía de las acusaciones.
Pero la Justicia no se ha expedido, y por lo tanto no tiene sentido
actuar como si fuera culpable. Conozco al compañero Casalla y, por
sus antecedentes, confío en que las denuncias serán aclaradas”.
Este diario intentó comunicarse con Casalla pero fue infructuoso.
Tampoco hubo respuesta por parte del Ministerio de Teresa Parodi.
El descargo ante los
uniformados
En su descargo ante la
dictadura, Casalla dijo: “Ya en el gobierno universitario, durante
los años 74 a 76, procedí a depurar ideológicamente el
departamento más conflictivo e infiltrado subversivamente de la
Universidad (Humanidades), di de baja docentes directamente ligados a
la subversión (puede solicitarse la nómina en la Secretaría
Académica de la UNSA), revisé y promulgué nuevos planes de
estudios dejando de lado los anteriores contenidos marxistas y
enfrenté ante la opinión pública del momento las consecuencias de
todas esas medidas.
De todo ello tienen constancia los organismos de seguridad de la provincia y muy especialmente la Policía Federal (Delegación Salta), entonces comandada por el comisario Livy y con el principal Faber al frente de inteligencia subversiva. Se trabajó estrechamente con todos esos organismos procediéndose a una prolija revisión de antecedentes antes de cualquier baja o alta de personal. Lo mismo puede decirse de la Policía provincial, de Gendarmería y de la Guarnición Militar Salta”.
De todo ello tienen constancia los organismos de seguridad de la provincia y muy especialmente la Policía Federal (Delegación Salta), entonces comandada por el comisario Livy y con el principal Faber al frente de inteligencia subversiva. Se trabajó estrechamente con todos esos organismos procediéndose a una prolija revisión de antecedentes antes de cualquier baja o alta de personal. Lo mismo puede decirse de la Policía provincial, de Gendarmería y de la Guarnición Militar Salta”.
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